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El sector clama contra los descartes y pide control estricto a los pelágicos galos

Mar García Balseiro
m. g. balseiro LA VOZ / VIVEIRO

SOMOS MAR

«É un arte legal no seu país, pero destrúen fauna e prexudican outras flotas», dicen

17 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El sector pesquero reclamaba ayer desde A Mariña un control «máis estricto tanto en mar como en terra» de los arrastreros pelágicos franceses que faenan en aguas comunitarias frente al litoral gallego, y que estos días descargaban sus capturas de bonito en puertos como el de A Coruña o el de Celeiro. Clama, además, contra los descartes que genera con su forma de pescar. Mercedes Rodríguez, gerente de la Organización de productores Pesqueros de Lugo (OPP-7), expresó su preocupación «por unha situación conflictiva que a flota leva varios anos poñendo en coñecemento de Madrid». Piden que se vigile el cumplimiento de la normativa en materia de descartes, que controlen las cuotas de pesca, los preavisos de descarga, y si se realiza, la primera venta en las lonjas. Reclaman, en alta mar y en puerto, «os mesmos controis que nos fan a nós».

«Aínda que entendemos que é un arte legal no seu país, é unha pena a fauna mariña que destrúen fonte a unha pesqueira tan ecolóxica e sostible como é a cacea ou o cebo vivo», señaló por su parte Basilio Otero, presidente de la Federación de Cofradías de Lugo. El también patrón mayor de Burela considera que, además de las medidas que tomen las Administraciones competentes, son organizaciones como Greenpeace las que deben intervenir. «Non se entende todo o que se meten co arrastre de fondo cando isto é máis dañino coa fauna, e enriba prexudican a outras flotas con artes máis respectuosas».

Veintitrés parejas

La semana pasada se constató la presencia de 23 parejas de arrastreros pelágicos, 46 barcos, faenando «fóra das 12 millas si, pero fronte ás nosas costas». Y Otero añadió: «E hai sorte, que a flota boniteira tradicional hoxe é escasa», porque la situación evoca la llamada Guerra del bonito, que enfrentó a la flota bonitera del Cantábrico con la francesa e irlandesa por el uso de redes de volanta a la deriva, durante la década de 1990. «¿E para iso pelexou no 94 aquela xente de mar que prendemos a La Gabrielle? ¿Para que agora a nosa flota amarre porque non ten peixe para a cacea e os franceses gañando diñeiro á nosa costa?», señalaba un jubilado que vivió aquellos acontecimientos.

En el mar seguía ayer la efervescencia entre la flota, mientras un helicóptero de la Guardia Civil sobrevolaba la zona de faena. «¿Cuándo se equipararán las inspecciones a los piratas españoles con los pescadores sostenibles europeos?», apuntaban. Volvían a usar las redes sociales para dar cuenta «en tiempo real» de la situación de los pelágicos franceses. 

Galicia atacará por los daños medioambientales que ocasiona esa pesquería

Las autoridades pesqueras tienen claro que esta segunda guerra del bonito no se puede ganar dando batalla en el plano legal. Los arrastreros pelágicos emplean un arte permitido en sus países, faenan en aguas comunitarias para las que tienen autorización y, salvo excepciones, como la pareja a la que se le abrió expediente en A Coruña, capturan especies que les están permitidas.

Por eso la estrategia bélica de Galicia se dirigirá hacia otro flanco: el medioambiental. Ni más ni menos que la fibra sensible de la Comisión de Pesca, Parlamento Europeo y demás instancias comunitarias que habitan en Bruselas. En esa escaramuza, Mar contrapondrá la selectividad de la flota bonitera gallega, donde el descarte es cero, «porque ata o peixe que se daña coa cana se come a bordo», apuntan fuentes de la consellería, con la de las parejas de arrastre pelágico, que captura de todo, incluidos cetáceos y mamíferos marinos, y que tiene un porcentaje sensiblemente mayor de descartes. «Acabamos de levar un susto moi grande co xeito porque Bruselas dicía que capturaba delfíns e se permite actuar con impunidade a unha flota que contravén o espíritu da PCP (política común de pesca)», razonan fuentes de Mar.

Las autoridades gallegas están convencidas de que ese es el camino y ya han gastado su primera munición enviando informes en ese sentido a Madrid y a Asturias, que este mes representa a las autonomías ante Bruselas. Las citadas fuentes recuerdan que así se actuó en la primera guerra del bonito. Y que se ganó.

Mucho bonito cerca de la costa gallega

Los problemas con las flotas pelágicas de otros países comunitarios como Irlanda y Francia surgían a principios de la costera del bonito, y no a estas alturas, pero esta campaña «foi mala, se non atopaban bonito os nosos barcos, eles tampouco», por lo que no agotaron la cuota asignada. «Este último mes atopouse bonito cerca da costa e apareceron os peláxicos», explicó Rodríguez. Ayer, una pareja gala vendió en Ondárroa 60. 000 kilos de bonito.