Los jabalíes causan casi diez siniestros cada día en las carreteras gallegas
SOSTENIBILIDAD
Los expertos constatan que se han desplazado de las montañas a la costa y ahora tienen más camadas y más posibilidades de alimentación. Este fin de semana se habilitan batidas libres para intentar frenar su expansión
19 sep 2023 . Actualizado a las 19:06 h.Los jabalíes, al igual que otros mamíferos, como los zorros, o aves, como las gaviotas o las palomas, han sabido adaptarse muy bien a la presencia del hombre. Es, como dice el investigador del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC) Joaquín Vicente Baños, una especie «muy plástica, muy adaptable». Tanto que estos animales omnívoros campan a sus anchas por campos de cultivos y zonas urbanas buscando alimento que les permitan vivir como marajás en entornos donde, además, están mucho más protegidos de sus depredadores.
Ese poder de adaptación es una de las razones que explican la proliferación de jabalíes en áreas urbanas y periurbanas registrada en los últimos años, según la catedrática del departamento de Microbiología e investigadora del Laboratorio de Referencia Escherichia coli de la Facultad de Veterinaria del Campus Terra de la USC, Azucena Mora. Esa sobrepoblación es la que ha llevado a la Xunta a declarar por tercera vez la emergencia cinegética, en esta ocasión para el 80 % del territorio gallego. Desde ayer mismo, hay batidas libres de estos animales en 248 municipios.
Pero esa sobrepoblación «no es una situación que haya cambiado de un día para otro. Responde a unas causas que se arrastran desde hace tiempo», dice Joaquín Vicente. Y, según aprecian desde la Federación Galega de Caza, no es que se haya disparado la población en estos últimos años, lo que parece haber sucedido en este tiempo es que se han desplazado desde zonas de montaña hacia el eje atlántico de Galicia.
También ocurre que tanto la proliferación de la agricultura intensiva en algunas partes de España como el cambio climático —los inviernos más suaves hacen que migren cada vez más hacia el norte de Europa— favorecen su reproducción: «Los jabalíes son una especie con una capacidad reproductiva atípica en un animal tan grande. Se asemeja más a la de los roedores. Tanto el hecho de tener más comida disponible en maizales o en las ciudades como la subida de las temperaturas con unos inviernos menos fríos de lo habitual favorecen que tengan más camadas y más numerosas», dice el investigador del instituto IREC.
Este último centro comenzó este mes, por encargo del Ministerio de Agricultura, la monitorización de la población de jabalíes en la Península para conocer sus movimientos. «En los próximos meses se pondrán más puntos de estudio; otro estará en la provincia de Lugo, sumándose al que ya hay en Ourense», indica.
La escasez de estudios de movimiento se une a la baja capacidad para controlar ese aumento de la población en toda Europa. «Cada vez hay menos cazadores. Entonces hay que buscar fórmulas de control más efectivas. Desde el IREC vamos a emprender una investigación para probar unas fórmulas más efectivas de captura por medio de una red», avanza, al tiempo que, más allá del control letal, también sugiere fórmulas como habilitar zonas de separación en los cultivos para que no dispongan de tanto alimento.
El cambio de hábitos de los gorrinos y su acercamiento a áreas urbanas es lo que ha llevado a incluir a estos animales como una de las «especies centinela» en el marco de un programa de investigación que llevará a cabo la investigadora Azucena Mora.
«Vamos a incluir en nuestros estudios la carne de caza de esta especie, controlada sanitariamente, por si hay presencia de bacterias multirresistentes que puedan llegar al consumidor. Además, se trata de ver el impacto que genera el ser humano en el ambiente a través de estos animales salvajes, para que sirvan de centinela de la diseminación de resistencias, apostando por que se incluyan en planes nacionales de control de enfermedades, junto con las zoonosis clásicas como la tuberculosis, la triquina…», explica la investigadora.
Todo, dentro del concepto One Health, en el que colaboran de forma coordinada especialistas en medicina y veterinaria con perfiles ligados a la microbiología, la fauna salvaje y la genómica. Y para realizar esos controles no solo usarán las carnes destinadas al consumo, también analizarán muestras de heces y de los animales cazados en las batidas para controlar su proliferación.
Un animal que se ha ido desplazando desde la montaña al eje atlántico
No hay nadie que, con permiso de los investigadores dedicados a monitorizar la especie, conozca mejor los movimientos de los jabalíes que los que se dedican a patear el monte. Jaime Xustás lleva haciéndolo muchos años. Desde hace unos diez es presidente del terreo cinexeticamente ordenado (tecor) más extenso de Galicia, con 46.000 hectáreas. Es el de A Terra Chá, una de las comarcas con mayor tradición agroganadera de Galicia y donde, curiosamente, en la última campaña han bajado las llamadas por avisos de daños provocados por el jabalí. «Levo dez anos como directivo do tecor e este é no que menos chamadas houbo. Non teño monitorizados os datos de xabarís, pero é un indicador de que nesta zona hai menos, do mesmo xeito que está pasando na montaña, como Negueira de Muñiz ou A Fonsagrada», explica.
