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El problema de unos abonos que pueden tener altas concentraciones
de nitrógeno

La Voz

GANADERÍA

OSCAR CELA

En zonas de alta carga ganadera, no es fácil deshacerse de este residuo y los ganaderos se ven obligados a gestionarlo de modo externo

05 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Explica Di Stasi que debido a su composición y su contenido en nitrógeno, potasio y fósforo, el estiércol de ave se utiliza comúnmente como fertilizante para suelos agrícolas. Sin embargo, en España existe una legislación que establece la cantidad de nitrógeno por hectárea máxima que pueden ser empleadas en el suelo agrícola. Esto implica que, en zonas de alta carga ganadera, los ganaderos se vean obligados a almacenar el estiércol y gestionarlo de un modo externo, lo que conlleva elevadas emisiones indirectas y un coste adicional.

Otro problema es que, si no se realiza de forma adecuada, la gestión de esos purines pueden llegar a producir problemas de contaminación de acuíferos, dispersión de amoníaco y malos olores. Al mismo tiempo, añade este investigador, «dado que la materia orgánica que se incorpora al suelo no se encuentra estabilizada y no es estéril microbiológicamente, la población bacteriana, en algún caso, podría llegar a constituir un foco de infecciones y dispersión de patógenos».

Es por ello que el objetivo es buscar unos fertilizantes que permitan evitar todos estos problemas. De hecho, dentro del proyecto, está previsto que las cenizas producidas durante la combustión de las deyecciones sean consideradas como un subproducto de valor «que podrá ser aplicado directamente en el suelo para el aprovechamiento de nutrientes existentes favoreciendo el crecimiento de los cultivos», añade. Otra opción que se baraja es emplearlo como aditivo de otros fertilizantes.