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El bocarte acude al rescate del cerco

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Con el cupo de sardina agotado y la pesquería cerrada, con el jurel esquivo para la flota y sin cabalón, la anchoa, que el año pasado no llegó a Galicia, sorprendió a los barcos

30 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Salvados por el bocarte, un pequeño pelágico que acude al rescate de una flota grande, al menos en cuanto a número: en torno a 150 barcos. En un momento en el que la pesquería de sardina se ha cerrado porque los barcos han agotado el cupo que tenían previsto hasta noviembre, y en el que dar con el jurel es difícil porque el caladero está lleno de sardina y esta no le deja espacio, la anchoa ha hecho una aparición sorpresiva en aguas gallegas para regocijo de cerqueros. Y de paso, de la propia lonja del Muro, muy tocada por la bajada de ventas a raíz de la pandemia, explicó el presidente de la lonja herculina, Juan Carlos Corrás. Lo cierto es que no esperaban la aparición de una especie que se había hecho habitual de los veranos, pero que el año pasado dio un quiebro a la flota y apenas se dejó ver entre las cajas puestas a subasta en las rulas gallegas.

Este año ha vuelto. De las 300 toneladas de pescado que se subastaron el pasado martes en el Muro, la mitad fueron de anchoa capturada en la costa coruñesa. Y lo mejor de todo, el precio. Las de primera hora arrancaron a 2,20 euros, aunque en las siguientes pujas la cotización fue bajando hasta estabilizarse en el euro.

Ayer se repitió la fortuna. Los cerqueros volvieron a dar con manchas de bocarte en el caladero. Bancos formados por piezas de tamaño considerable para tratarse de un pelágico pequeño. De esas que entran unos 30 o 40 granos (ejemplares) en cada kilo. Y la cotización fue incluso mejor que la del día anterior. Las ofertas de fábricas conserveras y vendedores de fresco no bajaron del euro y alcanzaron los 2,6. También hubo descargas en Celeiro, aunque menos voluminosas. Apenas 12.000 kilos de tres barcos.

«A ver o que dura», interviene Andrés García, portavoz de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga). Porque si la anchoa se había convertido en asidua de aguas gallegas, también es cierto que la suya suele ser una visita fugaz. «Dura o que dura», dice. Y lo que dura no suele ser más de 15 días.

Lo que sea con tal de que contribuya a paliar una mala temporada. Por ahora están «contentos todos». Los cerqueros porque pueden minimizar el desastre del cierre de la sardina, y la lonja porque recupera fuelle para remontar.

La caída del Muro es perceptible en las estadísticas. En lo que va de año el volumen subastado ha descendido un 18 % con respecto al mismo período del 2019. Y en lo económico, el retroceso es mayor, del 20 %. En el pasado ejercicio, el Muro había facturado a estas alturas 40,4 millones de euros, cuando ahora los ingresos acumulados apenas rebasan los 32 millones.

Cuota suficiente

Suerte que ha aparecido al norte de Fisterra. Si llega a hacerlo al sur de ese cabo, la flota tendría que limitarse a observarlas desde el sonar y contentarse con verlas pasar, como ocurre con la sardina, dado que la pesquería está cerrada y no hay cupo.

Sin embargo, de Fisterra para el norte, por problema de cuota que no sea. La misma pandemia que ha dejado impronta en los números de las empresas, también ha dejado bocartes en el mar, ejemplares de un stock que, además, está en el mejor momento de su historia, según las evaluaciones científicas. De hecho, en el primer semestre del año no se consumió el 90 % de la cuota, como se había previsto, de forma que esta segunda parte del ejercicio, para la que se había reservado el 10 %, tendrá más posibilidades de pesca: 10.443,35 toneladas en total. Más de la cantidad que España tenía de sardina para toda la temporada.

En cuanto a los cupos, se limitan a 8.000 kilos por barco y día si tiene más de 120 GT (toneladas de arqueo) o supera los doce tripulantes. Por debajo de esos umbrales, el tope será de 6.400 kilos por día.