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Madera cedida de Bonaval salvó el baldaquino de la catedral de Santiago

emma araújo SANTIAGO / LA VOZ

FORESTAL

Sandra Alonso

La restauración del templo recupera materiales tradicionales allí donde es factible

04 feb 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La restauración de la catedral de Santiago ha permitido descubrir infinidad de entresijos sobre su complejo proceso constructivo. El último de ellos tiene a su baldaquino como protagonista, pero también otro espacio de referencia de Compostela, el convento de San Domingos de Bonaval. Y la conexión entre ambos símbolos de la capital gallega surge gracias al trabajo del CIS-Madeira (Centro de Innovación e Servizos Tecnolóxicos da Madeira de Galicia), organismo que se ha encargado de todo lo que tiene que ver con el uso de este elemento para restaurar la catedral.

La importancia de la madera y el papel de este centro tecnológico, dependiente de la Consellería de Medio Rural, departamento con el que la Fundación Catedral firmó un convenio de colaboración en el 2018, fue el contenido central de una jornada sobre el valor patrimonial de este elemento constructivo celebrada este viernes en Santiago.

En este contexto, repasando las diferentes intervenciones, destaca la restauración del baldaquino, datado en el siglo XVII. A la hora de afrontar su recuperación, descubrieron que la técnica arquitectónica que Domingo de Andrade incorporó en la pieza barroca no estaba exenta de osadía, ya que buscaba emular el baldaquino de la basílica de San Pedro. Lo consiguió con una imponente obra de casi cinco metros de altura que ocupa toda la nave románica, con bellísimos ángeles que ocultan una estructura de madera para sujetar todo el conjunto. Y en esta parte, una vez planteada su restauración, pudo comprobarse que estaba muy deteriorada por los xilófagos (insectos que se alimentan de madera). Esta mala noticia podría haber sido muchísimo peor si el daño lo hubiese generado la humedad, pero esto no evitó que saltasen todas las alarmas y que fuese necesario acometer una operación «a corazón abierto». La cirugía apenas necesitó dos semanas, pero se dilató en el tiempo, entre abril y diciembre del 2020, por las restricciones provocadas por la pandemia.

El azar hizo que esta intervención coincidiese en el tiempo con las obras en el convento de San Domingos de Bonaval, en el que también se había utilizado madera de castaño de la misma época. El problema del baldaquino se localizaba en el ensamblaje de dos vigas, por lo que se recurrió a madera de castaño cedida de Bonaval para asentar la estructura. El trabajo apenas ha dejado huellas exteriores y garantiza que uno de los elementos de referencia de la catedral compostelana tenga una larga vida. Para ello, aprovecharon esta madera casi caída del cielo para incrementar el refuerzo de la pieza, que es muy pesada pese a que las figuras de las Virtudes, en este caso de nogal, son huecas. «Necesitábamos que fuese de castaño y antigua», destaca Mikel Landa, presidente del comité científico internacional de la madera del Icomos y uno de los restauradores encargados de esta intervención.

Una vez que el equipo técnico del CIS-Madeira se percató del problema, buscó con Landa una solución. Este experto afirma que Domingo de Andrade «llevó al límite sus atrevidas soluciones constructivas y estructurales», por lo que fue todo un reto buscar una solución, que finalmente hallaron.

Mikel Landa, junto con Azahara Soilán, ingeniera del CIS-Madeira, participaron en la jornada divulgativa sobre este elemento natural y la catedral, ya que a esta técnica le correspondió analizar el estado de la estructura del baldaquino para buscar una solución al problema. Ambos desvelaron los entresijos de la operación durante una visita al templo. En ella, José González, conselleiro de Medio Rural, y Daniel Lorenzo, director de la Fundación Catedral de Santiago, destacaron la importancia del convenio que ha permitido afrontar con garantías el uso de la madera en las fases de la restauración del templo ya acometidas y las que quedan por afrontar.

El sonido de campana regresó gracias al yugo restaurado

Cuando en noviembre del año pasado la Unesco declaró Patrimonio Inmaterial de la Humanidad el toque manual de campanas, la primera que sonó en Galicia fue la pieza más importante de la catedral de Santiago. Para que esto pudiese suceder fue vital el trabajo del CIS-Madeira, porque salvaron el yugo que sostiene esta campana, conocida como la mayor.

Manuel Touza Vázquez, ingeniero de montes, técnico del centro de investigación sobre la madera y miembro de la Axencia Galega da Industria Forestal (Xera), fue otro de los participantes en la jornada informativa sobre el uso de este material en las obras del templo compostelano.

En su charla, informa Efe, destacó que había mucho trabajo detrás de este logro, ya que hubo que cubrir las grietas de la estructura de madera que sostiene la campana mayor, que data del año 1775. Y eso que cuando comenzaron las investigaciones para salvar este elemento el arquitecto Javier Alonso fue testigo de afirmaciones como que «ese yugo no sirve ni para hacer leña de barbacoa». También hicieron ensayos en la Plataforma de Ingeniería de la Madera Estructural (Pemade) de la Universidade de Santiago (USC), en los que el yugo debía ser capaz de soportar hasta 6.000 kilos de peso.

El uso de la madera en la catedral y la investigación para optimizarla va mucho más allá que el aplicado en el baldaquino barroco y en el yugo de la torre de la fachada del Obradoiro. La nueva vida del templo no sería posible sin este material. Las estructuras de castaño sustentan varias capillas ya restauradas y vigas de carballo también se utilizaron en las intervenciones en las cubiertas de A Corticela y de Praterías.

Además, la restauración de la cubierta de la sacristía capilla del Cristo de Burgos se está ejecutando con el asesoramiento del CIS-Madeira, ya que la máxima de la intervención en toda la catedral compostelana pasa por sustituir el hormigón que se había utilizado en restauraciones anteriores por el tipo de madera que mejor se adapte a las características del templo. Así, se recuperó este material para la carpintería de todas las ventanas y para la estructura de buena parte del conjunto arquitectónico. «Buscamos la excelencia», reconoce Daniel Lorenzo, que reitera el interés de la Fundación Catedral por utilizar siempre madera allí donde es factible.