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Un cerquero de Malpica sufrió graves desperfectos al colisionar con un pesquero asturiano

Emiliano Mouzo, Marta López A CORUÑA

SOMOS MAR

Emiliano Mouzo

Sus ocho tripulantes, y la dotación del otro buque, no sufrieron daños personales

30 abr 2021 . Actualizado a las 17:58 h.

El cerquero San Adrián do Mar, con casco de madera y con base en el puerto coruñés de Malpica, sufrió graves daños en su estructura tras colisionar, proa con proa con un pesquero, el Esmeralda Tercera, construido en acero y con base en el puerto de San Esteban de Pravia. Ocurrió a unas dos millas al este de cabo Peñas, en aguas asturianas.Tanto los ochos tripulantes del pesquero gallego, como la dotación del barco asturiano no sufrieron daños personales.

La grave colisión tuvo lugar alrededor del mediodía del jueves por un descuido de ambas embarcaciones, según explicó uno de los socios del barco malpicán, José Verdes. El San Adrián do Mar se dirigía a puerto tras una jornada de pesca, mientras que el Esmeralda Tercero estaba faenando. El barco malpicán, construido hace 38 años, quedó literalmente sin proa. Su capitán solicitó ayuda por VHF, reporte que fue recogido por otros patrones de cerqueros que se encontraban pescando bocarte en la costa asturiana.

En un principio la situación no era buena para el cerquero de Malpica, pero tras una primera exploración sus tripulantes comprobaron que la vía de agua era muy pequeña y podía llegar a tierra por sus propios medios, aunque Salvamento Marítimo ya tenía activado el protocolo de rescate. De hecho, hasta la zona voló el Helimer 222, y navegaron hasta el San Adrián do Mar la Salvamar Rigel y la L/S Gijón. El San Adrián do Mar llegó hasta el puerto de Avilés escoltado por otros cerqueros gallegos, entre ellos el Chiquita, con base en Camariñas.

Aunque José Verdes no iba a bordo, ya que de eso suele encargarse uno de sus socios, reconoció que el susto «foi grande» y que la responsabilidad de la colisión no puede atribuírsele a uno o a otro, ya que fue «un descoido dos dous, por exceso de confianza». En esos momentos navegaban «a oito nudos e pico» y tratándose de buques de similar tamaño y que rondan las cien toneladas, «xa se pode imaxinar que o golpe foi grande». «O outro barco, ao ser de ferro, apenas cediu. Levantouse no aire, si, pero tivo poucos danos. Nós tivemos sorte de que nos colleu na amura de babor, porque se nos pillase máis abaixo xa sería outra historia», siguió relatando Verdes.

Calcula que tardarán al menos dos meses en volver a faenar, con el perjuicio económico que ello supone, y más todavía cuando aún en marzo empezaron la temporada y los dos últimos años no han sido precisamente buenos. No cree que lleguen, por ejemplo, a la temporada de la anchoa. «É moita pena que teñamos que desprazarnos 100 ou 200 millas e ir ao mar día e noite para buscar especies que temos aqui, na casa, pero que non podemos coller por falta de cota», lamentó el armador.