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Desastre en Cabo de Cruz al hallar las mariscadoras todo el bivalvo moribundo

A. Gerpe, M. Gago, L. C. Llera REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Han tenido que suspender la campaña y devolver al mar el producto extraído

28 feb 2021 . Actualizado a las 13:59 h.

Tras haber pasado un mes en blanco porque ante la sucesión de temporales y la entrada de agua dulce en la ría decidieron no remover el bivalvo con el fin de que resistiese, las mariscadoras de a pie de Cabo de Cruz se llevaron ayer una desagradable sorpresa. Después de que la playa de Barraña acabara sembrada de molusco tras el vendaval del pasado fin de semana, el colectivo había depositado en Mañóns todas sus esperanzas de retomar la actividad. Se trata de un banco más resguardado y confiaban en que, al no haber removido la tierra durante semanas, el marisco estuviera en buenas condiciones.

Lo que encontraron fue un auténtico desastre. El bivalvo se debate entre la vida y la muerte. En los pocos capachos que llegaron a la lonja el molusco tenía la boca abierta y era evidente que no iba a resistir. Ante esta situación, la bióloga del pósito indicó que debía suspenderse la actividad extractiva y resembrar todo el producto a la espera de que, si el tiempo acompaña, pueda recuperarse y estar en óptimas condiciones para su comercialización.

El precedente del año 2000

La presidenta de la agrupación de a pie, Charo Vázquez, lleva 18 años como mariscadora y afirmaba: «Eu nunca vivín isto».

Inevitablemente, el desastre obliga a retroceder en el tiempo hasta el año 2000, cuando meses interminables de lluvias redujeron al mínimo la salinidad del agua provocando la mortandad de toneladas de marisco. Charo Vázquez todavía no estaba en la cofradía, pero conoce lo sucedido: «Aquel ano houbera que mandar ao paro a traballadores da confraría». Si esta situación puede repetirse ahora es el gran temor, la presidenta prefiere no aventurarse: «Teremos que ir mirando pouco a pouco como están os bancos e facer mostraxes».

Lo que sí está claro es que, por ahora, las profesionales no podrán regresar a las playas. Charo Vázquez estima que, al menos, hará falta otro mes de inactividad para ver si el bivalvo consigue salir adelante. El sector está desolado y una de las mariscadoras aseguraba ayer: «Isto é unha pena».

El 69 % de la almeja de Vilaboa ha muerto y el marisqueo se retrasará

Un informe técnico de la cofradía de Vilaboa, en el fondo de la ría de Vigo, ha detectado una mortandad que alcanza hasta el 68 % de la almeja en sus bancos marisqueros de a pie. El portavoz del pósito, José González, atribuye este altísimo índice de mortandad del bivalvo a la caída de la salinidad como consecuencia de las lluvias de este invierno y el exceso de agua dulce procedente de la desembocadura del Verdugo y del Riomaior a la ría olívica. Los bancos de Vilaboa no son grandes comparados con otros de las Rías Baixas, pero aun así dan trabajo a un buen número de familias del municipio.

González señaló que la mortandad no solo está motivada por la caída de la salinidad, sino también por el arrastre de lodos desde los ríos hasta zonas productivas de los bancos. Una situación similar, aunque con mayor acumulación de fangos, ya se produjo en el 2006, cuando prácticamente quedaron arrasados.

El regreso del marisqueo a pie en Vilaboa se retrasará a consecuencia de la alta mortandad de la almeja. «O marisqueo deberá ter que estar pechado polo menos un par de meses», estimó González. En cuanto a los bancos de a flote, el posible impacto está aún pendiente de evaluar.

Por contra, el patrón mayor de la cofradía San Francisco de Vigo, Iago Soto, asegura que los mariscadores de a flote de la ría viguesa no están notando demasiado la mortalidad de bivalvos por el exceso de agua dulce, ya que «la zona de marisqueo se encuentran en mitad de la ría y no afecta tanto como en otras donde se trabaja más en la desembocadura de los ríos que dan a ellas». Desde el sector marisquero de la cofradía San Juan de Redondela también corroboran estas afirmaciones. Soto dice que, de todos modos, se trata de un fenómeno frecuente contra el que no se pueden luchar porque depende de la meteorología.