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¿Y si la agricultura ayudara a salvar el medio ambiente?

Maruxa Alfonso Laya
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AGRICULTURA

RODRIGO SAEZ | EFE

La labor que realizan los profesionales del campo es decisiva a la hora de cuidar la biodiversidad, prevenir los incendios forestales y recuperar suelos deteriorados

03 mar 2023 . Actualizado a las 13:30 h.

Agricultura y ganadería están, desde hace un tiempo, en el punto de mira por las repercusiones que ambas pueden tener en el medio ambiente. El uso de fitosanitarios y fertilizantes o las emisiones de gases de efecto invernadero que se generan en estas dos actividades han provocado que cada vez más la sociedad mire con recelo a estos productores cuya labor, por otro lado, resulta imprescindible para proveer los mercado de alimentos sanos y seguros. Pero lo que muchos ignoran es que el trabajo de estos profesionales es fundamental para cuidar el medio ambiente, para mantener las tierras activas y cuidadas, para prevenir los incendios forestales y para fijar población al medio rural. Porque, tal y como asegura la Comisión Europea, los agricultores «como guardianes de nuestra tierra, desempeñan un papel fundamental a la hora de preservar la biodiversidad».

La pérdida de biodiversidad es una de las cuestiones que más preocupa a la Unión Europea, que hace ya unos años puso en marcha la estrategia Biodiversidad 2030 con el claro objetivo de proteger la naturaleza y dar la vuelta a la degradación de los ecosistemas. Esta se ha alineado con el Pacto Verde Europeo y la Política Agraria Común porque está claro que una parte importante de esa recuperación está en manos del sector primario. No solo porque algunas prácticas agrarias actuales sean responsables de esta degradación del entorno, sino más bien porque ellos, con su trabajo, tienen un papel fundamental para ayudar a cuidar del medio ambiente.

Son precisamente los agricultores los que primero sufren las consecuencias de la pérdida de biodiversidad y, también, los primeros que pueden beneficiarse de su recuperación. Y existe un tipo de agricultura que puede contribuir a la recuperación de espacios degradados. Hablamos, claro está, de la agricultura ecológica, que apenas deja huella en el entorno porque no utiliza ni productos fitosanitarios, ni fertilizantes químicos. Por eso Europa quiere que, antes del 2030, al menos el 25 % de la superficie agraria útil se destine a este tipo de cultivos, además de que ha previsto una intensa campaña de ayudas y promoción para fomentar el cultivo y el consumo de este tipo de alimentos. 

Pero hay otras muchas prácticas con las que los agricultores cuidan el medio ambiente. Y una de ellas pasa por cuidar a los polinizadores, que son un indicador clave de la salud de los agrosistemas y que resultan vitales para la producción agrícola y la seguridad alimentaria. «Su alarmante disminución tiene que invertirse», asegura la Comisión Europea. Eso se consigue no solo reduciendo la cantidad de productos químicos que se emplean en el campo sino también permitiendo que una parte de la superficie agraria vuelva a estar ocupada por elementos paisajísticos de gran diversidad. La rotación de cultivos, la creación de franjas de protección, los árboles no productivos, los muros de terraza y los estanques son elementos claves para dotar a estos insectos de un espacio en el que poder ejercer su función polinizadora y de control de plagas. «Todos estos elementos contribuyen a aumentar la captura de carbono, a prevenir la erosión y el agotamiento del suelo, a filtrar el aire y el agua y a facilitar la adaptación al cambio climático», añade la Comisión. 

Otra forma de ayudar al entorno pasa por poner freno a la merma de la diversidad genética, apostando el uso de variedades tradicionales de cultivos y razas. Recuperar las variedades de semillas tradicionales y las razas que durante años criaron nuestros antepasados y que se abandonaron en favor de cultivos y animales mucho más productivos pero menos adaptados al entorno, supone un gran paso hacia la mejora de la biodiversidad que, además, incluirá beneficios para el consumidor al contribuir a una alimentación más variada y nutritiva. 

Todavía hay más, porque la labor de muchos ganaderos resulta fundamental a la hora de mantener limpios los terrenos forestales, contribuyendo así a prevenir los incendios. Cabras, vacas y caballos ayudan a conservar en perfecto estado parcelas que, de otra forma, estarían completamente abandonadas y a merced de los elementos. Es la ganadería en extensivo que, sobre todo, llevan a cabo las explotaciones familiares y que supone múltiples beneficios para el entorno.

Tampoco hay que olvidarse, por supuesto, de que la labor de agricultores y ganaderos resulta fundamental para abastecer a los mercados de alimentos saludables y seguros. Y de que sin ellos no existiría el medio rural, porque son los encargados de fijar la población y cuidar tierras que, de otra forma, estarían abandonadas.