Patrocinado porPatrocinado por

Pablo Costas: «No señor, yo no soy ningún delincuente»

e. a. / m. g. REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Cedido

El patrón gallego retenido en Yemen, que ayer llegó a Madrid, defiende su inocencia y asegura haber sido víctima de un secuestro auspiciado por Australia y con la complicidad del Gobierno español

04 sep 2021 . Actualizado a las 04:45 h.

«No señor, yo no soy ningún delincuente; siempre he trabajado legalmente». Pablo Costas, el patrón gallego de Cobija retenido once meses en Yemen a instancias de Australia, compareció ayer ante los medios de comunicación en Madrid, poco después de aterrizar en Barajas, para recalcar que lo suyo y de su tripulación fue un secuestro. Una retención ilegal que el Gobierno australiano consiguió llevar a cabo, dijo, aprovechando el Estado fallido que es Yemen, con tres Gobiernos y en guerra, y con la complicidad de España, que en un primer momento decidió atender a sus compromisos internacionales sin reparar en la presunción de inocencia y pedir pruebas de esa supuesta pesca ilegal que se le achacaba al Cobija.

Rodrigo Jiménez| Efe

Costas quiso «dar la cara» porque no tiene nada que ocultar. Que tanto él como sus compañeros no son más que víctimas de una injusticia. De hecho, España está reclamando papeles, pero no los puede tener «porque no los hay», subraya el patrón de Bueu: «Ausencia de notificaciones, de documentos del juzgado, de sentencias...» Un abuso flagrante por parte de un Estado que se siente dueño y señor de los recursos pesqueros del sur del Índico, recalcó Manuel Caamaño, de la CUT, que presionó para conseguir la liberación del marinero.

Es más, Costas está convencido de que si no es por la ayuda de su sindicato y de solidaridad obrera, de los medios de comunicación y del pueblo de Bueu «yo hoy estaría muerto, eso lo tengo clarísimo». A todos esos colectivos dirigió su agradecimiento. Y en especial al pueblo. A gente de Bueu, Cangas, Moaña, Marín, Vigo... Localidades con gente que ha navegado por todo el mundo cuando la flota española era importante y que «detecta una injusticia y un abuso como el que se ha cometido conmigo». Una justicia popular que lo ha absuelto de una acusación que judicialmente «no iba a ningún lado».

«Sin la ayuda de los medios de comunicación, de mi sindicato y de Bueu, yo estaría muerto. Lo tengo clarísimo»

El patrón del Cobija, que estuvo «no detenido, ni retenido», sino abandonado, en el puerto yemení de Al Mukallah junto a una tripulación de más de treinta personas de diferentes nacionalidades, está convencido de que lo que buscaba Australia era dar un castigo ejemplar y su Gobierno estaba dispuesto a seguir así «hasta que muriera alguien, y si fuese yo, mejor». Y a punto estuvo de conseguirlo. Fue todo «un calvario», agravado en los últimos tiempos, cuando la potabilizadora de agua dejó de funcionar y se vieron sin agua, sin víveres, sin combustibles y sin nada en unas condiciones de insalubridad difíciles de describir.

De hecho, admitió sentirse cansado, «físicamente mal», con dolor en un costado y que tendrá que someterse a chequeos. Pero eso será después. No tiene prisa ni por llegar a casa, después de dos años. Antes quiere dejar claras las cosas y ayudar en lo que pueda a su sindicato.