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Cemma, el amigo de las criaturas del mar

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

SOMOS MAR

Iago Maneiro

La Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños se convirtió en enero de 1999 en el organismo encargado de asistir a los numerosos varamientos de animales en las costas de Galicia

11 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En enero del 2000, un informe elaborado por la Sociedad Española de Cetáceos para el Ministerio de Medio Ambiente desvelaba que las costas gallegas eran un cementerio para los mamíferos marinos. El alto número de varamientos de cetáceos y focas, pero también de tortugas marinas, lo corroboraba. El litoral de la comunidad recibía 158 animales con problemas al año, lo que significaba un 35 % del total de la península.

La Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma), una organización no gubernamental dedicada al estudio y divulgación de los mamíferos y tortugas marinas de Galicia, a través de la investigación y otros recursos, se había creado a comienzos de los noventa. Pero lo más importante vendría en 1999. Ese año, Cemma, cuya sede se encuentra en Nigrán, firmó un convenio con la Dirección Xeral de Patrimonio Natural de la Xunta de Galicia para convertirse en la institución responsable de la asistencia a los varamientos en la costa gallega, así como también para encargarse de la gestión de la recuperación de animales heridos y del estudio poblacional. Es decir, el colectivo se convirtió desde entonces en el salvavidas de los animales marinos que llegaban, y siguen llegando, a las costas gallegas.

La Voz de Galicia dedicó un extenso reportaje el 13 de enero del 2000 a los varamientos y a la acción que entonces desarrollaba la coordinadora. Se decía en él que las playas gallegas parecían tener un imán que atraía a los cetáceos moribundos, «ya sea porque les vencen los fuertes temporales o porque dicha zona se encuentra en el límite de sus incursiones desde el Mar del Norte». Dos años antes, en la ría de O Barqueiro había tenido lugar un hecho dramático al quedar atrapados un grupo de trece calderones después de que la guía del grupo, una hembra anciana y enferma, se extraviase y los otros la acompañasen hasta la orilla donde morirían. Durante los años noventa, en Galicia, el 91 % de los ejemplares varados agonizaban en la playa o ya llegaban muertos. Las estadísticas indicaban entonces que solo sobrevivían dos de cada diez focas halladas con vida, muy por debajo del éxito de recuperación de delfines y tortugas. En 1999, vararon en Galicia 160 mamíferos marinos, entre ellos el primer caso de un delfín hembra preñada de gemelos.

Pero también es posible la recuperación. La coordinadora Cemma asume también esa función. En marzo del 2000, esta oenegé lograba recuperar por primera vez en Galicia a una foca. Recibió el nombre de Ulises y estuvo en tratamiento durante dos meses. Al animal se le aplicó suero y papilla de pescado por medio de un embudo y, después, fue trasladado a un espacio individual a una temperatura de 23 grados, donde aprendió a comer sardinas muertas. En veinte días, la foca estuvo preparada para salir al exterior y, al cabo de mes y medio, comenzó a ingerir peces vivos que capturaba ella misma. Ulises pasó de 13 a 30 kilos de peso. Además, para evitar que tomase confianza de los seres humanos, solamente entraba en contacto con su cuidador.

Desde entonces, Cemma ha tenido que enfrentarse a otros problemas, como por ejemplo la interacción entre seres humanos y animales, especialmente, los delfines. Esta circunstancia se ha ido repitiendo cada año. La última vez que ocurrió fue el pasado verano. La Cemma llegó a solicitar al Concello de Porto do Son que cerrase la playa de Ornanda por el acoso que estaba sufriendo el delfín Confi por parte de los bañistas. A pesar de que la recomendación era la de no acercarse al animal, la gente solo la acataba cuando al arenal se desplazaban miembros de la Policía Local o la Guardia Civil.

La interacción también llevó a la coordinadora iniciar un estudio científico sobre los contactos de la población de orca del Estrecho de Gibraltar con embarcaciones con el objetivo de diseñar medidas de prevención, actuación y gestión. Hay que recodar que en los últimos dos años aumentaron en Galicia los episodios de interacción de orcas y veleros.

A veces, los cetáceos son enormes, como es el caso del cadáver de la ballena hallada en diciembre del 2018 en la ría de Pontevedra. Medía veinte metros y su peso rondaba las treinta toneladas. De hecho, hicieron falta dos camiones para el traslado en tierra de los restos hasta una incineradora. Cuando se trata de cadáveres, Cemma recoge muestras de los animales para realizar diferentes estudios.

Pero, sin duda, la acción que recuerdan todos los veteranos de Cemma ocurrió en el 2003. Entonces, una ballena se paseó por las rías de Vigo y Pontevedra durante varios días. «O salto da balea era algo impresionante. Hai que recordar que este exemplar medía 8 metros e sacaba practicamente todo o corpo fóra da auga», dijo después Alfredo López para recordar a Anduriña, nombre que se le dio al animal.