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La pérdida de humedad del suelo, otro de los grandes retos de la prevención de incendios

maría Cedrón REDACCIÓN

FORESTAL

M.MORALEJO

El cambio climático, sumado al carácter granítico de un 46 % del terreno en Galicia, hace que tenga menor capacidad de retención de agua y, por tanto, en condiciones extremas los fuegos sean más complicados de atajar

10 mar 2020 . Actualizado a las 12:33 h.

El suelo es un organismo vivo. Los hay jóvenes, pero también los hay maduros. Y de hecho hay más de 3.000 tipos de suelos, como explicó el catedrático de Edafología y Química Agrícola de la Universidade de Santiago (USC), Felipe Macías, durante un seminario organizado por CETIM Centro Tecnológico para explicar el proyecto Life Reforest, centrado en la recuperación de suelos afectados por la erosión provocada por el paso del fuego. En Galicia, un 46 % de ellos son suelos graníticos, mientras que de esquistos o rocas básicas su porcentaje es mucho menor, en torno a un 5 % en el segundo de los casos. Los suelos graníticos son menos profundos y tienen menos capacidad de retención de agua.

Pero más allá de esto, este catedrático explicó que el suelo evoluciona en el tiempo. Y de eso habló también, indirectamente el director xeral de Defensa do Monte, Tomás Fernández Couto, quien explicó los efectos que el cambio climático está teniendo en la naturaleza y como esto influye a la hora de prevenir un incendio. De hecho, en Galicia se nota porque los suelos han ido perdiendo humedad, lo que implica un gran reto de cara a la prevención de incendios.

El director xeral apuntó la importancia de la prevención tras explicar el nuevo escenario al que nos enfrentamos en Galicia: «En condiciones climatológicas extremas nos enfrentamos a fuegos que cogen cada vez más fuerza». Y recordó lo ocurrido el fin de semana de octubre del 2017 en el que hubo que atender 123 fuegos. «Fue el día más seco en Galicia desde hacía años, pero además eso se juntó con el paso de un huracán», recordó.

En el seminario también se habló de los retos que vienen tras el paso de las llamas. Hay que frenar las escorrentías para evitar la erosión y, al cabo de tres años, puede empezarse a rehabilitar la zona. De hecho, como explicó Fernández-Couto, la comunidad gallega fue pionera en la aplicación de técnicas de estabilización de suelos afectados por el fuego como, por ejemplo, la aplicación de paja en determinadas zonas. Lo hizo bajo criterios avaldos por el centro de Investigación Forestal de Lourizán, de la Consellería de Medio Rural. 

Pero los tiempos de rehabilitación pueden reducirse con métodos que combinan tecnosuelos con hongos capaces de retener todavía más el terreno. Es lo que está ahora investigando el proyecto Life Reforest.