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Cultura, cultivo y semillas de estupidez humana

Pedro Calaza Martínez DECANO DEL COLEGIO OFICIAL DE INGENIEROS AGRÓNOMOS DE GALICIA. PRESIDENTE DE LA FUNDACIÓN INGENIERÍA AGRONÓMICA PARA EL DESARROLLO DE GALICIA

AGRICULTURA

XOAN A. SOLER

15 may 2023 . Actualizado a las 12:35 h.

Hay un proverbio afgano que dice que «cualquier cosa que se planta, se cosecha». Resulta obvio que todo ello, dentro de un contexto determinado, incluyendo el microedafoclima, la botánica, la fisiología, las labores, es decir, la agronomía, el conocimiento de la agricultura y sus diferentes vertientes… un conocimiento que debe ser entendido como crítico, como diría Immanuel Kant, basado en la racionalidad descartiana o de Leibniz y el conocimiento derivado de la praxis, siguiendo a David Hume…

Pero, ¿hoy en día que estamos plantando, sembrando? Algunos podríamos pensar que fundamentalmente semillas de «estupidez humana», entendida como torpeza o falta de entendimiento para comprender cosas; en palabras de Voltaire, se trata de una enfermedad que sufren los demás, no el que la padece. Nos encontramos en un momento crítico como sociedad, en un punto de inflexión lamentablemente real donde la cultura, o el cultivo, dado que son lo mismo, especialmente desde una mirada etimológica, no son importantes o por lo menos prioritarios…

Por una parte, el cultivo, la agricultura, no interesa, no importa; la mayor parte de la sociedad no siente interés en saber de dónde vienen los alimentos, los productos agrícolas, los ganaderos, el esfuerzo y conocimiento que conllevan; solo leen (algo) en los periódicos cuando los precios de los productos se elevan a cotas inesperadas, como hoy en día. Pero se trata de una preocupación egoísta, solo inducida por la merma de dinero en sus bolsillos. Todos sabemos que el ser humano ha sido agricultor casi desde el inicio de los tiempos, la agricultura ha sido la base de la economía durante siglos, ha sido motivo de guerras, de disputas, de leyes y de propuestas económicas…, siempre hemos tenido Ministerio de Agricultura, en sus diferentes nomenclaturas, un ministerio grande, necesario, importante y que, aparte de ser un motor económico, es vital para la subsistencia. Pero parece que hoy interesan más otras cosas, a veces, incluso, la agricultura es la moneda de cambio político, parece que subvencionamos la agricultura en otros países.

Por otra parte, la cultura parece que, al contrario de las plantas agrícolas, merma con el tiempo, muchas reflexiones y datos apuntan a que cada día tenemos menos cultura general, que desviamos nuestros pensamientos y miradas hacia temas baladíes (en general). Dejamos de leer solo para ver… y solo vemos lo que quieren que veamos, y la agricultura parece que no está en el programa del día.

En otros países, ser agricultor está muy reconocido y la población valora el esfuerzo, trabajo, conocimientos y rendimiento; sin embargo, nosotros lo hemos perdido. Hemos perdido, en general, el respeto a un sector de actividad clave y no somos conscientes del enorme error que estamos cometiendo, cercenando de la memoria de los jóvenes nuestra propia historia. Las administraciones públicas deben velar por la protección de la cultura y de los cultivos, deben legislar y aplicar las leyes. ¿Por qué en sitios como Galicia se permite el cambio ilegal de suelo agrícola a forestal? ¿Por qué no interesa aplicar la ley? ¿Por qué no protegemos los suelos que nos dan de comer? El suelo agrícola debe seguir siendo agrícola aunque haya grandes empresas interesadas en lo contrario, incluso vendiendo proyectos de investigación de gran calado.

Debemos recuperar el conocimiento y práctica de la cultura y de los cultivos, mejorar las leyes y aplicarlas con rigor, conocer y entender su importancia, su valor y su necesidad, alejarnos de la perversión de las estupideces mediáticas y recordar, como bien dice el lema de los ingenieros agrónomos: Sine agricultura nihil, sin agricultura, nada, no hay futuro… Eso deberíamos tenerlo todos claro, ¿o no?