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Ladrido despide a Barcón, patrón mayor de la cofradía de Espasante durante 25 años y «muy amigo de sus amigos»

A. CUBA ORTIGUEIRA / LA VOZ

SOMOS MAR

CEDIDA

Armador e hijo de armadores, falleció el martes a poco más de un mes para cumplir los 85 años

24 sep 2021 . Actualizado a las 16:57 h.

José María Barcón Fustes nació en 1936 en Ladrido, donde falleció el martes, a poco más de un mes para cumplir los 85 años. Armador e hijo de armadores, dedicó su vida al mar, a su familia y a sus amigos. Durante un cuarto de siglo, repartido en dos etapas, ejerció como patrón mayor de la Cofradía de Pescadores de Espasante, lo que le valió una distinción. «Le dieron una medalla, que guardamos en casa», cuenta su hija Celsa (son seis hermanos, dos mujeres y cuatro varones).

«Mi abuelo tenía barcos, y después siguieron mi padre y su hermano, primero con los boniteros, que atracaban en el puerto de Ortigueira porque en Espasante no había calado, y después barcos del Gran Sol», relata Celsa. Durante el mandato en el pósito de Barcón, como era conocido por todos, se construyeron el espigón del muelle de Espasante y la lonja.

«El mar era su vida —recalca su hija—. Cuando ya casi no andaba, tenía que ir a mirar cómo estaba el mar, preocupado por mi hermano, que es patrón en el Gran Sol [y del que pudo despedirse por teléfono el lunes]». Este fin de semana fueron las fiestas de Ladrido, sin apenas celebración por la pandemia. Barcón asistió a la misa que se ofició el sábado en el puerto, y el domingo salió al balcón de su casa cuando pasó la charanga, y les pidió una canción, «su favorita», el pasodoble Agárrate saxo, de Joaquín Montañés, y se lo dedicaron.

Conducir le apasionaba y dejó de hacerlo justo cuando empezó la pandemia, que alteró sus hábitos, que ahora había ido retomando, como la partida después de comer en Espasante, el café matinal en el Galaripos, en Ortigueira, o los vinos, los domingos en el Planeta (Espasante). «Le gustaba mucho la vida social, estar con sus amigos», apuntan sus allegados. Su viuda, Celsa, (en noviembre conmemorarían los 55 años de casados) y sus hijos, expresan su agradecimiento por las numerosas muestras de cariño recibidas estos días, entre otras de todas las instituciones ligadas con el mundo del mar.

Barcón «adoraba» a sus nietos, que sentían debilidad por él. Y solía repetir que «las amistades hay que conservarlas». Sus amigos se volcaron en la despedida, que también tuvo ritmo musical, el de Escolma de Meus, con sus amigos de Viveiro. «Era muy buena persona, hizo favores a muchísima gente», elogia un vecino. «Si alguien necesitaba ayuda o si veía una injusticia, ahí estaba, era muy amigo de sus amigos», añade otra persona cercana.