Patrocinado porPatrocinado por

Cesáreo, el Magnífico, ha muerto

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

VÍTOR MEJUTO

Este porco celta de variedad carballina fue indultado en su día por su docilidad y por haber contribuido a la conservación de la raza autóctona

06 may 2022 . Actualizado a las 09:31 h.

Cesáreo, el Magnífico, ha muerto. Este ejemplar de porco celta, que en su día fue elegido por los técnicos de la Asociación de Criadores de Raza Porcina Celta (Asoporcel) para inaugurar una estirpe de impresionantes verracos celtas de variedad carballina, murió la semana pasada en la granja Fraga do Coto, la explotación de Vilalba a donde este gran ejemplar llegó desde Ponteceso cuando solo era un lechón.

Nacido en el 2014, Cesáreo había cumplido los ocho años y llevaba tres jubilado de su labor de semental. Su vida la pasó en esta explotación de Saúl Rouco, donde ahora quedan, como explica este ganadero, «varias das súas fillas e netas». Fueron muchas horas las que pasó Saúl junto a Cesáreo y, por eso, quiso rendirle homenaje en su Instagram: «Adeus fociño, adeus pezuñas, adeus orellas grandes, adeus porquiño dos meus ollos, non sei cando nos veremos. Meu Cesáreo, meu Cesáreo, porquiño que eu criei. Fociño que quero tanto, sediñas que acariciei. Ata sempre. Grazas por tanto», publicó.

Cuenta Saúl que un día a Cesáreo le fallaron las patas de atrás. «Levámos varias probas a analizar a Veterinaria e dixeron que tiña unha lesión medular que o deixou paralizado de toda a parte de atrás. Levaba uns catro días que non se movía e houbo que sacrificalo», cuenta con pena.

No vivió mal Cesáreo, eso es lo que le consuela. Y ha dejado una huella importante en la cabaña ganadera gallega porque ha contribuido, con creces, a la recuperación de la raza autóctona porco celta.

Una vida feliz

Cesáreo vivió prácticamente toda su vida disfrutando del aire libre en una finca llena de árboles autóctonos donde fozó a sus anchas entre una manada de agradecidas gorrinas a las que no dejó de dar alegrías, y descendencia, hasta su jubilación como semental hará unos tres años. Su dieta, además, era digna de un rey porcino: pasto, bellotas, castañas, brotes y cereal. Esa dieta saludable le ayudó a convertirse en un cerdo rudo, rústico, capaz de lidiar con las variables condiciones meteorológicas del campo en Galicia. Pero Cesáreo fue apodado el Magnífico por algo.

No era un ejemplar común. Tenía el porte de un monarca: patas traseras en forma de violín, grandes orejas que le tapan sus pequeños ojos.... Todo un porco celta.