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Un barco sin maquillar y sueldos que pueden animar a los jóvenes a trabajar en la pesca

s. s. VIVEIRO / LA VOZ

SOMOS MAR

Mandos del «pincheiro» de Celeiro Rodríguez Parapar rozan los 4.000 euros y los marineros pueden llegar a 2.000

16 feb 2021 . Actualizado a las 10:49 h.

Sin maquillar, pese a que acaba de regresar tras nueve días pescando y cuatro de ruta. Así muestra el armador José Hilario el palangrero de fondo celeirense Rodríguez Parapar. Son sus apellidos y los de su hermano Rodrigo, el copropietario. Atracado en Celeiro a pie de lonja, la tripulación aprovisiona víveres, carnada, revisa máquinas con técnicos... Se prepara para retornar a los míticos caladeros de Gran Sol. Ahí, al suroeste de Irlanda, capturaron 12.000 kilos de merluza del pincho, como se conoce a un pescado capturado con anzuelo que la flota de Puerto de Celeiro acredita como de «calidad suprema» con el sello de sostenibilidad ambiental y social Friend of the Sea. Subastada al alba en la rula, el precio medio de menos de cuatro euros por kilo se quedó corto.

Cuando sin marineros inmigrantes muchos barco estarían parados y cuando seis de cada diez mandos de la pesca rondan la edad de jubilación, visitar el Rodríguez Parapar acerca a la realidad pesquera en un puerto de referencia en Europa. A este barco de 30 metros de eslora botado en el 2013 lo cuidan unos armadores empeñados en garantizar la seguridad, en hacer vida y trabajo a bordo lo más cómodos posible y en tratar cada pescado como la delicia que es.

Siete marineros son indonesios, el primero de máquinas y el cocinero, peruanos nacionalizados en España, y los otros seis tripulantes, españoles. Que la falta de mandos es el más acuciante problema de la flota lo prueba que al patrón de pesca le quedan meses para jubilarse y el de costa, su segundo, sigue en activo tras cumplir 55. A esa edad pueden retirarse las gentes del mar porque España les compensa períodos de cotización reconociendo la dureza y penosidad del oficio.

Seguridad «prioritaria»

El Rodríguez Parapar asegura un sueldo fijo mensual. Para la marinería, los mandos y los propios armadores, el resto de la remuneración depende de las capturas y, sobre todo, de cómo se las paguen. En su empresa, añade José Hilario, en el balance anual los mandos alcanzan medias mensuales de 4.000 euros y los marineros pueden rondar los 2.000.

No hay olores a bordo, una prueba de una larga lista de medidas higiénico-sanitarias y medioambientales. Que la seguridad «é o prioritario» lo demuestran trajes de supervivencia, lanchas salvavidas, camillas, sistemas contra incendios, bombas de achique, estanqueidad de todos los habitáculos... Indicaciones visuales en cada recinto indican qué debe hacer cada hombre en caso de emergencia. Y cada tres meses, apunta el armador, simulacros para ejercitarse.

Por si falla uno, los equipos tecnológicos de pesca y de navegación están por duplicado en el puente de mando. Aunque la telefonía por satélite «é cara, non se priva a ninguén de chamar a casa en caso de enfermedade ou para avisar que chegan a porto», dice José Hilario. Clave para mantenerlos conectados al mundo, la televisión por satélite y, «pronto, coa subvención de Mar», wifi, para que las telecomunicaciones a bordo sean como en tierra.

Camarotes y ascensor

El camarote del patrón y el de su segundo cuentan con aseo y ducha propios. El jefe de máquinas y el engrasador comparten uno. Y los otros once hombres se reparten en dos de ocho y seis literas, con colchones de 2 metros de largo y 90 centímetros de ancho, armarios individuales... Dos mesas, bancos y una tele en un comedor al que no se puede entrar con ropa de faena. Al lado, una cocina dotada «casi igual a la de un restaurante». Lavadora y secadora facilitan la limpieza de la ropa personal y de trabajo.

La zona de trabajo del Rodríguez Parapar la han preparado para reducir la carga de pesos a lo imprescindible. Por ejemplo, con un ascensor hidráulico para cargar y vaciar las neveras donde refrigeran pescado «eviscerado con maestría e sen romper nunca a cadena de frío», canales que desplazan de proa a popa los aparejos del palangre... Además, casi todas las tareas se hacen a cubierto, minimizando riesgos.

A José Hilario Rodríguez Parapar le gustaría que este resumen de sus detalladas explicaciones anime a jóvenes «a traballar no mar». Sobre todo le satisfaría que a los consumidores les sirva para «saber o que compran, porque detrás de cada merluza do pincho de Celeiro hai empresas que reinvertimos en mellorar o barco e protexer ás nosas tripulacións, e persoas e familias que coidamos o mar e tratamos co máximo esmero cada peixe».