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Retrasos de casi un año para adaptar las cisternas a las nuevas normas de purines

Xoán Ramón Alvite Alvite
X. R. Alvite REDACCIÓN / LA VOZ

AGRICULTURA

CEDIDA

Cumplir con el decreto de nutrición sostenible de suelos agrarios costará más de 100 millones de euros al campo gallego

16 mar 2023 . Actualizado a las 17:05 h.

A partir del próximo año estará prohibido utilizar sistemas de abanico, plato o cañón para esparcir purín en las fincas. Una noticia que, aunque sobradamente esperada por los agricultores gallegos -Galicia lleva desde el 2018 pidiendo moratorias a la anterior normativa, que ya buscaba reducir las emisiones de amoníaco limitando este tipo de aplicaciones aéreas-, ha creado mucho revuelo en el campo.

También una notable preocupación debido, sobre todo, a las dificultades tanto técnicas como económicas que se presentan a la hora de adaptar las más de 12.000 cisternas existentes en la comunidad a las nuevas prácticas que obligarán a inyectar el purín en el suelo o, en su defecto, depositarlo sobre la superficie.

En este sentido, el primer contratiempo con el que se están topando muchas granjas es la dificultad para encontrar algunos modelos de tubos arrastrados que acoplar a sus cisternas. «Agora mesmo, aínda tendo os cartos para pagalo, resulta imposible conseguir algúns tipos de aplicadores porque, para determinados equipos, a espera xa rolda o ano», explican desde un taller de maquinaria agrícola de Castro de Rei, que teme que la tardanza en estos sistemas de aplicación todavía será mayor durante los próximos meses. «A medida que vaia avanzando o ano, a demanda irá en aumento e, por suposto, tamén as listas de espera. A este ritmo de fabricación, vai ser complicado que todas as granxas empecen o ano cumprindo a normativa de aplicación», sentencia.

Precios de la maquinaria

Es una opinión que también comparten en Agrícola Curtis, uno de los concesionarios de referencia en Galicia, que distribuye un aplicador de fabricación holandesa cuya espera media ronda los nueve meses. «Depende un pouco do tipo de modelo que se busque, pero si é certo que os prazos de entrega se están ampliando case a diario. A capacidade de fabricación das empresas é limitada e, nestes casos, ao contrario do que sucede co resto de maquinaria, apenas hai mercado de segunda man», apunta José Manuel Campos, comercial de la empresa, que señala que los precios de venta de este aplicador oscilan entre los 20.000 y los 70.000 euros en función de su anchura y de los sistemas de trituración del purín que incorpore.

El precio suele bajar a medida que también lo hacen las prestaciones y aunque hay aplicadores por algo menos de 7.000 euros, el precio medio de uno con un mínimo de calidad rondaría los 15.000 euros. Esa es, al menos, la cifra que apunta Juan Maroñas, vendedor de Fariña Maquinaria, con sede en Carballo, que reconoce que, aun habiendo aplicadores adaptables a cualquier cisterna del mercado, muchas granjas optarán directamente por hacerse con una que cumpla la nueva normativa. «Nós temos sistemas que se adaptan a calquera máquina. Ben é certo que, nalgúns casos, son moi simples e están enfocadas unicamente a aproveitar o que xa tes, e que moitas granxas, sobre todo as máis dimensionadas, optarán por algo que lle teña cuberto o servizo durante varios anos», señala el comercial, que augura un año de mucho movimiento en toda aquella maquinaria relacionada con el tratamiento del purín.

«Ademais dos aplicadores, tamén se falará moito do tema dos analizadores, sistemas que permiten saber a riqueza do residuo dun xeito moi sinxelo, e que tamén será de moita axuda á hora do cumprimento da nova normativa».

En este sentido, aun sin contar las adquisiciones de nuevas cisternas que muchas granjas se vean obligados a llevar a cabo, la simple adaptación de las ya existentes supondrá, para el campo gallego, un desembolso superior a los 100 millones de euros. Una cifra a la que habrá que sumar los importes derivados de la adecuación de las instalaciones para albergar los estiércoles, los precios de las analíticas de tierras y de pureza del purín y los gastos que implique la contratación del asesor agronómico que deberá elaborar el plan de fertilización de cada explotación.