
El destartalado palangrero fue remolcado a la ría de Vigo para su desguace
16 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Después de años olvidado en el puerto de Ribeira y 23 meses hundido en el fondo de la dársena, del L’Etel solo queda la sombra de lo que fue. Y no por mucho tiempo, porque ayer, el palangrero puso rumbo al desguace, abandonando por fin aguas ribeirenses después de más de dos décadas de avatares, polémicas y trámites administrativos que se hicieron eternos.
Cuando en torno a las diez de la mañana el L’Etel inició su partida remolcado por otra embarcación, su apariencia era la de un buque fantasma que cuesta creer que pudiera mantenerse a flote. Precisamente, asegurarse de que así fuera para que la nave llegase al desguace sin contratiempos es lo que estuvo haciendo la empresa encargada de sacar los restos del palangrero del fondo del mar desde que hace un par de semana lograron reflotarlo.
Las tareas para hacerlo emerger no fueron sencillas. Fue necesario traer unas grúas enormes y acometer unos trabajos previos que se prolongaron durante casi un mes. En ese tiempo, los buzos tuvieron que sumergirse en las gélidas aguas del puerto de Ribeira, a seis metros de profundidad, para comprobar que no hubiera restos de contaminación y preparar el barco para las maniobras de reflotación. Y una vez de nuevo en la superficie, continuaron las tareas de reconocimiento.
Sin vías de agua
Era fundamental asegurarse de que el casco no tuviese una vía de agua y de que sería capaz de resistir el trayecto hasta el desguace, así como de que las condiciones de flotabilidad fueran las idóneas. Desde que salió a flote el pasado 30 de noviembre, el L’Etel fue sometido a diversas inspecciones, también por parte de Portos de Galicia.
De hecho, se temía que, después de casi dos años sumergido en el fondo de la dársena de Ribeira, no fuera posible remolcar el montón de chatarra en el que se había convertido el palangrero y se barajaron otras alternativas como despiezarlo y llevárselo del puerto ribeirense por partes. Sin embargo, finalmente Capitanía Marítima autorizó el traslado del buque por mar y ayer surcó por última vez las aguas de Arousa.
Lo hizo, además, antes de lo previsto, ya que no se esperaba que el permiso para remolcarlo llegase tan rápido. Su destino fue un astillero en la ría de Vigo, donde será desguazado, poniendo fin así a dos décadas de crónicas en torno a un barco que sufrió el abandono, incendios, actos vandálicos, okupaciones y hasta una subasta antes de hundirse en enero del 2020. Luego llegaron los trámites y una maraña burocrática que alargó la agonía del L’Etel en el fondo del mar.
El camino administrativo para conseguir su retirada tampoco ha sido sencillo, sobre todo porque los propietarios del buque hicieron oídos sordos a los requerimientos de las autoridades. No fue hasta enero de este año cuando Portos pudo licitar los trabajos de reflotación, que se adjudicaron en junio por 332.000 euros y que se iniciaron a principios de noviembre. Un largo periplo que, al fin, se ha completado con la partida del fantasma del L’Etel.