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El cambio climático y la varroa son las principales amenazas

María Cedrón REDACCIÓN / LA VOZ

GANADERÍA

ALBERTO LÓPEZ

10 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Las abejas están en peligro. De hecho, la Comisión Europea tiene abierta una consulta pública para ver qué medidas pueden llevarse a cabo para salvar a los polinizadores porque las que se han promovido hasta ahora no han surtido el efecto esperado. La reducción del uso de pesticidas químicos o la promoción de islas vegetales en medio de los cultivos son algunas de las propuestas que se escuchan en Bruselas. Eso es algo que han de saber los que se embarquen en la aventura de emprender una explotación apícola. «Ademais da velutina, que é unha ameaza que estamos tratando de frear ou outras enfermidades como a varroa, está o cambio climático que as está afectando moito e fai que varíe moito a produción», comenta la presidenta de la IXP.

 

A tener en cuenta

Ocurre cuando se producen cambios bruscos de temperatura como los que está habiendo este año o como los que ya se produjeron el ejercicio pasado. Con el buen tiempo, las abejas comienzan a realizar su actividad y multiplican la población de la colmena, pero al llegar un cambio brusco de temperatura, lo que hacen es resguardarse y alimentarse de la miel que han ido acumulado en fechas pasadas. Cuando esto se prolonga, el alimento no les llega, lo que puede provocar su muerte por inanición. Que el cambio climático es un peligro para las abejas lo saben bien también los ganaderos del sector: «Estamos pelexando coa climatoloxía. Iso e a varroa son os principais problemas que temos», dice Adrián, de Conde Santo.

Uso de la tecnología

Para ayudar a frenar los efectos del cambio climático sobre las poblaciones de abejas, además de evitar desplazamientos a los apicultores, la Agrupación Apícola de Galicia está desarrollando una iniciativa para implementar las tecnologías TIC en el sector: «O que se pretende é mellorar o manexo poñendo sensores de temperatura nas colmeas que permitan tamén percibir o nivel de estrés, o peso...», explica Esther Ordóñez. Todo, para cuidar a las abejas, pero también para poder optimizar la labor de los ganaderos que se dedican a este tipo de ganadería. Porque las colmenas, muchas veces, están ubicadas en zonas remotas de alta montaña o en montes donde los accesos son complicados y su propietario no siempre puede acudir a diario para comprobar el estado en el que se encuentran.