Juana Parada: «Embarcar me da respeto, me mareo, pero me gusta subir a los pesqueros»

SOMOS MAR

Hija de patrón de pesca, empezó en el departamento laboral de Orpagu y, a día de hoy, dirige 70 barcos palangreros. «Estamos tocados por el naufragio, la empatía es brutal»
01 mar 2022 . Actualizado a las 00:59 h.«El pescado no se fabrica, hay que ir a buscarlo como el carbón a la mina». Esta frase de Juana Parada (Ribeira, 1979) tiene estos días tintes dramáticos. El naufragio del Villa de Pitanxo tiene en vilo al sector pesquero gallego pero especialmente a quienes saben lo que son las despedidas a pie de muelle. «En A Guarda tuvimos el hundimiento del Velasco —en 1989—, no se salvó nadie». El palangrero se llevó consigo once vidas de marineros cuyos cadáveres nunca pudieron ser velados por sus familias. «Estamos tocados, cuando pasa algo así la empatía es brutal. La lejanía, las inclemencias del tiempo... En esta profesión hay un riesgo mayor».
Bajo la gestión de Juana Parada faenan más de 70 embarcaciones que emplean el palangre para capturar grandes peces como túnidos, escualos o marlines. El pez espada es el principal. Es la misma especie que capturaba su padre, patrón de pesca ya jubilado. Juana Parada no pensaba recalar en la pesca, «es curioso cómo las familias marineras intentan que sus hijos estudien otra cosa, tenemos ese complejo erróneo», confiesa. Ella estudió Relaciones Laborales y trabajaba en el departamento de personal de Orpagu hasta que le propusieron hacerse cargo de la gestión de la agrupación del palangre más grande de Europa, con barcos que faenan en caladeros del Pacífico, Índico, Atlántico Norte y Atlántico Sur. «Tenía 29 años y me veía muy lejos de algo así, confiaron en mí, y aquí estoy 18 años después».
Bajo su gestión, Orpagu está diversificando su actividad y expandiéndose a otras fases de la cadena de producción. La hamburguesa de pez espada triunfa en EE.UU. y ya se investiga en nuevas líneas de producto en conserva y congelado. Con ese objetivo se está poniendo en marcha una planta frigorífica en Tui que dará empleo a 30 personas en el plazo de un año. «El mercado está demandando productos fáciles de consumir. Ahí queda mucho trabajo por hacer y ahí queremos dirigirnos». Con este objetivo Orpagu trabaja en varias líneas de investigación con la Universidad de Vigo para dar valor añadido a especies de pescado de bajo valor comercial.
«No es un oficio mal pagado»
La investigación permite, además, mejorar las condiciones a bordo de los buques para que embarcar ya no sea sinónimo de aislamiento. «En el 2018 empezamos a instalar sistemas de banda ancha en los barcos y ahora lo tiene el 100 %. Les cambió la vida. Ahora pueden ver películas, Netflix, ver partidos y conectarse a diario con sus hijos en videollamada para que les cuenten las cosas del día a día». No obstante, estas condiciones no son suficientes para luchar contra la falta de relevo generacional, que aqueja a todo el sector. Las últimas noticias no ayudan, aunque Parada está convencida de que este suceso no influirá a largo plazo. «No es un oficio mal pagado con respecto al coste de la vida, pero tiene riesgo. Si no hay relevo no es por las condiciones económicas, es porque la gente valora más estar en casa. No podemos cambiar los tiempos de espera en los caladeros».
Ese sigue siendo también el principal inconveniente para la incorporación de las mujeres a la pesca. «Si la conciliación ya es difícil en tierra, estando meses fuera... Esa lejanía a la mujer le pesa más, pero poco a poco se van incorporando». Para ella sería imposible, porque aunque se confiesa una apasionada del sector, hay razones físicas que la mantienen con los pies en la tierra. «Me mareo, aunque a veces me obligo a hacer una ruta cortita de navegación. Me parece que tiene muchísimo mérito embarcarse en alta mar, me da mucho respeto. Me gusta subir a los pesqueros pero en el puerto, ver la caja azul, los camarotes, el plotter del puente, bajar a la sala de máquinas...». Es la receta de Parada para ponerse en la piel del marinero, un ejercicio que cree que deberían hacer los políticos que toman decisiones desde los despachos. «El papel todo lo soporta pero, a veces, aplicarlo a la realidad genera situaciones rocambolescas. Cuando conoces a la gente, tocas las cosas, las hueles y eres consciente de las consecuencias que algunas medidas pueden tener hace que te duelan las cosas tanto como a ellos».
Orpagu está tratando de capear el temporal causado al incluir al marrajo, una de las más de 300 especies de tiburón, en el apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). «Se puede pescar, no hay problema en los caladeros del Pacífico Sur o Índico, pero en España la comunidad científica restringe su comercialización. Nuestra flota faena al lado de otras flotas internacionales que sí lo pueden capturar porque sus países no le ponen restricciones». Ese marrajo que pescan barcos de otras banderas acaba entrando en el puerto de Vigo para su comercialización. «El nicho de mercado lo están copando otros», denuncia. «Pedimos coherencia, somos un mercado global. Las guerras de los despachos las acaba pagando quien está trabajando en el mar».
Su canción favorita
«Terra», de Tanxugueiras. «Me sentí muy orgullosa de que llevaran esa canción a donde la llevaron. Reivindica, no solo el papel de nuestras madres y abuelas, sino la fortaleza y valentía de esas tres chicas. Aida Tarrío y yo nos criamos en el mismo pueblo y el mismo edificio, aunque así no fuese, me hacen sentir superorgullosa».