¿Por qué es urgente recuperar el tomate José Luis y proteger las margaritas o las ortigas?

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La conservación de variedades tradicionales y de especies silvestres permitirá mantener la diversidad genética y blindar las cosechas contra el cambio climático

23 abr 2022 . Actualizado a las 19:09 h.

«La agricultura necesita recuperar la diversidad genética de los cultivos que, en algunos casos ha llegado a perderse entre un 75 y un 90 %». El catedrático del área de Biodiversidad y Conservación de la Universidad Rey Juan Carlos, José María Iriondo Alegría, explica por qué es tan importante recuperar las variedades agrícolas tradicionales y proteger las especies silvestres autóctonas, objetivos que también se marca la nueva política agraria común (PAC). La principal razón, más allá de una cuestión ética, es que, sin unas y otras, peligra la producción de alimentos porque, como explica este investigador, de no protegerlas «durante la próxima década la agricultura va a verse resentida como consecuencia del calentamiento climático».

Las variedades tradicionales, aquellas que usaban nuestros antepasados en la agricultura, fueron desapareciendo poco a poco debido a la introducción desde mediados del siglo pasado por parte de las empresas de semillas de otras variedades que, por su capacidad productiva, fueron seduciendo a los agricultores. El problema, como explica José María Iriondo, es que los cultivos se volvieron mucho más homogéneos en todo el mundo y la merma de diversidad genética ha reducido la capacidad de adaptación al medio que tienen las variedades tradicionales. En un contexto de cambio climático como el actual, eso es peligroso porque los hace más vulnerables a plagas o enfermedades.

Más allá de que estas variedades tradicionales se hayan conservado en huertos particulares a lo largo y ancho de la Península, desde la Administración Pública también se han preocupado por recopilar semillas que ahora guardan como oro en paño porque de ellas depende nuestro futuro. El Centro Nacional de Recursos Fitogenéticos, ubicado en Alcalá de Henares, o el Banco de Sementes del Centro de Investigaciones Agrarias (CIAM), de Mabegondo, son algunos ejemplos. Esas semillas están a disposición de los agricultores para poder devolver la variedad genética a los cultivos que se han ido homogeneizando.

Otras de las que juegan un papel fundamental en el mantenimiento de la biodiversidad y, como consecuencia, también la producción de alimentos son las especies silvestres autóctonas. «Ver los lugares de producción agraria _explica Iriondo_ no solo como terrenos de cultivo sino como agroecosistemas que hay que conservar en su conjunto es algo que se está valorando cada vez más». Eso es lo que promueve también la PAC al fomentar la conservación en conjunto de todos los elementos que compone la biodiversidad.

Según explica este catedrático del área de Biodiversidad y Conservación, recuperar y proteger esas especies silvestres autóctonas resulta importante por muchas razones. «La primera ya es por una cuestión ética porque han estado viviendo en la zona todo el tiempo. Luego en términos prácticos hay que tener en cuenta que la biodiversidad ofrece muchos servicios ecosistémicos», explica. El abanico de servicios es muy amplio: «Las plantas silvestres autóctonas pueden ofrecer alojamiento y nutrición a insectos polinizadores, fundamentales en la producción de alimentos; también son lugares de nidificación de insectos que son predadores naturales de otros que atacan los cultivos. Es lo que se llama lucha biológica y por eso dentro de las políticas de la PAC está el fomento de márgenes en los cultivos donde puedan crecer esas especies silvestres. Pero además, las que están emparentadas con nuestros cultivos pueden ser fuente de genes con lo que pueden transferir diversidad genética. Las nuevas variedades pueden adaptarse mejor a los cambios».

La importancia de estas especies vegetales fue el tema sobre el que también giró el pasado día 6 una jornada organizada por el Ministerio de Agricultura sobre los cultivos marginados o infrautilizados. Según detalla el departamento que dirige Luis Planas en su página web «los cultivos marginados e infrautilizados son en su mayoría, especies silvestres o semi-domesticadas adaptadas a los entornos locales». Además, añade que «estos cultivos se utilizaron como alimentos tradicionales durante siglos, pero comenzaron a decaer cuando se dispuso de otros más productivos en los sistemas agrícolas».

Pese a haber permanecido marginados durante mucho tiempo en favor de la agricultura tradicional, ahora están cobrando cada vez mayor importancia debido a, como explica el Ministerio, «su valor potencial en la mitigación de los riesgos y retos a los que en la actualidad se enfrentan los sistemas de producción agrícola». De ahí que jueguen un papel fundamental a la hora de cumplir los compromisos recogidos en el Pacto Verde Europeo, la estrategia de la Granja a la Mesa o los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En todo el mundo hay unas 30.000 especies de plantas comestibles, de las que más de 7.000 han acabado usándose en los cultivos. Pero actualmente solo se cultivan unas 150 especies de modo comercial. El resto están infrautilizadas. Eso que tienen mucho que aportar.