¿Por qué es urgente que la Estrategia Biodiversidad 2030 cumpla sus objetivos?
SOSTENIBILIDAD
El declive de especies o la destrucción de hábitats ponen en riesgo la supervivencia del ser humano al suponer un problema climático, empresarial, de seguridad alimentaria, sanitario, de protección y de igualdad. Muchas de las políticas de la nueva política agraria común (PAC) 2023-2027 están enfocadas a promover una agricultura mucho más respetuosa con la Naturaleza.
27 sep 2022 . Actualizado a las 15:47 h.No hace muchos días, en una ciudad del noroeste de España como A Coruña uno podía cerrar los ojos en una terraza por la noche e imaginar que estaba en un bar de Bangkok. La sensación de humedad y calor recordaba más a una noche propia de la capital tailandesa que a la de una urbe que mira al Atlántico. Esa es solo una pequeña prueba de que el cambio climático es una realidad y, por lo tanto, también lo es de la urgencia de poner en marcha cuando antes una estrategia como Biodiversidad 2030 que trace un plan de gran alcance para restaurar las partes más degradadas de la Naturaleza, evitando que ese cambio climático vaya a más. No solo eso porque también ha de evitar el declive de la biodiversidad tan necesaria para garantizar la vida en la Tierra a través de la interacción de los distintos tipos de plantas, animales, hongos, microorganismos u hábitats en los que viven todos ellos. De hecho, muchas de las políticas que están incluídas en la nueva política agraria común (PAC) 2023-2027 están enfocadas a recuperar el medio ambiente en línea con todo lo que marca esta estrategia europea.
La cuestión, desde luego, no es menor. La población mundial de especies silvestres ha descendido en un 60 % a lo largo de las últimas cuatro décadas, cerca de un millón de especies están en riesgo de extinción y detrás de todo ello, según la Comisión Europea, está la transformación de hábitats naturales en tierras agrícolas y la expansión de las zonas urbanas. Por no hablar de la sobreexplotación de los recursos naturales, el cambio climático, la contaminación y las especies exóticas invasoras.
De ahí que el gran objetivo de la Estrategia Biodiversidad sea revertir la degradación de los ecosistemas, un problema del que está detrás la mano del hombre.
Un primer paso para caminar en esa dirección es marcarse unos objetivos claros que van desde convertir al menos un 30 % de la superficie terrestre y otro tanto de la superficie marina de Europa en espacios protegidos que sean gestionados de forma eficaz. Para lograrlo, ha de partirse de las zonas Natura 2000 que se irán completando con otras zonas protegidas a nivel nacional, al tiempo que se blindan los espacios con un alto valor en materia de biodiversidad y clima.
Otra de las propuestas es la elaboración de un Plan de Recuperación de la Naturaleza de la UE de gran alcance. Para ello, habrá de prepararse un nuevo marco jurídico con objetivos vinculantes para recuperar los ecosistemas degradados, sobre todo aquellos que son más ricos en carbono; mejorar el estado o las tendencias de conservación de al menos un 30 % de los hábitats o especies que no presentan un estado favorable; recuperar al menos 25.000 kilómetros de ríos para que pasen a ser de caudal libre, frenar y revertir el declive de insectos o aves en hábitats agrícolas; ayudar a salvar a los polinizadores, reducir en un 50 % el uso de plaguicidas químicos; gestionar al menos un 25 % de la superficie agraria útil en ecológico; reduciendo en al menos un 50 % las pérdidas de nutrientes procedentes de fertilizantes, reduciendo su uso en al menos un 20; plantas al menos 3.000 millones de árboles; proteger los bosques primarios, o acabar con las capturas accidentales de especies protegidas.
La Estrategia Biodiversidad también pretende que los Estados miembros de la UE transformen sus compromisos en políticas nacionales que favorezcan llevar a cabo todos esos objetivos.
La aplicación efectiva de este plan europeo es fundamental porque de ello dependen los ecosistemas creados por los seres vivos, que son los que proporcionan alimento, materiales, medicamentos, ocio ,salud y bienestar. Pero es que además limpian el agua, polinizan los cultivos, purifican el agua, absorben ingentes cantidades de carbono, regulan el clima, mantienen la fertilidad de los suelos, proporcionan medicamentos y soportan la industria. No hay que olvidar que, como recuerdan desde los organismos europeos, «cuando estos espacios están degradados son más frágiles y tienen más limitaciones a la hora de hacer frente a fenómenos extremos. Al contrario, los ecosistemas que están equilibrados protegen de las catástrofes imprevistas e incluso, cuando son usados de modo sostenible, ofrecen soluciones más adecuadas a los desafíos urgentes».
Porque perder biodiversidad supone un problema climático dado que al destruirlo dañar tanto los ecosistemas como los suelos se acelera el calentamiento global; un problema empresarial porque el capital natural ofrece recursos fundamentales para la industria y la agricultura; un problema de protección y seguridad porque la pérdida de recursos naturales pueden generar conflictos e incrementar la vulnerabilidad frente a catástrofes naturales; un asunto de seguridad alimentaria porque tanto plantas como animales (sobre todo los polinizadores) son fundamentales para surtir a los humanos de alimentos; un obstáculo para garantizar la sanidad porque la destrucción de la naturaleza aumenta el riesgo de enfermedades reduciendo la reslencia contra ellas; y también un problema de igualdad e intergeneracional porque la pérdida de biodiversidad perjudica, sobre todo, a las personas más pobres, por no hablar de que ese priva a hijos o nietos de una vida plena.