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Parcelas de tres hectáreas y mosaicos de cultivos, el paisaje ideal para conservar la biodiversidad

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AGRICULTURA

cedida

La nueva política agraria común 2023-2027 incentiva prácticas dirigidas a restaurar los paisajes degradados por el monocultivo intensivo

14 oct 2022 . Actualizado a las 12:30 h.

Mantener el equilibrio entre la actividad agrícola y la conservación del medio ambiente es fundamental para garantizar la biodiversidad. Por eso, es necesario restaurar aquellos paisajes que favorecen la recuperación de espacios dedicados hasta ahora al monocultivo en intensivo, uno de los modelos productivos que según constata la Agencia Europea de Medio Ambiente, más castigan la biodiversidad. La nueva política agraria común (PAC) 2023-2027 incentiva algunas prácticas dirigidas a restaurar esos paisajes. Un buen ejemplo son medidas como la protección de los humedales y turberas o el establecimiento de franjas de protección de tres metros libres de fertilizantes o pesticidas.

Un paisaje agrícola variado en el que convivan diferentes cultivos es fundamental para conservar y favorecer la biodiversidad. Además, la asociación de cultivos también ayuda a obtener mejores cosechas y a que sean los propios insectos que crecen en ese entorno los que mantengana raya a las plagas. Lo que está claro, como explica el director de la Escola Galega da Paisaxe de la Fundación Juana de Vega y decano del Colegio de Ingenieros Agrónomos de Galicia, Pedro Calaza, es que «la biodiversidad es la base de la agricultura porque un espacio biodiverso es más rico y se adapta mejor al cambio climático».

De ahí que tiene clara la respuesta a la pregunta de cuál sería el paisaje agrícola ideal para conservar esa biodiversidad: «Lo ideal son parcelas con un tamaño no superior a las 3 o 4 hectáreas, favorecer un mosaico de cultivos y, cuando hay fincas más grandes, dejar en medio otras plantaciones para favorecer la biodiversidad de fauna y flora o realizar ese tipo de cultivos en los perímetros de las parcelas».

En este sentido, este ingeniero agrónomo detalla que «un paisaje ideal es el que combina distintos cultivos como el que tenemos en Galicia, aunque es verdad que aquí el tamaño de nuestras parcelas es excesivamente pequeño». Por eso el tamaño idóneo «serían parcelas de unas tres hectáreas». Para corregir zonas más extensas, otra fórmula que destaca es la de habilitar franjas sembradas con otras especies que atraigan polinizadores en el perímetros las fincas cultivadas con maíz o trigo. «La combinación de distintos cultivos y de diferentes variedades también favorece la cualidades organolépticas del producto, además de lograr que los cultivos afronten mejor el cambio climático o las patologías que puedan aparecer en las plantas», matiza.

Policultivos híbridos

Experiencias como los policultivos híbridos que están llevando a cabo países como Francia también son una buena herramienta para lograr el objetivo de restaurar esa biodiversidad. «Hablamos de frutales que pueden combinarse con leguminosas. Los árboles dan sombra a la planta y, a cambio, esta proporciona nitrógeno al suelo. Eso evita el uso de fertilizantes químicos», explica.

Nuevas parcelarias

Una buena prueba de como está cambiando el campo en este sentido son los criterios con los que se están realizando las nuevas concentraciones parcelarias, una fórmula de agrupación de la propiedad que data de los años sesenta y que se ha modificado recientemente en la comunidad gallega. Porque como dice también el decano del colegio de Ingenieros Agrónomos «no se hacen ya con un concepto cartesiano, sino que se procuran dejar en medio zonas de árboles autóctonos, arbustos, los muros secos... que no solo guardan diversidad de flora, también de fauna».

Más allá de eso, las nuevas tecnologías también están aportando su grano de arena en el mantenimiento de la biodiversidad. Pedro Calaza describe en este sentido distintas estrategias para hacer más productivos los cultivos «como la teledetección, la agricultura de conservación o los drones para optimizar el empleo de fertilizantes». Todo ello, añade también, favorece la conservación de esos territorios en línea con la política verde que fomenta Bruselas.

Justo lo que defiende Calaza es también lo que ratificó un estudio donde participó el Centro Superior de Investigaciones Científicas publicado en el 2019 en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Lo que venía a concluir es que un mosaico complejo favorece la biodiversidad al tiempo que mantiene el nivel de producción de alimentos. Ese mosaico complejo se ve favorecido por el mantenimiento de zonas naturales o seminaturales.