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Un ourensano derrotado ante su tercer ataque de lobo: «Vou a regalar todas as ovellas que me quedan, é mellor que seguir sufrindo»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA OURENSE / LA VOZ

GANADERÍA

cedida

En el concello de San Amaro no cesan las pérdidas de ganado

30 sep 2024 . Actualizado a las 10:22 h.

José Castro se da por vencido. En el concello de San Amaro, el lobo se puede ver constantemente cerca de las casas, deja sus huellas por los prados y mata al ganado de los vecinos. Esta semana le tocó a él. Se despertó con tres ovejas «desfeitas», siendo ya el tercer ataque que sufre. Ya no quiere vivir en vela: «Vou a regalar todas as ovellas que me quedan, é mellor que seguir sufrindo». El ourensano va más allá de lo personal y defiende que quien más pierde es el rural, abocado al abandono.

El vecino de la parroquia de Eiras trabaja en una bodega y llegó a tener casi cien ovejas como un complemento económico, pero también como un oficio del que disfruta. «Gústanme moito os animais, teño terra suficiente para ter moitos máis pero así non se pode facer nada», cuenta. Además, el ganado mantiene limpios parte de los terrenos de la aldea. Sin embargo, las complicaciones del sector primario hicieron que el número de cabezas fuera menguando.

En los últimos años, la principal amenaza es el lobo. Castro sufrió un primer ataque en el que le mató a cuatro ovejas, en una segunda vez devoró a otra y esta semana se encontró con otras tres muertas. «Ata se me caeron unhas lágrimas ao ver aos animais», asume. Su ganado estaba en una gran finca cerrada, pero tenía agujeros hechos por el jabalí por lo que la manada aprovechó para entrar. «Aínda así o valo dun metro pode saltalo igual, non o para ninguén», añade. En los últimos días, ya había visto rastros de lobo y sospechada que estaba vigilando a sus ovejas. Eso no rebajó su disgusto: «Pasei o día destruído, non me saen os animais da cabeza».

Tanto José como otros vecinos que padecen el mismo problema están frustrados por no saber qué medidas tomar. «Agora non vas andar coma un pastor cos animais polas fincas porque entón non fas vida ningunha», apuntó. Simplemente intentan ubicarlos en terrenos cerrados o tener mastines, pero nada parece funcionar. El ourensano asegura que incluso aparecieron perros muertos cerca de alguna casa de la zona. Relata que tampoco ayuda los trámites que tienen que hacer con Medio Rural así como la falta de indemnizaciones. En su caso, no tuvo ninguna retribución por los ataques anteriores. «Complícanche as cousas dunha forma terrible», denuncia.

El ganadero todavía tiene 15 ovejas pero ya habló con un amigo de Pontevedra para regalárselas porque no quiere seguir en esta situación. «É mellor dalas que estar a padecer. Eu quero moitísimo aos animais pero quítome unha dor de cabeza», sentencia. Como profesional de una bodega, observa que en O Ribeiro, quitando las zonas donde hay viñedo, apenas se ve tierra trabajada y en otras comarcas, como A Baixa Limia, todavía es peor, está todo «a monte». «Acabouse, o rural está abandonado, a xente non traballa as terras, entre o xabarís e o lobo é mellor deitarse a durmir», lamenta.

 «Tengo que convivir con las ovejas por el miedo a tenerlas sueltas»

José Castro no es el único vecino afectado por el lobo. Pilar Higuero, de la bodega de vino ecológico Lagar de Sabariz, cuantifica 20 ovejas perdidas en el último año. De una sola vez le mataron 16 y después cuatro. Las utiliza para el viñedo en nueve hectáreas de prado. Desde que supo el ataque a su vecino, decidió meterlas en la finca de su propia casa: «Tengo que convivir con ellas en mi intimidad por el miedo a tenerlas sueltas». 

La viticultora asume que hay que convivir con el lobo ya que es su medio natural, pero inciden en que se debe gestionar con urgencia los problemas que causa en las ganaderías. Empezando por agilizar los trámites para registrar la muerte de los animales, el transporte de los cadáveres o el pago de las indemnizaciones, que se dilata hasta siete u ocho meses.