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Vacas que comen de cáterin

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

GANADERÍA

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Granjas de la Terra Chá, de A Mariña y del occidente de Asturias reciben a diario la alimentación ya preparada

14 feb 2021 . Actualizado a las 21:14 h.

¿Para qué preocuparse de preparar la ración de silo de hierba y de maíz si las vacas pueden comer de cáterin? Es lo que deben pensar decenas de ganaderos de las comarcas de Terra Chá, A Mariña y el occidente asturiano que reciben en sus explotaciones, unas 60, la comida para las reses. El servicio llega a diario desde el centro de alimentación que la cooperativa CLUN tiene en el municipio de Barreiros. La mezcla, que cuenta con un sistema de rutas de reparto, se prepara con silo de maíz y de hierba y con otros productos (alfalfa, soja y colza, por ejemplo) que se compran fuera.

La confianza de los granjeros en este sistema se basa en dos aspectos. En primer lugar, la alimentación de las reses está supervisada por expertos en nutrición de la cooperativa. En segundo, la hierba y el maíz proceden por lo general de fincas de los ganaderos, que pueden decidir si se encargan de esos cultivos o si delegan ese trabajo en CLUN para que se encargue de las cosechas.

La tranquilidad para las explotaciones es evidente, como explica Ángel Miranda, responsable de la división agroganadera de CLUN. Si un año la cosecha de maíz se estropea o se reduce por causa del tiempo, en una granja suele comprarse alfalfa para compensar ese problema; pero si el ganadero participa de este sistema de alimentación, ya la cooperativa se encarga de la adquisición. Con la hierba, apunta Miranda, ocurre algo similar.

La materia prima llega al centro de alimentación dos veces al año. Con la primavera algo avanzada, en abril o en mayo, en los prados se hace una corta de hierba, que se envía a las instalaciones de CLUN, en donde se ensila. En otoño llega el maíz. En total, cada año entran unas 10.000 toneladas de hierba y unas 30.000 de maíz. Miranda explica que, por lo general, esas cantidades alcanzan para preparar la mezcla.

El maíz que llega en otoño y se ensila no se abre hasta enero o febrero del año siguiente. Así fermenta mejor y resulta más digestivo para las vacas: «En definitiva, máis eficiente», apunta Miranda. La hierba que se corta en abril o en mayo no se abre hasta septiembre u octubre. Cada silo, herméticamente cerrado para evitar fermentación, se abre la víspera para comprobar su estado, y si aparece alguna parte que no se puede comer, se aparta.

Cada vaca en producción lechera necesita una ración media de 48 kilos, compuesta por un 75 % de silos y un 25 % de concentrados, que contienen la materia prima comprada por la cooperativa. Con esa media, a una explotación con cien cabezas en producción deben llegar a diario 4.800 kilos para la alimentación. El coste estimado es de 142 euros por cada tonelada de alimento entregada a una granja.

El trabajo en el centro de alimentación incluye también sendas preparaciones para las vacas secas y para las novillas. En el primer caso, subraya Miranda, se pretenden evitar en las reses, después del parto, problemas como la falta de calcio. En el segundo, hay dos mezclas distintas, una para animales de más de un año y otro para los de menos de esa edad.

 Minimizar costes

La alimentación de las vacas secas contiene paja, raigrás deshidratado y concentrado. Se prepara en las instalaciones de Barreiros, pero toda la materia prima es comprada. Este sistema llega a más granjas que el de la alimentación para animales en producción lechera: como explica Miranda, lo reciben unas 300 explotaciones situadas en una franja que más o menos abarca de la Costa da Morte a Oviedo.

Sean cuales sean los alimentos que llegan a cada granja, el citado responsable de CLUN resalta que usar el cáterin es más racional que comprar la materia prima y que así se minimizan costes.

«Queremos ter gandeiros con terras, non labregos con vacas»

A los ganaderos se les cobra según ración entregada. La materia prima que aportan varía: unos entregan más de la que luego reciben para alimentación y otros menos. El dinero que se les paga por el maíz y por la hierba de sus fincas suele abonarse en dos fases: en el caso del maíz, en diciembre se les paga el 50 % de la cantidad correspondiente, y el otro 50 %, en doce cuotas mensuales al año siguiente; en el de la hierba, el 31 de julio se les paga una mitad, y la otra en sendas cuotas los siguientes doce meses. Lo que interesa, sobre todo, es que los ganaderos se centren en el trabajo de la explotación más que en el del terreno. «Queremos ter gandeiros con terras, non labregos con vacas», resume Miranda.