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La almeja japónica es... norteamericana

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

Científicos del CSIC concluyen que esa variedad de bivalvo que crece en Galicia no procede de Asia

29 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A la almeja japónica, ese gentilicio popular no le viene por sus padres. Esa reminiscencia asiática también presente en el latinajo de su nombre científico (Ruditapes philippinarum) la heredó de sus abuelos o bisabuelos, que sí habrían nacido en el país del sol naciente. Es el descubrimiento que han hecho investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que tras analizar el ADN de poblaciones de esa variedad de bivalvos procedentes de puntos como la ría de Arousa, la de Vigo o el delta del Ebro, zonas de importante producción, han concluido que la almeja japónica presente en esos bancos y en el resto de Europa es de origen norteamericano. En el marco de esa misma investigación, han determinado que las poblaciones de esta especie que actualmente viven en Norteamérica proceden de Japón. «Nuestros resultados confirman que las almejas europeas tendrían sus parientes más próximos en Norteamérica. Por otro lado, sus parientes más remotos estarían en Japón», afirma el investigador del CSIC Carlos Saavedra, del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal de Castellón.

Hasta ahora se creía que la Ruditapes philippinarum, «el bivalvo de mayor importancia mundial en acuicultura detrás de la ostra», apuntan los científicos, había llegado a Europa en los años setenta a partir de ejemplares procedentes de un criadero de Canadá. También se afirmaba que las poblaciones de Norteamérica fueron introducidas accidentalmente en esas latitudes con los ejemplares de ostra importados de Japón allá por los años treinta.

Secuencia histórica

Así que, para verificar esa secuencia histórica y excluir introducciones adicionales posteriores de otras áreas geográficas, los científicos estudiaron el ADN de poblaciones de China, Japón, Estados Unidos y Europa. Y los resultados, que acaban de ser publicados en la revista Scientific Reports, vienen a dar fuerza a la teoría de que la almeja japónica que se cría en Galicia habla inglés antes que japonés.

Otro descubrimiento que ha hecho el equipo del CSIC adscrito al centro de Castellón es que los antepasados de la japónica estarían en Japón, pero nunca en Asia continental, pues «no hay rastro genético de países como China», señala Saavedra.

Este dato cobra especial relevancia, a decir de los científicos, si de lo que se trata es de avanzar en las técnicas de cultivo de la almeja japónica, dado que los bivalvos de esta especie que crecen en las costas del continente son genéticamente muy diferentes a las que se crían en Japón, con lo que «pueden tener características de cultivo distintas que estaríamos ignorando», explica Carlos Saavedra.

Precisamente, los resultados de este estudio constituyen un primer paso para avanzar en la mejora de la gestión de los bancos naturales de almeja japónica o, incluso, en la cría industrial. «En particular, es de gran interés saber si las poblaciones que actualmente viven en las costas europeas proceden todas de la introducción original o si ha habido introducciones adicionales», concluye Saavedra.

Los científicos también han comprobado que las poblaciones europeas de la especie tienen menos variabilidad genética que las de las poblaciones norteamericanas de las que proceden. Eso probablemente se deba «al uso de pocos reproductores en los criaderos que se han usado para la cría de la especie», apunta David Cordero, también del equipo de Castellón.

Un descubrimiento que permitirá mejorar la gestión de los bancos

Conocer la procedencia y características de la almeja japónica abre la puerta a mejorar la gestión de los bancos naturales y avanzar en su cultivo. Ni que decir tiene que ese es un avance importante para el marisqueo gallego, que tiene en esa variedad de bivalvo su principal filón, después de que esta desplazase por volumen de producción a sus parientes la fina, la babosa, la rubia y la bicuda. El año pasado se comercializaron en las lonjas gallegas 4.439 toneladas de almejas, por importe de 52,5 millones de euros, y más de la mitad de ese volumen (2.615) corresponden a la variedad de babosa, por la que se ingresaron 22,2 millones de euros.

El impacto

Y más importancia que tendrá si se cumplen los vaticinios de los investigadores del grupo Ecocost, del departamento de Ecología y Biología Animal de la Universidad de Vigo, que aseguran que el cambio climático tendrá efectos negativos sobre variedades de almeja como la fina y, sobre todo, la babosa, para la que incluso llegan a augurar su desaparición en la franja intermareal. Unas alteraciones que la japónica resistiría mejor y pasaría a ocupar el espacio de las especies tradicionales en los bancos naturales.

Claro que ese desplazamiento tendría su reflejo en las rentas de los profesionales del marisqueo, puesto que la cotización es menor con respecto a la babosa y, sobre todo, la fina. Su precio medio en el 2016 fue de 8,51 euros, frente a los 15,82 de la babosa y muy por debajo de los 29, 61 euros de la fina.