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Jesús Quintá, presidente de la IXG Castaña de Galicia: «Yo ya nací empresario»

AGRICULTURA

ALBERTO LÓPEZ

Empresario de raza lamenta que la gente no tenga la paciencia suficiente para aprovechar los grandes resultados que proporciona el cultivo de castañas

21 oct 2022 . Actualizado a las 10:03 h.

Dice Jesús Quintá (Monterroso, 1963), que no recuerda haber querido ser otra cosa que empresario. Y hoy en día es uno de los más aventajados de Galicia. Su criatura, Alibós, es líder en Europa en la transformación de castañas. Recién llegado de París, lamenta el poco afán que hay en su país por explotar esta riqueza.

—¿Cómo viene la temporada?

—Estamos empezando y parece que va a ser un año malo, en cantidad y calidad. Aunque las zonas tardías aún no empezaron, en las iniciales, como se temía, va a ser flojo. Ha influido mucho la sequía prolongada y el calor. Así que la planta ha sufrido mucho y tiene menos fruta. En cantidad, tendremos la mitad que un año normal y la calidad, reducida.

—¡Vaya perspectivas!

—Hombre, falta la tardía, que aún está en el árbol, que recogió un poco de lluvia. Es que hemos tenido un año muy anormal, con una sequía muy prolongada.

—Se notará en el precio.

—Es que, como la calidad no es muy buena, hay que seleccionar mucho. El consumidor tendrá que pagar un precio alto. Igual sobre cinco euros el kilo.

—Y ¿qué es lo que no tiene un precio alto?

—La castaña es un producto natural y escaso, por eso tiene un precio alto. Es un producto de calidad que se exporta en su mayor parte.

—Yo he visto por ahí algunos carteles que rezan: «Si quieres castañas, no plantes eucaliptos».

—Yo también los he visto, pero no cala el mensaje. Yo presido la IXP (Indicación Xeográfica Protexida) y llevamos años trabajando para que la gente plante. Tenemos una plantación muy vieja. Somos una potencia en comercialización pero nos falta la producción. Hemos conseguido avances, pero no todo lo que queríamos. Aquí no se ve la castaña como un negocio, aunque lo es. Hay que tratarlo como un frutal. Estamos peleando para que haya profesionales. Hay que hacer una reconversión como se hizo con el vino.

—¿Por qué cree que la gente no se anima?

—Porque para que un castaño dé una producción óptima tarda entre siete y diez años. Y la gente tiene mucha prisa. Hace falta una inversión inicial y unos cuidados durante unos años sin recoger nada. Pero luego produce entre treinta y cincuenta años sin problema. Y hay que regar, es fundamental. Así se adelanta la producción dos o tres años y se consigue aumentar la producción más de un 30 %.

—Siempre dice que una familia puede vivir bien con una plantación de castañas...

—Eche la cuenta: a partir de los 10 años, un castaño bien cuidado puede dar entre cinco y seis mil kilos por hectárea. A un precio de entre uno y dos euros el kilo.

—No está mal.

—Pero tienen que ser castañas de calidad. Yo soy la persona viva que más castañas ha comercializado del mundo. Al menos de Europa. Así que sé un poco de esto. Llevo 40 años y el año que menos comercialicé fueron cinco millones de kilos.

—Producción envejecida, productores envejecidos...

—La gente que aprovecha las castañas es gente mayor; que las recoge hasta que no puede más. A mí me dicen los del ambulatorio: «Había que hacerte un homenaje, porque en época de castañas no aparece nadie por aquí». Eso es lo que tenemos. Galicia es una potencia en la industria de la castaña, pero necesitamos producción.

Pilar Canicoba

—¿Cuándo se dio cuenta del negocio que eran las castañas?

—Yo empecé a trabajar en una empresa de setas en Monterroso en los años 70 del siglo pasado. Luego empezaron, como una alternativa, con las castañas, hasta que fue el producto principal. La empresa la compró una multinacional que más tarde empezó a desinvertir hasta que me ofrecieron comprarla en el año 2006. Y ahí empecé esa andadura.

—Ha trabajado mucho con las castañas, pero no se ha agachado tanto para apañarlas, ¿no?

—Apañar, no mucho, pero he viajado muchísimo para ver castañas. Con 21 y 22 años ya iba por ahí a comprar miles de kilos.

—¿Dónde están las mejores?

—Tengo que decir que en Galicia. Tenemos tanta variedad, que también están las mejores del mundo.

—El castañero ese de las ciudades, se mantiene.

—Cada vez hay más. Antes se consumía mucho en las casas. Pero la gente joven las compra en la calle. Pasa en toda Europa.

—¿A usted cómo le gustan?

—Cocidas con leche, como las comía de pequeño. Como no las tengo que pelar... También me encanta un buen caldo de castañas. Y asada, por supuesto. Es que aquí se pelan cada día 70.000 kilos de castañas, que son unos diez millones de unidades, durante tres meses. Así que yo no las tengo que pelar, ja, ja.

—¿Celta o Dépor?

—Yo soy del Lugo. Y del Monterroso, que patrocinamos.

—¿En qué emplea el tiempo libre?

—Antes pescaba, ahora hace tiempo que no lo hago. Me gusta mucho estar con mis amigos, una buena tertulia. De eso disfruto mucho. También me gusta viajar, ir a la playa y pasear. Pero no tengo mucho tiempo libre.

—Dígame algunas palabras que lo definan.

—Soy bastante extrovertido, serio en los negocios e intento mantener mi palabra, que es mi valor. Y soy perseverante. Es importante no perder el rumbo.

—Un sitio en el que sea feliz.

—Por ejemplo de vacaciones dando un paseo por la playa, en algún furancho o en una tertulia con mis amigos.

—De pequeño, ¿qué qería ser de mayor?

—Yo creo que ya nací empresario. Siempre tuve esa sensación. Mi abuelo lo fue, tuvo un aserradero y, aunque lo conocí poco, yo creo que me salieron esos genes. La verdad es que nunca pensé llegar donde llegué, aunque me costó mucho. No me arrepiento de nada.

—Una canción.

Déjame, de Los Secretos.

—¿Lo más mportante en la vida?

—La familia es muy importante; el trabajo también. Pero lo más importante es la salud.