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Galicia toca a la puerta del fondo europeo para atraer población a las aldeas

María Cedrón REDACCIÓN

SOSTENIBILIDAD

Santi M. Amil

Quiere usar la tecnología para generar nuevos negocios y mejorar servicios

12 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia tiene un problema de desequilibrio territorial porque concentra cada vez más población y actividad económica en un espacio que poco a poco también se va reduciendo. El problema es que esa polarización provoca un incremento del coste per cápita de la prestación de servicios a los habitantes de las zonas más despobladas que, en muchos casos, compromete su viabilidad. Y cuanto más lejos está el médico o el supermercado, menor es el porcentaje de gente que quiere poner una pica en un campo donde cada vez hay más tierra infrautilizada. Para dar un giro de 180 grados a este escenario, la Consellería de Medio Rural ha decidido tocar a la puerta del fondo europeo de recuperación presentando un proyecto para crear en el horizonte del 2026 un centenar de aldeas inteligentes que se conviertan en un polo de atracción poblacional. Su desarrollo, según los cálculos de ese departamento de la Xunta, costaría unos 66,5 millones de euros. Esa es precisamente la cantidad del fondo europeo que ha pedido al Gobierno central para poder llevar a cabo una iniciativa que toma como base las aldeas modelo que recoge la nueva Lei de Recuperación de Terra Abandonada de Galicia. Porque, como explican desde Medio Rural, la fórmula se ajusta al proyecto de Smart Villages lanzado por la Comisión Europea en el 2017.

Pero el concepto de aldea inteligente va más allá del uso de nuevas tecnologías para mejorar los servicios o tener una red 5G que permita crear nuevos modelos de negocio. También implica recuperar los usos tradicionales que hicieron de estos núcleos uno de los mejores agentes antiincendios.

No solo eso. Porque, además, pretende crear una red mediante la que los habitantes o emprendedores que se instalen en esos núcleos puedan complementar esfuerzos. Por ejemplo, que las manzanas que caen al suelo en una finca que produce fruta y no pueden comercializarse no se desperdicien y se usen para alimentar a los cerdos de una explotación de otra aldea. Pura economía circular y colaborativa.

Aunque todavía no se sabe qué respuesta dará el Gobierno central a la petición, la comunidad gallega tiene una pequeña base para comenzar a trabajar en el proyecto. Son las tres aldeas —la de Osmo, en Cenlle; Trascastro, en O Incio; y Parada de Montes, en A Pobra de Brollón— que están en ejecución y a las que se suman a otras nueve ya aprobadas.