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Finlandia, tres formas de transformar la madera en fibras textiles sostenibles

Maruxa Alfonso Laya
Maruxa Alfonso REDACCIÓN

FORESTAL

OSCAR CELA

El foro Esenciales en Bioeconomía, que se celebra estos días en Santiago, muestra que el futuro de la industria de la moda está en los bosques

13 mar 2022 . Actualizado a las 20:26 h.

«Hay que poner fin a tirar todos los días camiones llenos de ropa», aseguró Kirsi Terho, directora de cuentas de Infinited Fiber, una empresa finlandesa dedicada a elaborar nuevas fibras textiles reciclando las que ya usadas. Es hora de convertir la industria textil, considerada una de las más contaminantes, en un sector sostenible, cuyos productos puedan ser reutilizados una y otra vez y no dejen ni rastro en el medio ambiente una vez haya terminado su vida útil. Y en esta línea de trabajo tiene mucho que decir la madera, como pusieron también de manifiesto Pia Qvintus, directora de desarrollo comercial de Spinnova, y Marja Rissanen, investigadora en la Universidad de Aalto, en el congreso Esenciales en Bioeconomía que se celebra en Santiago. Empresas e investigadoras finlandeses llevan años trabajando para desarrollar nuevas fibras con base en la celulosa.

«Nuestro sueño es acabar con que se tire tanta ropa», insistió Terho, quien también aseguró que las grandes empresas textiles están cada vez más interesadas en utilizar fibras recicladas. En eso se ha especializado su empresa, en elaborar una nueva fibra con base de celulosa reciclando prendas de ropa ya usadas. Infinna, que así se llama su producto es «un nuevo tipo de fibra con tacto de algodón, es suave». Sin embargo, es totalmente biodegradable, en su elaboración se utilizan solo ingredientes naturales y su producción requiere de mucha menos agua que, por ejemplo, la del algodón. Con este tipo de fibra han diseñado ya diversas telas y prendas de ropa, incluidos tejidos vaqueros.

Actualmente, la firma está trabajando en la construcción de una nueva fábrica que podrá producir 30.000 toneladas de este material al año. «Necesitamos escalar la producción para poder abastecer a nuestros clientes», añadió, porque hay demanda. Y explicó que estos materiales no serán mucho más caros que los actuales y que su durabilidad, en cambio, será muy similar.

Eucalipto de Brasil

Spinnova es otra empresa finlandesa que también ha diseñado nuevas fibras textiles. «Nuestro proyecto está basado en la idea de cómo la araña construye su seda», explicó Pia Qvintus. Su material base es la pulpa de madera y en el proceso de producción no se produce ningún residuo e incluso el agua que se emplea puede volver a reutilizarse. Además, en este proceso pueden utilizarse otros materiales base, como las fibras textiles recicladas, restos de la agricultura y de pieles y hasta papel de periódico. Su principal materia prima procede del eucalipto de Brasil, donde tiene un acuerdo con la empresa Suzano para que les abastezca de toda la materia prima que van a precisar para sus nuevas fábricas, pues tiene proyectado un crecimiento exponencial en los próximos diez años para producir un millón de toneladas de fibra. «Necesitamos que la pulpa esté refinada y por eso Suzano hacen pulpa para nosotros», añadió Qvintus. Su fibra es completamente biodegradable y no generará nunca microplásticos y, de nuevo, utiliza muy poca agua en su elaboración. Ya han diseñado desde ropa de la marca Adidas hasta mochilas.

Ionncell son las fibras que han diseñado en la Universidad de Aalto, en Helsinki, donde llevan años investigando estos nuevos materiales. En este caso, el producto se elabora en una operación de bucle cerrado que utiliza biomasa virgen de coníferas o frondosas como materia prima. «Nuestro producto puede usar pulpa de celulosa o fibras textiles y no emplea productos químicos dañinos con el medio», aseguró la investigadora Marja Rissanen. «Partimos de la celulosa molida, que se mezcla con un líquido iónico, se disuelve, se filtra y cuando esos filamentos emergen, dan lugar a una fibra muy resistente», añadió. El resultado es un material suave, que absorbe la humedad, de tacto agradable y biodegradable.

En Finlandia tienen muy claro que el futuro de la industria textil está en la madera. «Hay muchas soluciones en la industria de la celulosa, solo tenemos que ser curiosos», añadió Terho. «La celulosa es el polímero más abundante, es renovable y puede ser un sumidero de carbono», concluyó Rissanen.

El museo de arte que se construyó con eucalipto en Uruguay

«El Empire State Building podría haberse construido en madera», aseguró en la segunda parte del congreso la arquitecta Cazú Zegers, directora del estudio chileno del mismo nombre y una profesional considerada una eminencia en la construcción en madera. Porque este será el material del siglo XXI. También piensan así en Uruguay donde acaban de inaugurar el Museo de Arte Contemporáneo Americano (MACA). Un proyecto hecho en madera y que supuso todo un desafío para un país donde el uso de este material no es todavía muy habitual.

OAK Ingeniería fue una de las firmas que participó en el diseño y construcción del museo, explicó su codirectora, Vanesa Baño. Relató que en Uruguay hasta los años 90 no había plantaciones forestales y, que, actualmente, se han plantado un millón de hectáreas, la mayoría, de diversas especies de pino y eucalipto. No hay normativas de construcción en madera y el primer curso específico de estructuras de madera se impartió en el año 2014. En este contexto se planteó la construcción en madera del citado museo. «Es un edificio con una estructura muy compleja», aseguró. Está hecha con madera de Eucalyptus grandis de Uruguay, que tuvo que llevarse a Francia a para ser fabricada y volver de nuevo a Uruguay, «Tiene vigas de hasta 26 metros de longitud y una altura máxima de 16 metros.», relató. Las vigas se elaboraron «en tramos para poder transportarlas», lo que supuso todo un reto porque se hacía necesario «conseguir vigas que trabajen a flexión y que las uniones entre ellas soporten esa flexión».

Cazú Zegers, por su parte, explicó que la construcción en madera de Chile viene de la tradición. Una forma de trabajar que han llamado «de baja tecnología» y que persigue buscar «cómo nos desarrollamos y construimos sin dañar nuestra naturaleza salvaje». Aunque está convencida de que este es el material del siglo XXI, queda mucho por hacer. «Hemos hecho 30 o 40 proyectos que no llegaron a ver la luz porque hay que derribar muchas barreras en esta materia. Muchas veces los proyectos salen más caros porque también trabajamos con tema de eficiencia energética. El proyecto puede ser más caro al principio, pero después hay un ahorro en el tiempo que la gente no está viendo», añadió. Su trabajo permite ver cómo ha evolucionado la construcción en madera en este país, que comenzó utilizando técnicas ancestrales y que, ahora, incorpora ya nuevas tecnologías. «Hace poco hemos hecho nuestra primera casa en CLT», concluyó.