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Unas superfrisonas que viven más que la media

Somos Agro REDACCIÓN

GANADERÍA

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El CIAM impulsa la mejora de la calidad genética de la raza

07 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando se viaja de A Coruña a Santiago, al lado derecho de la autopista puede verse una inmensa pradera en la que pasta un rebaño de vacas frisonas. Esos 208 animales —22 no llegan a los seis meses; 61 tienen entre esa edad y los 24 meses, mientras que el resto supera los dos años— tienen unos índices genéticos de longevidad que superan la media estatal y gallega, un factor fundamental a la hora de pensar en la sostenibilidad del rebaño y, por tanto, en reducir los costes de recría de una granja.

Lo han logrado porque ese rebaño, como explican desde la Consellería de Medio Rural, es el resultado de la aplicación de los programas de selección genética que, en colaboración con Xenética Fontao y la Federación Frisoa Galega (Fefriga), aplica el Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (CIAM), una institución dependiente de la Axencia Galega de Calidade Alimentaria (Agacal) de la Consellería de Medio Rural. De hecho, su labor se centra en potenciar la recría de los 32 animales que han nacido en ese centro de investigación desde el 2017, algunos de los que están entre los mejores ejemplares registrados en el libro genealógico de la Confederación de Asociaciones de Frisona Española (Conafe).

Del CIAM han salido cinco machos candidatos a sementales que fueron puestos al servicio de Xenética Fontao para convertirse en sementales de su programa de inseminación artificial. El centro lucense también se benefició de 15 hembras procedentes del programa de transferencia embrionaria y, a día de hoy, cuenta con media docena de ejemplares de recría nacidos desde el 2019 y que están entre las mejores terneras con prueba genómica de España. Un ejemplo es Gaiola, que está en el puesto 21 con un ICO genómico de 5.016 puntos.

Además, esas vacas producen cada año 630.000 litros de leche, con un porcentaje graso superior a la media. La razón: una dieta basada en los pastos de esa finca salpicada de robles, donde las variedades de plantas forrajeras se mezclan con leguminosas. Todo ese aprovechamiento de la base territorial ha permitido ahorrar costes de producción al cultivar el alimento de la cabaña. Pero además qué imagen puede haber más agradable que observar a las vacas pastar plácidamente en una pradera.