Un proyecto de investigación del centro tecnológico AZTI recupera los posos que genera la hostelería como ingrediente para alimentación del ganado
19 feb 2021 . Actualizado a las 11:55 h.No cabe duda de que en Galicia tomamos mucho café. De pota, de italiana, de máquina... Solo en la UE se consumen cada año 2,67 millones de toneladas. Pero además por cada kilo generamos el doble de posos. Porque el agua hace aumentar el peso de este ingrediente molido. Al fin y al cabo el café es una infusión. La cantidad de residuos generados solo en el sector de la hostelería es tal que investigadores del centro tecnológico Azti, en el País Vasco, comenzaron a pensar qué solución dar a los posos para darles una segunda vida. Y pensando, pensando, se dieron cuenta de la alta dependencia que el sector del vacuno de leche tiene de productos como la soja u otros cereales.
De ahí que estos expertos en la valorización de subproductos alimentarios concluyeron que emplear los posos en la alimentación del ganado podría ser una solución. De ese modo nació el proyecto de economía circular Life-ECOFFEED, financiado en un 55 % por el programa europeo LIFE Environment and Resource Efficiency, que busca valorizar el poso de café producido en hoteles, restaurantes y cafeterías —de momento no puede usarse el de las casas porque no cumple a día de hoy con los requisitos sanitarios necesarios y además es gestionado como residuos sólidos municipal— como ingrediente alternativo en dietas de ganado vacuno y ovino productor de leche. Y como explica David San Martín, responsable de la iniciativa, acabaron involucrando a un consorcio de entidades que agrupa al centro especializado en investigación agroganadera y forestal Neiker; el proveedor tecnológico Riera Nadeu; la empresa gestora de subproductos Ecogras; al proveedor de Café Lavazza en País Vasco Euscovazza; la explotación ganadera Behialde; y la Organización Profesional Agraria que representa al sector agroganadero de Araba, (Uaga).
Las primeras en hacer su pausa café fueron un rebaño de 150 vacas de Behialde que, durante un mes, estuvieron alimentándose con un pienso entre cuyos componentes había posos de café. «La proporción que usamos varía entre un 5 y un 10 %», explica San Martín. Los primeros resultados fueron buenos. Las vacas no perdieron la calma con la cafeína, ni tampoco la tasa de alimentación sufrió variaciones. «Pudimos comprobar —añade el investigador— que la cantidad de leche que daban se mantenía e incluso había una tendencia al alza, al igual que había una tendencia a que tuviera algo más grasa».
Pero la investigación continúa en marcha. La idea es que esté concluido el proyecto en el 2024 porque hay varios retos que resolver: «Habría que resolver cómo va a ser la gestión de esos posos, además de diseñar un método de recogida, también cómo vamos a hacer el proceso de secado de los posos y luego estudiar qué porcentaje de este ingrediente debemos añadir exactamente para lograr una eficiencia nutricional».
El camino está abierto. Ahora solo falta saber cuando el resto de vacas podrán hacer también su pequeña pausa café con ese rebaño vasco.