Desde la Federación Galega de Caza creen que el aumento de las temporadas de caza y las emergencias cinegéticas dictadas en el 2019 en 33 concellos, y luego en el 2021 en un total de 198, han tenido algo que ver.
Pero la sensación que tiene Jaime es también una prueba de un desplazamiento de jabalíes hacia zonas donde no existe una presión tan acusada por parte de los cazadores o de otras especies, como el lobo, pero donde, además, pueden obtener refugio y alimento. «O xabaril é un animal preeiro que se adapta moi ben e pode comer do lixo ao tempo que se vai metendo nesas leiras que están sen rozar», apunta este cazador. De ahí la necesidad de adoptar comportamientos que no favorezcan su atracción, como no dejar comida o limpiar la maleza en las zonas periurbanas.
Una cuestión de educación
En este contexto, la implementación de pequeñas medidas podrían ayudar a una mejor convivencia con esta especie. Y, para lograrlo, la herramienta perfecta es la educación. «Hay que educar en la escuela para que los niños sean los que ayuden a concienciar a sus padres» sobre cómo tratar con la fauna salvaje en entornos humanos, apunta Azucena Mora.
Sugiere acciones como impedir el acceso de los animales a los residuos humanos o evitar la proximidad de alimentos a la fauna salvaje con la que se convive.
«Non semento máis millo; estou cansada de darlle de comer ao xabaril»
J. R. Alvite
Por cuarto año consecutivo, María del Carmen González ha sufrido los ataques del jabalí sobre sus fincas de maíz situadas en las inmediaciones de la aldea mazaricana de Lamasapín, en la que reside.
«En apenas tres días, esnaquizoume as dúas leiras que tiña sementadas e que están separadas por uns 300 metros. Acabou coas miñas e tamén con todas as dos veciños que atopou ao seu paso. Todos os anos igual. Non semento máis millo, estou cansada de darlle de comer ao xabaril», señala resignada esta pequeña agricultora para quien sus doce ferrados de terreno —unos 5.000 metros cuadrados de superficie— tienen el mismo valor que las docenas de hectáreas que siembran la mayoría de ganaderías de Mazaricos, el principal ayuntamiento maicero de Galicia con algo más de 3.000 hectáreas cosechadas en la presente campaña.
«Eu boto pouco, en comparación coas granxas grandes, pero para min é tan importante o dano sufrido coma para eles, porque é o alimento que teño para as miñas galiñas e os porcos», apunta la afectada, que lamenta el exceso de burocracia y la escasez de las ayudas públicas para paliar los daños causados por el jabalí.
«Primeiro, tiven que chamar a un teléfono para dar o aviso; despois, ir co axente ensinarlle as leiras, e, despois, cubrir un impreso e levalo ao Concello para que mo mandaran á Xunta, que, aínda por riba, tardan moito en pagar, incluso tratándose de cantidades ridículas como é o meu caso», explica María del Carmen, que en años precedentes apenas cobró 200 euros por los daños en sus fincas.
En este sentido, la orden de ayudas publicada por la Consellería do Medio Ambiente establece importes que oscilan entre los 14 céntimos por cada metro perdido en cultivos de pradería, trigo o centeno y los dos euros en cultivos de huerta, como lechuga, tomate o zanahoria. Las fincas de maíz afectadas se pagan a 19 céntimos por metro para la gramínea en grano y de 29 céntimos cuando se trata de la variante forrajera.
En cualquier caso, el procedimiento se inicia siempre con la comunicación del daño al teléfono 012, donde se facilita al afectado un código de identificación que servirá para acreditar la llamada e identificar el expediente.
La lluvia limpia el rastro de ejemplares en la primera jornada de batidas sin límite
Las lluvias localmente fuertes, sobre todo en las provincias de A Coruña y Lugo, caídas durante la noche y la jornada del sábado, han jugado a favor de la cabaña de jabalíes en los montes gallegos coincidiendo con la primera jornada de la denominada emergencia cinegética temporal. Una medida con la que la Administración gallega da vía libre para la caza en los cotos y entornos urbanos y periurbanos, sin límite de piezas, en un nuevo intento por controlar a estos ejemplares salvajes y los daños que están ocasionado en los cultivos, la implicación en accidentes de tráfico y, en último caso, para el control de esta especie en caso de que llegara hasta Galicia la peste porcina africana (PPA).
