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«Llego a la subasta de la lonja a las tres y media de la madrugada para escoger la mejor calidad»

Luis Carlos Llera Llorente
luis carlos llera VIGO / LA VOZ

SOMOS MAR

M.MORALEJO

Antonia Rodíguez, que lleva desde los 15 trabajando como pescantina, recibe el premio Camelia de Honra

05 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Madre de dos hijos mayores, se levanta para empezar a trabajar a las 3.30 de a madrugada y permanece en la subasta en la lonja de Vigo hasta las 6,30 o las 7. «Me gusta escoger la mejor calidad», dice. Luego va a su puesto en el mercado del Calvario, donde coloca la mercancía y empieza a atender al público a las 8.30. Llegado el mediodía, sigue tan fresca pero con todo el pescado vendido, y por la tarde se echa una hora para recuperar. La asociación de Mulleres pola Igualdade y el Puerto de Vigo premiaron ayer con la Camelia de Honra a Antonia Rodríguez Diéguez, nacida hace 66 años en Mieres, pero de familia ourensana y trabajadora incansable en Vigo. «Estoy encantada con el premio», dice con una gran sonrisa.

Oscar Vázquez

«Estuve en Asturias hasta los ocho años. Mi padre trabajaba en la mina». Trabaja en la pescadería que ahora lleva su nombre, Toñi, desde los 15 años. Sus padres se mudaron a Vigo y montaron un puesto en el mercado del populoso barrio que perteneció al municipio de Lavadores. Toda su vida ha estado al frente del puesto salvo dos años (de 1973 a 1975) en que emigró a Alemania para trabajar en hostelería. «Me gusta el trato con el público. Algunos clientes los heredé de mis padres», señala debajo de un rótulo moderno y un mostrador llenos de merluzas del pincho, salmones y calamares de buen tamaño.

«Esto tiene su parte dura también, pero no me quiero jubilar. Los autónomos no podemos jubilarnos tan fácilmente y trabajaré hasta que aguante», cuanta Toñi. Por ahora se la ve en forma. Y se cuida los fines de semana, cuando se va «a bailar con las amigas» y también se pega sus buenas caminatas. Con ellas compensa tantas horas que permanece en pie delante del mostrador que recoge con cuidado, metiendo en la nevera montañas de hielo para conservar el pescado.