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Establos abiertos y plantas de biogás, recetas para ahorrar energía  y mejorar el bienestar animal en las granjas

María Cedrón LA VOZ EN BREZNICE

GANADERÍA

Las paredes laterales de este establo son controladas desde la estación meteorológica que tienen en la finca, además hay cámaras para saber el estado de los animales en todo momento
Las paredes laterales de este establo son controladas desde la estación meteorológica que tienen en la finca, además hay cámaras para saber el estado de los animales en todo momento Cornelia Smet ©European Union 2022

Una cooperativa agroganadera checa logra la autosuficiencia energética al producir con sus residuos 20.000 kilowatios de electricidad al día, además de implementar un modelo de iluminación que mejora la capacidad reproductiva de sus vacas

09 feb 2024 . Actualizado a las 18:00 h.

Mientras Galicia espera la aprobación de fondos Next Generation para la puesta en marcha en Cerceda de una macroplanta de biogás dedicada al tratamiento de restos ganaderos procedentes de granjas gallegas _un proyecto presentado por la sociedad Impulsa Galicia, promovida por la Xunta, junto con Repsol, Reganosa y Naturgy_ el proyecto Riazor presentado hace más de un año por el grupo Lence o la factoría de biometano que proyectan en Castro de Rei Agroamb Prodalt, Enagás Renovable, Genia Bioenergy, los centros de este tipo llevan tiempo instalándose en explotaciones de vacuno y porcino de otros puntos de Europa como una fórmula para hacerlas energéticamente más sostenibles, al tiempo que se reduce la emisión de residuos.

No solo eso. Porque en un contexto generalizado de subida continuada del precio de la energía eléctrica en toda la UE, algunas explotaciones han comenzado hace unos años a cambiar la arquitectura de sus establos para lograr una mayor ventilación y aprovechar la luz natural. Es una forma de ahorrar energía y de mejorar el bienestar de los animales criados bajo un modelo de producción intensiva, mejorando incluso sus parámetros reproductivos. Es la innovación al servicio de la eficiencia, la sostenibilidad y la lucha contra el cambio climático.

El termómetro roza los cero grados en Breznice, una localidad checa de poco menos de 1.200 habitantes, ubicada a unos ochenta kilómetros al suroeste de Praga. Ahí, en medio de extensos campos cultivados con cereal, es donde tiene su sede la cooperativa de propietarios Starosedlský Hrádek, una de las paradas del viaje organizado por Ag-Press, de la Comisión Europea, para conocer la política de calidad alimentaria y de innovación de la UE en Bohemia del Sur. En medio de los establos, se observa una instalación redonda rodeada de monticulos tapados con plásticos sujetos con ruedas de coche. Es una planta de biogás, una de las patas del negocio de una cooperativa de propietarios (tiene unos 100 socios, aunque no todos son agricultores o ganaderos) que ha ido diversificando su actividad a lo largo de los años.

Su historia comenzó en 1974 con la fusión de tres ex JDZ (cooperativas unificadas agrícolas creadas durante la colectivización agrícola) y, con el fin del régimen comunista en 1992 y la disolución de la antigua Checoslovaquia, experimentó una profunda transformación, constituyéndose en una cooperativa comercial dividida en cinco departamentos: producción de cultivos, producción animal (tiene unas 1.217 cabezas de ganado vacuno de las que 520 son vacas de leche y unos 2500 cerdos, de los que 1.300 son para engorde), mecanización, economía y producción de biogás. «Usamos estiércol y purines generados por las vacas y los cerdos en una proporción que varía en función de las necesidades que tengamos. Pero también el silo de maíz y pastos», explica el ingeniero Josef Zid, presidente de la cooperativa.

Imagen de la planta de biogás que tiene la cooperativa
Imagen de la planta de biogás que tiene la cooperativa Cornelia Smet ©European Union 2022

Su nivel de producción es de unos 20.000 kW al día. La energía que no consumen, la comercializan. En base a los datos facilitados por la cooperativa, el nivel de ingresos de la planta de biogás asciende a 30 millones de coronas checas al año (1,23 millones de euros).

Aunque sus vacas de leche (producen en torno a los 3,5 millones de litros de leche al año) no salen al campo, la base territorial es fundamental para reducir los costes de producción en esta cooperativa que usa el digestato (residuo resultante del proceso de producción de energía en la planta de biogás) como fertilizante. Eso le ha permitido rebajar el uso de productos químicos para alimentar el campo, en línea con las directrices medioambientales de la nueva política agraria común (PAC). «Solo compramos fertilizantes minerales», dice el director de producción ganadera, Richard Vanik.

«Solo compramos fertilizantes minerales»

Desde luego no es lo mismo disponer, como esta cooperativa, de una superficie de 2.370 hectáreas (2.130 dedicadas a tierra cultivable y 240 hectáreas a pastos permanentes), que tener que batirse el cobre durante treinta años en una comunidad donde manda el minifundio como Galicia para poder juntar una parcela de 1.202 hectáreas, la que ahora es la mayor finca de la comunidad.

