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Un equipo gallego da con las claves de por qué la toxina tiñó de rojo la ría de Vigo en el 2018

E. A. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

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Tras el episodio el dinoflagelado Alexandrium minutum dejó quistes que explican la recurrencia de ese evento, aunque de menor gravedad

23 abr 2022 . Actualizado a las 04:45 h.

La marea roja se llama roja, pero en realidad es incolora. No se ve. Salvo que la provoque un dinoflagelado como el Alexandrium minutum. Ahí sí que puede decirse que la que provoca es una marea roja. Porque hay toxina, y no la más común de lipofílica o diarreica, sino paralizante y, además, se ve. Tiñe las aguas. Esas células productoras de toxina PSP irrumpieron con fuerza, en niveles nunca vistos antes, en las rías de Pontevedra y, sobre todo, en la de Vigo, donde empezó por Samil y acabó obligó a paralizar toda la actividad marisquera y de cultivos marinos.

Fue un hecho excepcional, que encuentra un antecedente en 1984 en la ría de Ares, pero tintó las aguas del sur de Galicia durante un mes y provocó cierres prolongados en el marisqueo y las bateas. Ahora, cuatro años más tarde, un equipo de científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Vigo, el Intecmar y el Instituto de Investigacións Mariñas (IIM) vigués han publicado un estudio en la revista Ecological Indicators, en el que dan las claves de por qué las aguas gallegas aparecieron con un color cúrcuma de tanta toxina.

«Las condiciones meteorológicas durante ese período, con lluvias superiores al promedio y un incremento posterior de la temperatura, unido a un patrón de vientos cambiantes, propiciaron las condiciones óptimas para el desarrollo de esa extensa y masiva proliferación tóxica», explica Enrique Nogueira, investigador del IEO y primer autor del trabajo. Ese cóctel fue el que se dio ese año, con intensas lluvias en primavera que bajaron la salinidad, pocos vientos del norte y temperaturas en el agua que alcanzaron hasta 20 grados, y detonó una brutal marea roja que incluso se pudo ver con los propios ojos.

El equipo ha hallado la causa con simulaciones de un modelo de seguimiento de partículas, que reconstruyeron las fases de la floración: inicio y desarrollo dentro de una pequeña bahía interior, transporte dentro de la capa superficial desde estos sitios hacia el interior de la ría y dispersión por toda la bahía. Modelos que «permiten mejorar la comprensión general de la dinámica de las floraciones de algas nocivas», apunta Nogueira.

Alexandrium minutum es una especie común en el fitoplancton de las rías gallegas, pero suele ser más abundante en zonas estuáricas protegidas y no es habitual que alcance densidades ni una distribución tan amplia como la del episodio de 2018. Esa marea fue tan intensa que dejó secuelas. Porque meses después de la marea roja se detectaron quistes en el sedimento en varias zonas de la costa sur de la ría de Vigo, especialmente en la zona del puerto, «lo que pudo favorecer el florecimiento ese dinoflagelado en los siguientes dos años, especialmente en el 2020.

Esa presencia posterior de quistes y la probable recurrencia del escenario climático que propició este evento inusualmente intenso «podrían provocar un aumento tanto en la frecuencia como en la intensidad de las proliferaciones de Alexandrium minutum en la zona, así como su expansión regional», señala el científico del IEO.