Algunas cuadrillas sí tuvieron suerte. La jornada para los 18 cazadores de la cuadrilla Os da Tora, en la zona de Caldas,acabó con dos ejemplares adultos abatidos en el coto autorizado, con un radio de acción de unas 7.500 hectáreas. Todo un logro, si se tiene en cuenta que en otras zonas gallegas las capturas se redujeron a cero. En contra de lo que pueda parecer, darle caza a un jabalí no resulta tan sencillo. No se trata de avistar un ejemplar, apuntar con la escopeta, abatirlo y sellar la pieza.
La sesión comienza muy de madrugada, antes del amanecer. Las tazas de café humean en el punto de encuentro de la cuadrilla Os da Tora antes de iniciarse la batida, explica Manuel Martínez Casal, presidente de la Mesa Gallega por la Caza y participante de esta primera jornada. Allí, una vez comprobada que toda la tramitación está en regla, se cercan las zonas de monte, se asignan y salen los cazadores con los perros que detectan el rastro de los ejemplares. Las lluvias caídas dificultaron las tareas porque lavaron huellas y despistaron a los perros que, con su olfato, se encargan de localizar los «encames», las madrigueras donde descansan los jabalíes durante el día. Porque son una especie de vida nocturna. Durante la noche se activan y pueden recorrer de 2 a 12 kilómetros, no sin antes arrasar cultivos y ocasionar grandes pérdidas a su paso.
A las lluvias se añaden otras circunstancias como el hecho de que el animal que hizo estragos en un maizal a pocos metros del límite del coto autorizado para la batida ya no se puede capturar.
Las dificultades a las que se enfrentan estos grupos de caza las ilustran las cifras. Desde que a mediados del pasado mes de agosto comenzó la temporada hasta este sábado, la cuadrilla de Caldas capturó un total de siete ejemplares. La cabaña de jabalíes se cuenta por miles.
La irrupción de estos animales en las carreteras causa casi diez accidentes al día en Galicia
La irrupción de jabalíes en la calzada es desde hace años una de las principales preocupaciones de los responsables de la Dirección General de Tráfico en Galicia, donde se registran una media de casi diez accidentes con jabalíes al día. En el 2022 hubo más de 3.500 siniestros de este tipo, una cifra que ha ido aumentando en los últimos años. Y este 2023 no parece que la situación vaya a ser mejor, como lo refleja la estadística de accidentalidad en las provincias más afectadas por la presencia de jabalíes en la carretera: Lugo, con 950 casos en lo que va de año, y Ourense, con 570.
«El jabalí representa un enorme problema en la carretera», reconoce David Llorente, jefe provincial de Tráfico en Ourense y buen conocedor de la situación que provocan estos animales. Llorente advierte que esa cifra puede ser aun mayor: «En la red viaria de Ourense tenemos una media de tres accidentes con jabalíes al día, y esos son los que están registrados, porque hay una cifra de siniestros que no llegan a conocerse, bien porque el vehículo implicado no tiene en su seguro la cobertura de atropello de animales, o bien porque los daños han sido leves y el conductor no ha dado parte del accidente».
La mayoría de los accidentes con jabalíes se cierran con daños materiales y con la muerte del jabalí. Pero hay otras ocasiones el siniestro provoca víctimas humanas, como ocurrió este verano en Chantada, donde perdieron la vida dos jóvenes ocupantes de un coche que se salió de la vía debido a la irrupción de un jabalí en la carretera. «Eso no puede pasar», señala David Llorente, que sostiene que el de los jabalíes es un problema de enorme magnitud que hay que abordar cuanto antes.
Cada vez más casos
Igual que está sucediendo en el resto de lugares, cada vez es más fácil encontrarse un jabalí en la carretera. Y no hay una varita mágica para afrontar ese momento, que casi siempre suele ser inesperado. «Por la experiencia que tenemos de los accidentes con jabalíes, lo recomendable es no dar volantazos. A veces intentar esquivar al animal puede tener resultados fatales. Si no da tiempo a frenar y evitar la colisión, hay que asumir que lo mejor es atropellarlo», afirma Llorente, que coincide con la recomendación de otros expertos en tráfico.
Desde el punto de vista de la siniestralidad vial, la sobrepoblación de jabalíes tiene una doble incidencia. De forma directa, los daños materiales o personales que pueden producirse en un accidente. Y de manera indirecta, los recursos que hay que dedicar a la atención de ese tipo de siniestros y que podían ser destinados a una prevención más activa de la accidentalidad. Un informe del año pasado indicaba que la Guardia Civil de Tráfico dedicaba una hora y media a los atestados en esos casos, lo que significaba la dedicación de 5.000 horas al año a ese tipo de siniestros, casi siempre de daños materiales.