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Transformación genética para curar al alcornoque de «la seca»

M.C. REDACCIÓN

FORESTAL

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Una tesis del CSIC halla que el uso de una proteína con actividad antifúnguica prolonga la vida de árboles enfermos

25 jul 2020 . Actualizado a las 17:47 h.

Varios kilómetros al sur del Miño, cerca de Oporto, en Vilanova de Gaia nació una compañía, Amorim, que, tras convertirse en la industria de corcho más potente del mundo, ha hecho florecer la economía de la zona y mucho más allá. Y lo ha hecho a la sombra de unos árboles, los alcornoques, propios del suroeste de la Península. Basta con repasar los datos para comprobar como, por ejemplo, Portugal produce el 61% del corcho del mundo; España el 30 % e Italia en torno a un 6%. Pero el alcornoque, que al igual que la encina es un árbol propio de las dehesas, se enfrenta a un pequeño enemigo, un hongo, causante de la enfermedad de «la seca». Un día la bióloga Vanesa Cano Lázar se hizo una pregunta, ¿cómo mejorar la tolerancia de esas especies al hongo?. Y comenzó a trabajar en ello dentro del grupo  Biotecnología y Mejora Forestal del Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG), del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) donde elaboró su tesis doctoral bajo la dirección de Elena Corredoira Castro. Ahí halló una respuesta por la que fue merecedora del sobresaliente cum laude: Transformación genética.

Pero aquella primera pregunta, abrió una segunda: Cómo ha de realizarse esa transformación genética capaz de mantener a raya al hongo causante de la seca. El nombre del trabajo da las primeras pistas: Transformación genética del alcornoque y encina con una proteína tipo taumatina con actividad antifúngica. Porque como explica la directora del estudio Elena Corredoira «hasta ahora las prácticas agronómicas tradicionales no han sido efectivas para controlar la infección». Lo que ha hecho ahora Vanesa Cano es buscar una alternativa porque, como explica,  «por ahora no se han descubierto los genes específicos relacionados con la defensa del oomiceto, por lo que es preciso introducir otras acciones para inducir otro tipo de resistencia. La alternativa pasa por usar para la transformación genética proteínas relacionadas con la patogénesis, dentro de las que destacan las tipo taumatina». De ahí que el objetivo de su trabajo es transformar embriones de alcornoque y de encina con el gen CsTL1, que codifica una proteína tipo taumatina con actividad antifúnguica in vitro. Este gen fue identificado por la catedrática Isabel Allona, de la Universidad Politécnica de Madrid, en cotiledones de castaño. 

Al final del estudio, enmarcado dentro del programa de doctorado en Avances en Biología Microbiana y Parasitaria, se concluyó que, sobre todo en el caso del alcornoque, aquellos embriones a los que se había aplicado el gen sobrevivían más tiempo a la enfermedad.