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«O churrasco de porco e o de tenreira xa custan practicamente o mesmo»

Andrés Vázquez, G. L. REDACCIÓN / LA VOZ

SOSTENIBILIDAD

Ya se come más pollo que cerdo, al ser el más barato a pesar de la carestía

17 ago 2022 . Actualizado a las 12:58 h.

Quizás el producto más codiciado para este fin de semana, con toda Galicia en fiestas, es el ejemplo más claro de lo que está ocurriendo con los precios de los alimentos. Los carniceros de un céntrico supermercado coruñés, en la calle Médico Rodríguez y al pie de la plaza de Pontevedra, dan la voz de alarma: «O churrasco de porco e o de tenreira xa custan practicamente o mesmo».

El hecho de que las tiras de costilla de cerdo, que a la brasa hacen ponerse babero a más de uno, hayan subido tres euros el kilo en estos meses es lo que más destaca el personal de ese establecimiento. Se sitúan rondando los 8,70 euros, apenas uno por debajo del de ternera, desde siempre más caro. Pese a todo, el consumo no decae, y menos a estas alturas de verano, cuando el que más y el que menos prende la barbacoa para alimentar mesas repletas por las fiestas.

Toda la carne de cerdo ha subido de precio, toda la de pollo, toda la de ternera, toda la de pavo... Toda. Y aunque los clientes tienen que seguir comiendo, tal como dicen, también piensan ya en formas de hacerlo con una factura más reducida. «Intento aproveitar o máis posible a horta dos meus pais», afirma Pablo Martínez, mientras compra en la plaza de abastos de Santiago de Compostela. Vive allí desde hace unos años, cuando se matriculó en la carrera de Historia, y a día de hoy trabaja mientras estudia la oposición. Hace referencia a que últimamente ha reducido su consumo de carne, una tendencia clara en su generación. Asocia la subida de precios a la crisis global, claro, pero relaciona también las subidas en el mercado compostelano con el incontable número de turistas y peregrinos que a él se asoman.

«E total, pouco levan». Se alza la voz de Juan Carlos Míguez Pereiro, carnicero en el puesto que lleva su segundo apellido. Lamenta que se los turistas hayan tomado la zona vieja de Santiago, «chea de bares e de tendas de recordos, pero sen picheleiros». Reconoce una situación dura, que solo le deja subir «un euriño» los precios, al alza en su caso por la alimentación de los animales más que por el transporte: «Ao ser todo local, iso non o notamos tanto».

El poder de adquirir

Las diferencias de poder adquisitivo entre los barrios humildes, obreros, y los de mayor renta son muy palpables. Un paseo por el barrio de la Sagrada Familia, en A Coruña, y una conversación con el carnicero de un supermercado en la calle Nuestra Señora de la Luz, de esos que no han sustituido aún a este profesional por una nevera, basta para palpar las diferencias en los hábitos. «Aquí la ternera no sale, ni los fines de semana, ni para celebraciones... Y si se lleva, muy poca, no pasa de los 200 gramos y casi siempre en carne picada», asegura uno de los carniceros, que destaca las pechugas de pollo y el lomo de cerdo como las carnes más buscadas.

«Sale cerdo, pero sobre todo pollo, que es lo que más se lleva porque sigue siendo lo más barato a pesar de la carestía general», confirma Rubén Valcárcel, dependiente de la Carnicería Antonio García. Se ubica en la coruñesa avenida de Fisterra, en el barrio obrero del Agra del Orzán. Señala Valcárcel que en el establecimiento que atiende han intentado repercutir la inflación lo menos posible a los precios finales, estrechando su beneficio. «La ternera está como estaba, pero el pollo y el cerdo han subido sobre un euro su precio, por los piensos y lo que cuesta transportar la mercancía». Dos motivos que ya suenan a clásico, a pesar de que no hace ni seis meses que los escuchamos.

Todo cambia cuando se pone rumbo al centro de la ciudad. Al pie de la plaza de Pontevedra, en la tienda donde destacaban el precio del churrasco, ha caído mucho este agosto el consumo. No porque los vecinos se hayan empobrecido, que también, sino porque esa zona de A Coruña se vacía en verano: «Todo o mundo marchou para o chalé», atestigua uno de los carniceros. Y aun así, los clientes que quedan siguen apostando por el pollo, «o máis barato, a gran estrela».

Los quesos y los huevos, entre los básicos de una compra que más se encarecieron

No es la carne el único producto de origen animal que sufre subidas de precio. De hecho, los que más se han encarecido en los últimos doce meses son los lácteos y los huevos, dos básicos que han elevado sus etiquetas en Galicia casi un 21 y un 31 %, respectivamente.

José Salvado, gallego en Madrid que pasa el verano en su aldea de Lavacolla, se acercó a la plaza de abastos de Santiago para comprar un queso. Hace meses lo pagaba a 4,50 euros, pero hoy por una pieza casi idéntica tuvo que abonar dos euros más. «A subida dáse en tódolos sitios, tanto en Madrid, como aquí, como en Lavacolla, e en tódolos produtos», comenta en un bello gallego con acento castellano.

Lo saben perfectamente en los puestos del mercado compostelano. La charcutera Celia Campos apunta que ahora mismo los únicos quesos que se libran de las subidas, «máis ou menos», son los curados, «ao ser feitos hai polo menos dous anos». Los frescos, producidos ya en el tablero actual, están por las nubes. Campos lo atribuye a la situación que viven los productores: «Non teñen pasto xa co que servir as vacas e tampouco teñen pensos, polo que están mandando vacas de leite aos matadoiros porque din que non lles sae a conta».

Campos se une a su colega Juan Carlos Míguez Pereiro en su protesta por el desmantelamiento de la zona vieja compostelana en favor del turista. «Ao santiagués botárono de aquí sen darse conta de que o turista solo non lles compensa aos negocios», se lamenta, muy seria.