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¿Por qué están tan caras las verduras y hortalizas?

Maruxa Alfonso Laya
M. Alfonso REDACCIÓN / LA VOZLAS IMÁGENES

AGRICULTURA

Santi M. Amil

La menor oferta de producto nacional por motivos climatológicos, así como el descenso de la producción en Europa por los precios de la energía han provocado que pimientos, berenjenas y pepinos, entre otros, disparen sus cotizaciones

29 mar 2023 . Actualizado a las 17:14 h.

Sara entra en el supermercado dispuesta a comprar un pimiento con el que aderezar la ensalada que piensa comerse ese día. Coge uno de la estantería que viene envasado y ni se fija en el precio. Al llegar a la caja se da cuenta de su error. Esa hortaliza, que en otra época apenas le habría costado unos céntimos, vale ahora más de cuatro euros. Este es un caso extremo, de una variedad de pimiento especial, de marca y con un envasado muy cuidado, pero ilustra perfectamente lo que está sucediendo en los supermercados gallegos. Porque desde hace ya tiempo, verduras y hortalizas no paran de incrementar sus precios, además de que hay países, como el Reino Unido, en los que se ha hecho necesario racionarlos al no tener oferta suficiente para atender la demanda. 

Hace no demasiados años, llenaban los informativos las imágenes de agricultores españoles tirando verduras y hortalizas para denunciar el bajo precio que percibían por sus producciones. ¿Qué está pasando ahora para que estos alimentos se hayan convertido en un artículo de lujo? ¿Hay realmente escasez y podemos tener que afrontar en España el racionamiento que se ha hecho necesario en el Reino Unido? En opinión de Ana Cabrera, analista de mercados de la Plataforma Terra, el sector agrario está viviendo la «tormenta perfecta», que está provocando escasez en algunos mercados y subidas de precio en otros. Pero sus previsiones apuntan a que la situación se regulará durante los próximos meses, en cuanto las producciones se regularicen.

Cabrera explica que en los principales mercados centroeuropeos ha habido cierta preocupación por la escasa oferta que han registrado estos alimentos y que se debe a varios factores. Primero, al fuerte aumento de los costes de los insumos, especialmente el gas. En el norte de Europa, los invernaderos de alta tecnología son muy dependientes de esta matera prima, por lo que ante la subida de precios han reducido sus producciones drásticamente.

Esta situación ha coincidido con que otros mercados netamente exportadores, como Marruecos, han tenido que redirigir sus producciones para atender las necesidades del mercado interno. Y con que otro de los grandes proveedores de la UE, como Turquía, es probable que desde que comenzó el año haya desviado parte de su producción hacia el mercado ruso.

¿Qué está pasando con la producción española, que también es otra de las grandes proveedoras europeas? Pues aunque la campaña comenzó con buenas perspectivas y se esperaba un incremento de la superficie cultivada para compensar la reducción anunciada por otras regiones, como los Países Bajos, lo cierto es que apenas hubo cambios. Así que la superficie de cultivo de tomate, pimiento, calabacín y berenjena apenas aumentó un 1,1 %. Por eso se esperaba que la producción fuera similar a la de otros años.

El problema, añade Cabrera, es que las condiciones meteorológicas llevaron a que la campaña comenzara con cierto retraso y elevadas temperaturas, lo que provocó una mayor incidencia de las plagas. Eso provocó que algunas producciones fueran al final menor de lo esperadas, un 4,5 % menos de calabacín, un 3,8 % menos de pimiento y un 11,2 % menos de berenjena. 

La situación no mejoró con la llegada del nuevo año y las bajas temperaturas registradas en enero frenaron los cultivos, lo que hacía prever un descenso en la producción durante las primeras semanas de febrero. Una de las consecuencias de esta situación es que se redujeron las exportaciones de hortalizas desde el sureste español. Estas cayeron un 14,7 % en volumen, pero en cambio crecieron un 2,2 % en valor, gracias a los mejores precios que registraron estos productos. 

Cabrera concluye que esta disminución de la producción en tres de los principales suministradores de hortalizas a los mercados europeos, así como una demanda activa de estas, han tenido como consecuencia el aumento de los precios españoles en origen. Una situación que se ha dado, sobre todo, durante las dos primeras semanas de febrero, cuando el pimiento, por ejemplo, aumentó un 41,5 % su precio medio con respecto a la campaña anterior llegando a alcanzar los dos euros por kilo. El tomate, por su parte, alcanzó un precio medio de 1,10 euros por kilo,  lo que supone un 13 % más que hace un año. Y la situación se repite con pepinos y calabacines, cuyas cotizaciones medias superan a las medias de los últimos cinco años. 

Las previsiones de esta analista pasan porque en las próximas semanas los precios se moderen debido a la normalización de la producción en zonas como Almería, a la entrada en el mercado de los cultivos de la región de Murcia, al restablecimiento de la oferta de Marruecos y a la salida de más producto de los invernaderos de los Países Bajos. Veremos si entonces, estos alimentos vuelven a tener precios más asequibles.