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Fernando Magdalena: «Hay furtivos en la ría de Pontevedra que deben acumular más de 500.000 euros en multas»

Alfredo López Penide
López Penide POIO / LA VOZ

SOMOS MAR

Pablo Fariña

Lamenta que «el restaurante solo se conciencia cuando va una inspección»

10 jul 2021 . Actualizado a las 08:47 h.

Con varias décadas de carrera profesional a su espalda, esta misma semana la Guardia Civil reconoció a Fernando Magdalena, guardapesca que presta servicios en la lonja de Campelo (Poio), con una mención honorífica clase A, la máxima distinción del cuerpo y que reconoce algún tipo de intervención que implica un grave riesgo para la integridad física de la persona a quien va dirigida. En el caso de Magdalena, el instituto armado destacó su papel en un operativo llevado a cabo en la costa de A Guarda en la que «un furtivo, al que tuve que engrilletar, se revolvió, me empujó y caí en unas rocas provocándome una lesión en el hombro». Como consecuencia de esto, que señala que fue el percance más grave que ha sufrido en estos años, estuvo entre dos y tres meses de baja: «He sufrido lo típico... amenazas con palos, con sachos, que nunca han llegado a impactar. Empujones e insultos están a la orden del día».

En cierto modo, y a través de su experiencia personal, siente que existe una cierta desprotección, principalmente, cuando las intervenciones terminan con sospechosos en el juzgado acusados de lesiones no muy graves o por amenazas. «Aunque trabajando estamos considerados como agentes de la autoridad, los jueces suelen verlo como delitos de lesiones normales, de las que se pueden producir en la calle y lo único que hacen es meterles una sanción económica muy leve. Les sale muy barato y, encima, son insolventes», lamenta, al tiempo que asume que «es algo que entra dentro de nuestro trabajo. El sistema está así establecido».

Lo mismo que ocurre con las sanciones penales, ocurre con las multas administrativas que, por furtivismo, se tramitan en la ría de Pontevedra. «Ellos ya tienen un modus vivendi que consiste en venir a los bancos marisqueros. De hecho, en Pontevedra y en Campelo hay algunos furtivos que vienen prácticamente todos los días. Deben de tener acumulados más de quinientos mil euros en multas, pero como son insolventes no hay manera de cobrarles», incide recordando que existe la posibilidad de calificar penalmente aquellos casos en los que se produce una reiteración de infracciones administrativas, pero entiende que no se estaría ejecutando esta opción.

En este punto, destaca el esfuerzo realizado recientemente por la Fiscalía de Pontevedra de tratar de calificar a un grupo de furtivos como integrantes de un grupo o una organización criminal. Sin embargo, la realidad es que, normalmente, todo se acaba traduciendo en multas y en inhabilitaciones para ejercer la pesca o el marisqueo cuando «ellos carecen de licencias. Esto esta enfocado para un profesional que, por alguna irregularidad, es inhabilitado. Esto seguirá así hasta que cualquier día pase una desgracia, ya no solo a nosotros, sino a cualquier consumidor que consuma alguna almeja extraída irregularmente y tenga la mala fortuna de morir».

Problema social

Fernando Magdalena está convencido de que aún falta concienciarse de que el furtivismo es un problema no solo para el sector del marisqueo, sino a n nivel social. «Están robando el sustento de los profesionales», remarca, así como reconoce sin ambages que uno de los principales problemas se encuentran en negocios de hostelería que adquieren mercancía en el mercado negro.

En este punto, remarca que la comercialización del producto extraído sin control entre particulares «no mueve tanto. Consumen y podrían ir vendiéndoles, menudeando, pero realmente las cantidades que están cogiendo... Hablamos de grupos organizados. En Baiona, donde yo trabajé, la Guardia Civil ha desarticulado un grupo que llevaban años y años al percebe y en un día, a lo mejor, te sacan trescientos o cuatrocientos kilos. Eso no es para consumo de particulares o turistas a los que vendan por la calle una bolsa. Eso ya son encargos del restaurante que están por detrás».

«El restaurante solo se conciencia cuando va una inspección y le acaban metiendo un buen paquete. Mientras no les entren por el bar, le empiecen a pedir facturas y no puedan justificar legalmente esa mercancía o le ocurra una desgracia a un consumidor...», incide al respecto.

El furtivismo no es el único problema al que tiene que hacer frente este sector, ya que la llegada de producto procedente de Portugal es otra de las más graves incidencias que se está padeciendo en la comarca de Pontevedra. En todo caso, Magdalena apuntó que «parece que últimamente se ha cortado un poco».

Precisamente, la presencia de más o menos marisco foráneo se percibe en los precios en lonja, de tal modo que «cuando han cortado lo de Portugal, la almeja sube de precio muchísimo y cuando es al revés, los precios están por los suelos. Se ve que la última redada ha hecho efecto porque llevan todo el año bastante altos. No recuerdan las mariscadoras una situación así».

Visión general

A día de hoy, la percepción que Fernando Magdalena tiene de la situación del furtivismo es que «es algo endémico de la sociedad gallega», si bien considera que en la zona de Pontevedra «se ha conseguido recortar un poco». Sin embargo, advierte de que esta realidad contrasta con lo que se vive en otros puntos, caso de Cabo de Cruz, Baiona o A Guarda, «las zonas cero de Galicia. Creo que esto va a continuar igual, mientras las leyes no sean más estrictas o coercitivas seguiremos en la misma tónica».