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Al monte, con la fiambrera y el mate

ana f. cuba FERROL / LA VOZ

FORESTAL

JOSÉ PARDO

El covid-19 obliga a los trabajadores y a las empresas forestales a cambiar de hábitos

04 may 2020 . Actualizado a las 18:57 h.

Nada es lo que era, tampoco en el monte. Las cuadrillas forestales no dejaron de trabajar, pero las restricciones para frenar la expansión del coronavirus condicionan su faena diaria. La pandemia afecta a los desplazamientos. «As distancias ás veces son longas porque hai bastante xente no sector e movémonos, agora en cada coche só poden ir dous e iso encarece moito. Xa procuramos facer montes que lles queden máis cerca para evitar tanto gasto», explica Benjamín Villapol, consejero delegado de Maderas Villapol, de Trabada, empresa que opera en toda Galicia, Asturias y parte de Castilla y León.

«Os equipos normalmente son de tres, procesador, autocargador e motoserrista, e as cuadrillas á man, de catro ou cinco», detalla. Los encargados ya acostumbraban a viajar solos, igual que los compradores, aunque con frecuencia los acompañaba el propietario del monte. «A maioría son xente maior e quere ensinarcho, ver as estremas. Iso agora está todo parado, non levamos a ninguén. Nas concentracións danche o número de polígono e parcela e xestionámolo todo por teléfono, e as fincas pequeniñas [predominantes en buena parte del territorio] quedan para despois», señala. Los productores prefieren aplazar las ventas y los maderistas tiran de reservas.

El covid-19 también repercute a la hora del almuerzo. El cierre de los restaurantes ha dejado a los operarios forestales sin menú del día. «Agora levan a comida da casa e dígolles que non coman todos xuntos», apunta Benigno Míguez, propietario de la firma burelense Maderas Míguez. En el monte, o en la cabina del camión, sacan la fiambrera. En la ruta a la fábrica de Ence en Navia, los transportistas tienen más opciones, como cuenta Alfonso Pena, uno de los administradores de Forestal Cando, de San Sadurniño: «Hai dous establecementos que preparan comida para levar, un na A-8, na área de servizo que abriron no Alto da Xesta, e outro xa en Asturias, en Jarrio».

Cambios en la jornada laboral

Algún empresario ha optado por la jornada continua. «Cambieilles o horario e reducínllelo, de 8.00 a 14.30. Algúns son da familia e ao principio tróuxenos uns días comer á miña casa, pero non era plan», comenta Fernando Rodríguez, rematante de San Sadurniño. En Maderas Villapol, los trabajadores pueden elegir entre jornada continua o parar y comer el bocadillo en el monte. Los jefes de cuadrilla se encargan de la organización.

Los empleados del maderista de Ortigueira Óscar Piñón conservan sus hábitos: «Llevan siempre la comida, uno tiene una cocinita a gas y la prepara allí, otros traen latas de conservas, algo hecho de casa o bocadillos». El operario que utiliza la cocina portátil es uruguayo y en su mochila no falta el mate. Otros portan termos con café, que muchos echan de menos casi tanto como el menú del día. Emilio Quintiana, vecino de Valdoviño, añora los platos de su abuela, con quien solía comer casi todos los días.

Los trabajadores del sector forestal se mueven ahora entre mascarillas, guantes y geles hidroalcohólicos, que les proporcionan sus jefes. Míguez se muestra tajante respecto a la prevención: «Mandeilles chegar escalonados á nave pola mañá, cambiar a roupa cada un por separado, limpar as manillas das portas e dos coches, e tamén as máquinas, aínda que normalmente utilízaas sempre o mesmo». «Miramos de no contagiarnos y no llevarlo para casa», incide Piñón, que ahora cierra la procesadora a mediodía.

Los protocolos de prevención del coronavirus se han reforzado en estas semanas y este maderista ortegano ha adquirido mascarillas para facilitar a los clientes que carecen de este material, además de dotar todos los vehículos de gel hidroalcohólico.