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Galicia cultiva tres cuartas partes del maíz forrajero español

X.R. Alvite REDACCIÓN

GANADERÍA

ALBERTO LÓPEZ

Se espera que la cosecha de este año supere los 2,5 millones de toneladas de alimento

06 may 2020 . Actualizado a las 10:12 h.

A las vacas gallegas les gusta el maíz. Además, les sienta tan bien que un animal de alta producción llegar a ingerir hasta 40 kilos diarios. Tal es la importancia de esta gramínea que la comunidad cultiva el 75 % de todo el maíz forrajero español. Durante el año pasado se sembraron en Galicia un total de 68.639 hectáreas de terreno que dieron lugar a una cosecha histórica de más de 2,2 millones de toneladas de alimento. Cantidad que este año se espera aumente por encima de los dos millones y medio al aumentar también la superficie plantada.

«A día de hoy es el producto sobre el que se sustenta la alimentación de las ganaderías productoras de leche, principalmente de las más intensivas que tienen en el maíz la principal fuente de energía que necesita su ganado», explican desde la Oficina Agraria Comarcal de Santa Comba, una de las principales zonas lecheras de la comunidad donde el maíz es, con diferencia, el cultivo mayoritario. Otro tanto sucede en comarcas como Ordes, Deza o A Terra Cha donde cada año se incrementa alrededor de un 10% la superficie destinada a grano, según los datos que maneja la Consellería do Medio Rural.

Aunque salvando las diferencias, a semejanza del corn belt americano _cinturón maicero que se extiende a lo largo de seis estados del interior de Estados Unidos y donde se produce un tercio del maíz mundial_ la producción española se concentra en el norte de la península. Tanto es así que Asturias y Cantabria son, después de Galicia, las primeras regiones productoras del estado con 7.081 y 4.817 hectáreas respectivamente. Tras ellas se sitúa Navarra con 2.030 hectáreas, Aragón con 1.981 y Castilla y León con 1.934. Estas seis comunidades aglutinan el 85 % de todo el maíz forrajero español.

Retrasos en la siembra debido al mal tiempo

En circunstancias normales, buena parte de las 84.865 hectáreas _la inmensa mayoría de maíz forrajero_ que Medio Rural calcula se sembrarán esta campaña en Galicia ya estarían cultivas y con la planta ya saliendo a la superficie. La realidad es, sin embargo, muy diferente ya que no sólo no se ha comenzado con el arado de las fincas sino que ni siquiera se ha ensilado la hierba en la mayoría de las fincas en las que debería estar el grano.

Las incesantes lluvias de las dos últimas semanas y las bajas temperaturas que se registran en buena parte de la comunidad están obligando a retrasar este trabajo. Circunstancia que podría tener consecuencias tanto en el volumen final de producción que se consiga como en el momento en el que la planta estaría en su estado óptimo de recolección. «O que se busca é a máxima producción posible pero que veña a maduro non máis tarde de setembro por temor a que as chuvias do outono poidan estropear a planta ou dificultar o ensilado», apuntan desde el departamento comercial de una de las principales multinaciones de semillas presentes en el agro gallego que estima que la inestabilidad atmosférica obligará a muchos agricultores a cambiar sus planes de siembra.

«Moitos terán que cambiar a variedade que tiñan pensado sementar por outra con ciclos de maduración máis curtos que, loxicamente, tamén redundarán nunha producción algo menor. Con todo, aínda estamos en prazo se o tempo mellora a partir de agora», precisa.

Sembradoras con GPS y cosechadoras de medio millón de euros

La importancia que tiene el maíz para las granjas se refleja en el tipo de maquinaria que se utiliza tanto para su siembra como para la recolección que acostumbra a realizarse en las primeras semanas del otoño.

La necesidad de realizar estos trabajos con la mayor rapidez, precisión y seguridad hace posible que puedan verse por las fincas gallegas algunas de las mayores y más modernas máquinas existentes en el mercado. Es el caso de sembradoras GPS trabajan en hasta nueve líneas de terreno de forma simultánea- que permiten optimizar al máximo el grano, evitando solapamientos y depositando la semilla en profundidades diferentes en función de lo que reflejen los mapas de cultivo de la finca generados previamente por satélite.

Otro tanto sucede con las cosechadoras, impresionantes máquinas capaces de procesar más de tres hectáreas de terreno por hora variando, con solo un botón y en cuestión de segundos, el ancho de corte de la planta en función de las prioridades del agricultor o del estado de maduración de la cosecha. El precio de estas máquinas ronda el medio millón de euros, cantidad a la que hay que sumar los 300.000 euros que cuestan muchos de los tractores y remolques que se utilizan para trasladar el grano desde la finca hasta la explotación donde se almacena.