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Misión: campo productivo y sostenible

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

GANADERÍA

ALBERTO LÓPEZ

La USC y Agacal participan en un proyecto europeo que fomenta prácticas sostenibles en el medio rural

20 feb 2020 . Actualizado a las 10:24 h.

«Una solución ecológicamente buenísima que no es rentable no es una buena solución». Lo dice Rosa Mosquera, profesora del departamento de Produción Vexetal de la Escola Politécnica Superior (EPS) del campus de Lugo, que asegura que una producción en el medio rural -sea orientación agrícola, ganadera o forestal- puede, y debe, incluir criterios sostenibles sin que por ello la rentabilidad acabe convertida en una quimera.

De hecho, forma parte de un recién iniciado proyecto en el que sectores académicos y agrarios de varios países -están presentes la Universidade de Santiago de Compostela (USC) y la Asociación Galega de Cooperativas Agroalimentarias (Agaca)- estudian medidas que contribuyan a la reducción de emisiones en particular y al desarrollo de la bioeconomía en particular. Las directrices de la nueva Política Agraria Común (PAC), que prevén un 50% menos de emisiones en el 2030 y su eliminación en el 2050, marcan el rumbo.

El fomento de combustibles alternativos o de energías renovables es un apartado en el que se puede avanzar, igual que en la disminución de emisiones. En una comunidad como Galicia, con una especialización ganadera en las últimas décadas, el uso del purín aparece asociado con esa cuestión. El problema -explicó ayer Mosquera- está en las emisiones de amonio, que pueden paliarse, por ejemplo, con la plantación de árboles. La presencia de especies arbóreas, en primer lugar, contribuye a que baje la temperatura; en segundo, las partículas de amonio tienen así más probabilidades de acabar en el suelo en lugar de salir a la atmósfera.

 Más ingresos, menos gastos

Además, con los árboles, apuntó la docente, también se pueden aumentar los ingresos y rebajar los gastos: por ejemplo, un ganadero que tenga manzanos podrá ganar algo con la venta de fruta, pero si el precio algún año está bajo y no le compensa comercializar la producción, dispondrá de una alimentación extra para sus animales sin necesidad de comprarla fuera.

Si se potencia el pastoreo, no solo se están rebajando gastos en la alimentación, ya que la dependencia del maíz y del silo de hierba es menor, sino que también disminuyen el coste de combustibles y las emisiones, puesto que el empleo de tractores y de otra maquinaria agrícola es inferior. De todos modos, admitió Rosa Mosquera, son sistemas que pueden coexistir: «Algo de forraje siempre hace falta», dijo.

 El purín, peor en otros sitios

Por otro lado, el uso de purín no genera en Galicia las situaciones que se dan en otras zonas de Europa (Holanda, por ejemplo). Aunque en la comunidad, como ocurre en otros países europeos, el número de animales es alto, hay una mayor masa forestal, con lo que se absorbe mejor el purín. Que esas masas, además, estén cerca de las explotaciones ganaderas contribuye a que la calidad del aire sea también mejor, explicó.

El comienzo de este nuevo proyecto, cuya aplicación durará hasta el 2024, coincide con el debate sobre la introducción de nuevos criterios en la Política Agraria Común (PAC), lo que ha generado dudas y temores sobre su impacto económico en las explotaciones. Esas ayudas no desaparecerán: «La PAC paga la agricultura de Europa», dijo la profesora de la EPS, que recalcó que la actividad económica del medio rural debía orientarse a criterios de sostenibilidad económica, ambiental y social.

 Dos partes necesarias

Saber de dónde proceden los fondos no excluye otra cuestión, la de cómo usarlos. Esa es una de las razones por las que, explicó Mosquera, en este proyecto intervienen representantes del mundo académico y de la actividad agraria: los primeros diseñan soluciones, pero los segundos aportan ideas sobre su viabilidad. Lo que se busca, dijo, es que el campo sea igual de rentable, o incluso más, aplicando criterios sostenibles.

Un contacto provechoso con un precedente

Que el mundo universitario diseñe propuestas y el mundo que trabaja de manera habitual en el medio rural las conozca para medir su viabilidad es un sistema que a Rosa Mosquera le parece útil por los resultados de esos contactos. Hay además una iniciativa, la de Afinet (que corresponde en inglés a las siglas Redes de Innovación Forestal), en la que se usó esa forma de trabajo. La profesora del campus lucense participó en ese proyecto.