El alimento es producido prácticamente en su totalidad en los terrenos que tiene la cooperativa
El alimento es producido prácticamente en su totalidad en los terrenos que tiene la cooperativa Cornelia Smet ©European Union 2022

Hay que tener en cuenta que ni el tamaño de las granjas, ni la fórmula de gestión de las parcelas que existe en la República Checa tienen nada que ver con el modelo agrícola y ganadero que impera en Galicia. Porque allí la superficie media con la que cuenta una explotación es de unas 130 hectáreas, mientras que más del 80% de las tierras agrarias están gestionadas por grandes explotaciones que las han alquilado a pequeños propietarios. De hecho, su proporción de granjas familiares es de las más pequeñas de la UE. 

Esa cantidad de terreno ha permitido a la división de cultivos de Starosedlský Hrádek, donde trabajan doce personas fijas, repartir la tierra en cultivos dedicados a distintos usos: unas 100 hectáreas de las dedican para producir cada año entre 400 y 500 toneladas de heno para alimentar el ganado; otras 650 para cultivar trigo de invierno con un rendimiento anual de entre 4.500 y 5.000 toneladas (800 las usan para producir pienso, mientras que el resto lo comercializan —un 80 % para el mercado interno y un 20 % para la exportación—); 300 hectáreas son para cebada de invierno con unas 1.500 toneladas que usan para alimentar el ganado; otras 110 hectáreas para cultivar cebada cervecera de primavera con un rendimiento de unas 400 toneladas anuales que van destinadas a la producción de malta para la industria cervecera del país; 300 hectáreas para colza de invierno con una producción de entre 900 y 1.200 toneladas; 550 hectáreas para maíz de ensilado que generan entre 20.000 y 25.000 euros al año; 80 hectáreas para alfalfa y 140 para trébol rojo. Esa es la prueba de cómo disponer de toda esa cantidad de terreno les ha permitido dividir sus fuentes de ingreso en múltiples cestas, dividiendo riesgos.

Un modelo de iluminación que mejora la reproducción del ganado reproducción

La parte norte del establo es transparente, mientras que la sur es opaca para mantener una iluminación uniforme
La parte norte del establo es transparente, mientras que la sur es opaca para mantener una iluminación uniforme Cornelia Smet ©European Union 2022

A hierba y alfalfa es a lo que huele al entrar en uno de los establos reconstruidos para la cría de novillas. Ese es uno de los tres proyectos de innovación que ha implementado la cooperativa desde el 2017 con la ayuda del Instituto de Investigación de Tecnología Agrícola y del Instituto de Investigación de producción Animal de Praga con una inversión total de 101 millones de coronas checas (4,14 millones de euros), de los que la UE ha aportado 29,8 millones de coronas (1,22 millones de euros). Pero también han levantado una nueva sala de ordeño a la que han dedicado un presupuesto de 52 millones de coronas checas (2,1 millones de euros). 

En ese establo que huele a heno, la luz natural entra por  todos los laterales , que se abren y cierran mediante un modelo de persianas que incluso cerradas permiten entrar la claridad y favorecen la ventilación. Richard Vanik está orgulloso de una instalación que permite que los animales puedan estar expuestos a la luz natural hasta 16 horas diarias. La estación meteorológica que tienen en la finca es la que controla ese sistema de iluminación. Cuando el tiempo no acompaña enciende la luz artificial e incluso sube o baja las cortinas de las paredes para que los animales estén en unas condiciones optimas de bienestar. «Este tipo de iluminación ha mejorado los programas reproductivos de las vacas», explica el director de ganadería. Dentro del establo las vacas frisonas (blancas y negras) se mezclan con red holstein. «Primero teníamos todas red holstein, cambiamos a frisonas, pero estamos pensando en volver a cambiar porque tienen muchas enfermedades en las patas. No nos compensa los costes que nos suponen», explica este experto en ganado. 

«Este tipo de iluminación ha mejorado los programas reproductivos de las vacas»

 El mismo modelo de iluminación de este establo lo han instalado en la sala de partos, una instalación que cumple los estándares del programa de innovación para el bienestar animal y medioambiente de la UE, al igual que en otro nuevo establo para vacas lecheras donde se ve como una ternera masajea la parte baja de su espalda.

La iluminación está perfectamente pensada en todos los establos. De hecho, el techo de otro de ellos es transparente por su parte norte, mientras que la parte sur es opaca con el objetivo de que la iluminación interior sea totalmente uniforme. 

Planes de futuro

Además de la nueva sala de ordeñoo las fosas para el purín, han solicitado nuevas ayudas del plan de desarrollo rural, de donde ha recibido ya 10 millones de coronas checas (410.000 euros). La intención del plan de negocio es continuar innovando: Recuperar la cría de terneros, renovar sus establos, cooperar con las universidades e incluso comenzar a practicar el pastoreo. Su mayor problema, el precio de la leche: 12,5 coronas checas (unos cincuenta céntimos de euro) por litro más calidades.