Unións Agrarias, aunque se alegra de que defienda en unas declaraciones en The Guardian un modelo de producción fundamental para la sostenibilidad del medio rural gallego, cree que no es el momento de levantar una polémica y le insta a denunciar las prácticas que van contra la ley
05 ene 2022 . Actualizado a las 15:02 h.Al ministro de Consumo, Alberto Garzón, se le ha vuelto a quemar la carne. Y no porque esta vez no haya defendido a los productores tradicionales que pilotan granjas con un manejo en extensivo frente a las macrogranjas a las que ha puesto coro el Gobierno, sino porque como dicen desde Unións Agrarias hablar del sector ganadero en un momento en el que los precios de sus productos están por los suelos con unos costes de producción in crescendo «non é o máis oportuno porque non está o forno para bolos».
La cuestión es que después de la polémica generada el pasado mes de julio, cuando pidió rebajar la ingesta de carne como medio para frenar el cambio climático y mejorar la salud, ahora ha vuelto a desatar el debate tras unas declaraciones realizadas al periódico británico The Guardian donde diferencia entre las granjas que practican la ganadería extensiva de las macrogranjas que, como apunta, «encuentran una villa despoblada en España y ponen 4.000, 5.000 o 10.000 cabezas de ganado. Contaminan el suelo, contaminan el agua y luego exportan esta carne de mala calidad de estos animales maltratados».
La gran tormenta se desató en un primer momento debido a informaciones que comenzaron a circular por Internet en las que se hablaba de que el ministro había dicho que la carne que se producía en España era de mala calidad y procedía de animales maltratados. Hasta organizaciones agrarias como UPA, Asaja o la propia Unións Agrarias lanzaron comunicados donde instaban a Garzón a una rectificación o dimisión, lo mismo que le pidió el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, por atentar contra los ganaderos.
Pero a lo que se refiere el ministro con esa frase sacada de las declaraciones recogidas en el periódico del Reino Unidos es las supuestas prácticas realizadas en macrogranjas. Por contra, el ministro defiende en el reportaje del rotativo británico a las primeras, las granjas tradicionales. Dice que «la ganadería extensiva es un medio de ganadería ambientalmente sostenible con mucho peso en partes de España como Asturias, partes de Castilla y León, Andalucía y Extremadura». Aunque olvida mencionar Galicia, donde no hay macrogranjas, predominando el manejo en extensivo, recalca que los españoles no precisan dejar de comer carne, pero recomienda que la ingesta sea menor y de calidad.
Pero sobre todo aboga por diferenciar entre la carne barata y producida en masa de la que es criada de un modo tradicional. En eso coincide con una de las grandes reivindicaciones de Unións Agrarias o de los productores de Ternera Gallega Suprema, ahogados ahora por una subida de costes que no logran compensar con los bajos precios que reciben por sus animales. Lo que defienden es que el consumidor puede diferenciar perfectamente entre la carne de unos animales que están criados con sus madres en libertad de los que vienen de grandes cebaderos.
Después de analizar la frase de Garzón en su verdadero contexto, desde Unións Agrarias, su responsable de Gandería Extensiva, Xosé Ramón González, se alegra de que el ministro se ponga del lado de la ganadería familiar que usa un manejo en extensivo fundamental para la sostenibilidad medioambiental de las áreas rurales, pero también le insta a que, «de ter coñecemento de que se están levando a cabo prácticas como as de maltrato animal ou contaminación do solo por parte de grandes macrogranxas, algo que vai contra a lei, que o denuncie ante os medios que ten o goberno para facelo». Y le recuerda que, con todo, no es el momento de levantar alfombras por el delicado contexto que viven los ganaderos, «sobre todo cando se corre o risco de que unha declaración poida ser malinterpretada».
En este sentido, otros ganaderos gallegos comentan que el problema del ministro es que desconoce el sector y, aunque quiera defender a los productores tradicionales, puede acabar metiendo la pata.
Fuera de Galicia, otra de las organizaciones que ha puesto el grito en el cielo es la Asociación de productores de porcino de Cataluña, Porcat. En un comunicado publicado en su página web defienden que «los productores de porcino catalanes y españoles producen carne de calidad que cumple con todas las medidas de seguridad alimentaria, al hacerse controles sanitarios en toda la cadena de producción».