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La esquilmada flota de los 300 que logró sobrevivir a la PCP, ¿se salvará del «brexit»?

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

SOMOS MAR

PEPA LOSADA

El Reino Unido podría expulsar a los 66 barcos gallegos que pescan en el Gran Sol, hiriendo de muerte al sector

29 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El brexit no podía encontrar un escenario más aterrador para desatar su furia: el Gran Sol. En las turbulentas e implacables aguas de este caladero, Galicia se juega su futuro. La esquilmada flota de los 300 ha logrado sobrevivir a tempestades, hundimientos e incluso a la adhesión y reparto de cuotas de la UE (la llamada Política Comunitaria de Pesca, la PCP), pero le queda por delante el reto más importante de su historia: resistir a la salida del Reino Unido de la UE.

 

En la actualidad ya solo faenan en la zona 66 buques gallegos (un 70 % menos), la mayoría arrastreros de fondo (los del pincho) de los puertos de Celeiro y Burela. El apetito por la merluza es lo que lleva a estos monstruos navales a adentrarse en territorio británico. Solo en el 2017 la flota de A Mariña facturó unos 106 millones de euros gracias a la comercialización de su producto. Y esa es solo una parte del pastel que se lleva Galicia de la pesca en el Gran Sol, y que el temido brexit podría arrebatarle.

De la actividad de estos barcos dependen 44 de los 88 sectores económicos de la región. «Una cantidad de relevancia estructural», aseguran los expertos del Grupo de Investigación Pesquera y Recursos Naturales de la Universidade de Santiago de Compostela en un informe reciente sobre el impacto que tendrá en la pesca gallega la salida del Reino Unido de la UE. Al menos 27 de los sectores dependientes de esta pesca de altura son industriales y de alta tecnología (maquinaria eléctrica, electrónica, mecánica, suministro de combustible...), y otros 17 son de servicios (jurídicos, transporte, comercio, publicidad...). Todos ellos prestan asistencia a los buques, que pertenecen a empresas «bien dimensionadas, innovadoras y dotadas de los más avanzados dispositivos de detección, captura, predicción, procesado y estiba» por las millonarias inversiones que hicieron en los últimos años los armadores del Gran Sol con el objetivo de adaptarse a la nueva PCP.

En términos económicos, son 533 millones de euros de los 61.000 millones que genera la economía gallega al año (tomando datos del 2017), 140 millones en salarios y 23 millones en cotizaciones a la Seguridad Social los que están en la picota.

Si finalmente el Reino Unido decide cerrar sus puertas a la flota gallega tras el divorcio, buena parte de ellos se esfumarán. «Los británicos pueden usar la pesca como amenaza, en la misma medida que se pueden sentir amenazados o menos eficientes», reza el documento. Y es que en los últimos tiempos, la flota palangrera aumentó productividad, salarios y rentabilidad al tiempo que se erigían como ejemplo en el cuidado de las poblaciones pesqueras. «La mejor garantía del cuidado del recurso en las aguas que rodean al Reino Unido han sido su captura por los gallegos», dicen los expertos. A eso se suma el alto valor comercial de las capturas de la flota galaica, «muy superior», dicen esos expertos, al de los británicos. Ganan en cantidad y calidad.

Es precisamente la pérdida de competitividad y músculo de la flota británica la que azuza los malos vientos en el brexit. Los pescadores escoceses siguen presionando al Gobierno de Theresa May para que expulse de sus aguas a la flota comunitaria a partir del 29 de marzo del 2019, sin esperar a que termine el período de transición (previsto hasta el 31 de diciembre del 2020). May pactó una prórroga aceptando el statu quo y renunciando a negociar el reparto de cuotas durante la desconexión, pero el pasado 11 de marzo publicó una declaración conjunta con la líder conservadora escocesa, Ruth Davidson, en la que se retracta y -en contra de lo que le prometió al negociador europeo, Michel Barnier-, asegura que es «vital» retomar el control sobre la gestión pesquera.

Esta semana la Xunta trasladó a Bruselas la inquietud por esta situación. Tras verse con altos cargos comunitarios, la conselleira Rosa Quintana aseguró que «a pesca está a ser considerada motivo fundamental nas negociacións».

La cerrazón de Londres puede poner en aprietos a toda la flota gallega, no solo la del Gran Sol. La UE y el Reino Unido comparten hasta 100 stocks migratorios. Y ahí miles de barcos gallegos de bajura podrían tener problemas si, al final, los británicos fijan de forma unilateral cuotas para especies como la xarda.

Los expertos no creen que ese vaya a ser el escenario cuando se consume el brexit. Londres necesita tener acceso al mercado interno de la UE, adonde van a parar el 68 % de sus exportaciones pesqueras, por 1.340 millones de euros. Barnier lo ha dejado bien claro: Deberán abrir sus aguas a la flota comunitaria (pescan el 33,7 % de las capturas en el área británica) si quieren colocar sus productos en las despensas de los europeos. «En el contexto general del acuerdo de libre comercio, debe mantenerse el acceso recíproco a las aguas y recursos pesqueros», rezan las orientaciones de negociación del Consejo Europeo. Esa es la condición sine qua non impuesta por los Veintisiete.