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La montaña también produce dulzura

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS LUGO / LA VOZ

GANADERÍA

La miel de castaño y de roble está presente en el municipio fonsagradino

08 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno es hijo y nieto de apicultores, sus probabilidades de tener aficiones apícolas parecen más elevadas que las de alguien que haya nacido y crecido lejos de ese mundo. Jesús Fernández Álvarez, vecino de San Martín de Suarna (A Fonsagrada), recuerda que ya de niño iba a las colmenas. «Sempre me tirou isto», dice. Pero no solo en el pasado sitúa esa vocación, presente hoy: unas 70 colmenas, situadas en su parroquia natal, reflejan la conservación de ese interés.

Miel de castaño y de roble son las que suele elaborar. Las envasa en tarros de un litro o de un kilo, con una producción anual que puede andar por los 800 kilos. Un color oscuro, similar a la que elaboran otros apicultores de la comarca fonsagradina, la hace casi inconfundible. Si se le buscan parecidos, a Fernández le resulta similar la que se elabora en Boal, municipio del interior del occidente asturiano que alberga una feria apícola en otoño. Otro municipio cercano, Baleira, acoge tamién un certamen anual. Fernández no vende en esos mercados, sino que tiene clientes fijos que se la compran.

El clima de A Fonsagrada no es particulamente benigno en invierno. Para la apicultura, explica Fernández, en ese detalle hay una parte positiva y otra negativa. Lo favorable, dice, es que tras una rigurosa temporada invernal suele darse una primavera de buena floración. Lo malo, explica, es que si el invierno es fuerte, hay que dar más alimento a las colmenas. La cosecha de este año ha sido, según Fernández, bastante buena, si bien el tiempo, húmedo durante bastantes meses, no ha sido una gran ayuda para la floración.

Que la apicultura, además de conocimiento, exige esfuerzo puede ser aceptado por cualquiera. Este apicultor no niega lo laborioso de su trabajo, aunque en ese esfuerzo hay una parte agradable. «A min engánchame; é coma un vicio», dice Fernández, capaz casi de perder el tiempo contemplando las abejas. «Gústame velas traballar, o listas que son, o organizada que teñen a casa...», dice. Solo por eso, reconoce, merece la pena ser apicultor.

En A Fonsagrada no se produce apenas miel de eucalipto. La velutina no se ha presentado en la montaña oriental de Galicia con tanta contudencia como en otras zonas, aunque sí se nota la avispilla del castaño, que es, explica Fernández, un problema notable. También supone un problema el abandono rural, que hace descender la floración. «Vai quedando pouca xente e vanse pechando as casas», afirma.

La dureza del trabajo se compensa con el placer de ver el trabajo de las abejas