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Tecnologías que nos dicen en qué vaca se ordeñó nuestro vaso de leche

Maruxa Alfonso Laya
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GANADERÍA

Martina Miser

Cada vez más los consumidores quieren conocer el proceso que se sigue en la elaboración de los alimentos y cada vez son más las empresas que apuestan por la digitalización para recabar toda esta información

14 abr 2023 . Actualizado a las 09:38 h.

¿Cómo podemos saber el origen de los alimentos que consumimos? Si recurrimos a figuras de calidad como las denominaciones de origen o las indicaciones geográficas protegidas la tarea es sencilla, pues ambas se dedican a acreditar la calidad y el lugar del que procede el alimento en cuestión. En el resto de productos de la cesta de la compra, esta misión es algo más complicada, aunque cada vez son más las empresas que recurren a la trazabilidad para informar al consumidor no solo de dónde procede su producto, sino también todos los cambios que ha sufrido hasta llegar al mercado. En esta labor juegan un papel fundamental las nuevas tecnologías, que ayudan a ganaderos y agricultores a recoger y procesar toda la información que se produce en sus explotaciones.

Según el código alimentario, la trazabilidad es la capacidad de seguir el movimiento de un alimento a través de etapas especificadas de la producción, transformación y distribución. Y eso implica que las empresas que quieran garantizar este concepto tienen que poder identificar todo el proceso que ha seguido un alimento, desde que fue producido en el campo hasta llegar a la estantería del supermercado. La trazabilidad no es solo importante porque cada vez sean más los consumidores que la demandan. Este proceso resulta fundamental para garantizar la seguridad alimentaria, que es una de las máximas de la estrategia De la granja a la mesa diseñada por la Unión Europea.

En la elaboración de esa trazabilidad juegan un papel fundamental las nuevas tecnologías. Porque el primer paso para disponer de toda la información que atañe a un alimento es recoger todos los datos que este genera, lo que hoy en día se conoce como Big Data. Eso es algo en lo que ganaderos y agricultores ya llevan un tiempo trabajando, a través del conocido como cuaderno de campo, donde se deja constancia, por ejemplo, de los tratamientos que se aplican a los cultivos. Ahora, estos profesionales deberán dar un paso más y recoger toda esta información a través del cuaderno digital, que será obligatorio a partir del mes de julio del próximo año.

En España será el Ministerio de Agricultura el que se encargue de diseñar y distribuir las herramientas informáticas necesarias para poder recopilar toda esta información, aunque ya hay en el mercado numerosas empresas tecnológicas que ofrecen todo tipo de aplicaciones que ayudan a recopilar los datos de las explotaciones. Eso no solo permite a los profesionales del campo disponer de los datos necesarios para elaborar la trazabilidad de un alimento, sino que también les ayuda en la gestión de sus granjas. Porque analizando toda esa información pueden conocer el rendimiento de una parcela o cuánto les ha costado sacar adelante un cultivo. 

Lo mismo sucede en el sector lácteo. Hay empresas que han diseñado códigos QR mediante los cuales el consumidor puede conocer toda la trazabilidad del vaso de leche que se está bebiendo, desde cuándo y dónde fue recogida la leche a la alimentación o el sistema de cría que se siguió con esas vacas. 

A medida que las nuevas tecnologías sigan avanzando y el sector agroalimentario avance en su digitalización, otro de los objetivos que persigue la estrategia De la granja a la mesa a través de la nueva Política Agraria Común 2023-27, las empresas alimentarias irán mejorando la información que ofrecen a sus consumidores y estos podrán saber dónde se ubican las colmenas de las que salió la miel que están degustando o si las vacas que dieron la leche necesaria para elaborar el yogur que quieren comer se criaron en pastoreo en el interior de una granja.