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Palangreros de A Guarda exigen a Greenpeace que deje de hostigarlos

E. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Kajsa Sjölander | Greenpeace

Los activistas acosaron a un barco de Orpagu cuando pescaba marraxo cerca de Azores

28 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu) se encaró ayer a los activistas de Greenpeace exigiéndoles que dejen de hostigar a sus embarcaciones. Tratan así de parar los pies a una organización que el miércoles pasado acosó a uno de sus buques -el Ameal- que estaba pescando legalmente en las inmediaciones de las islas Azores acusándolo de pescar tiburones. Cosa que es cierta, pues capturan marraxo (Isurus oxyrinchus) y tintorera (Prionace glauca), dos variedades de escualos, además de pez espada.

Pero los ecologistas lo señalan en su página web para insinuar que extrae más escualo que emperador y, de paso, para denunciar que la flota gallega y la portuguesa desembarcan más de 25.000 marraxos al año, cantidad a la que llega tras de dividir el volumen de capturas entre los 140 kilos que, de media, pesa un ejemplar de esa especie. La primera afirmación la sustentan en que en el tiempo que el Ameal estuvo faenando, los activistas «solo vieron un pez espada y al menos ocho tiburones sacados de una línea de casi 40 millas de largo». Porque esa es otra. La organización da a entender que usa artes ilegales al señalar que utiliza «métodos destructivos como las líneas de kilómetros con miles de anzuelos», cuando lo que está describiendo es un palangre de superficie, arte de pesca autorizado, y perfectamente regulado en la legislación pesquera.

Guardeses indignados

La que Greenpeace define como «protesta pacífica» ha encolerizado a los espaderos de A Guarda, donde se concentra la mayor parte de la flota de palangre de superficie de Europa. Reprochan a Greenpeace que haya ido a buscar el blanco fácil: embarcaciones de empresas familiares, en las que el armador es marinero, que están perfectamente controladas por el AIS (Sistema de Identificación Automática) y que comunican sus capturas diariamente por el DEA (diario electrónico de a bordo).

«Greenpeace o que tiña que facer é ir a acosar ao inemigo que temos en común: a pesca ilegal, non regulada e non documentada», subraya Joaquín Cadilla, presidente de Orpagu, reprochando a los ecologistas que desvíen la atención del problema real y dirijan el foco hacia una flota «que respecta as normas e que fai unha pesca sostible nas súas tres vertentes: medioambiental, económica e social».

De hecho, Orpagu recuerda que, junto a otras organizaciones, han puesto en marcha el primer proyecto de mejora de pesquería (FIP) del mundo que incluye al tiburón y al pez espada. Y que, además, ha sido seleccionada por la FAO «como organización ejemplar para participar como colaboradores en una guía sobre responsabilidad social en la pesca que está desarrollando este organismo de la ONU», explican en un comunicado.

Así que más le valdría a Greenpeace dedicar sus «medios millonarios» contra la pesca ilegal porque «non pode dar leccións á flota galega de que é a sensibilidade cara a pesca sostible e o coidado do mar», sentencia Joaquín Cadilla.

A la condena se sumó la patronal pesquera, Cepesca. Su secretario general, Javier Garat, señaló que «es lamentable que estos grupos no enfoquen sus esfuerzos en los barcos que realizan pesca ilegal», al tiempo que criticó que los ecologistas recurran a este tipo de acciones para «suplir con sensacionalismo la razón que aportan los datos y los hechos».

Garat inscribe el acoso al Ameal en «nueva campaña contra el sector pesquero que captura tiburones en el Atlántico norte» por parte de Greenpeace.

La patronal pesquera lamentó la «desinformación de la que hace gala este grupo ambientalista, ignorando que todos los buques de nuestra flota pescan cumpliendo escrupulosamente las medidas de gestión establecidas» por las Organizaciones Regionales de Pesca (ORP), la UE y el Gobierno español.