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José María Fonseca: «Habrá una denominación Vinos de Galicia»

AGRICULTURA

Oscar Vázquez

«Si te paras, te adelantan», acuña para explicar la expansión de Terras Gauda a otras comunidades

31 oct 2022 . Actualizado a las 11:32 h.

Economía y mercado. José María Fonseca (Ourense, 1950) es pura vivencia empresarial, un radiólogo comercial, captador de las oportunidades que le salen al paso, anticipador de negocios tocado con las pajaritas que enmarcan una permanente sonrisa, evidencia de su gusto pleno por la vida. Su disposición a comprobar qué pasaría si... le llevó dejar la función pública, un puesto seguro para toda la vida, para fundar en 1989 el grupo Terras Gauda, la empresa bodeguera que nació en O Rosal y hoy se asienta sobre otras tres patas en La Rioja, Ribera de Duero y el Bierzo con vinos que llegan ya a casi 70 países.

«Todo te marca, sobre todo la infancia» dice Fonseca rodeado de libros, cuadros, fotos, relojes, botellas y un sinfín de recuerdos testigos de las vivencias que acumula en su guarida con la ría de Vigo como testigo de fondo.

De sus experiencias vitales de la niñez rememora la dureza y disciplina de los Salesianos en Ourense y sus «macabros» ejercicios espirituales de entonces, o su internado en el Peleteiro de Santiago por culpa de un suspenso en bachillerato que sigue considerando injusto más de medio siglo después. Se vengó con una sonrisa convirtiéndose en cura en la película Sempre Xonxa. Solo el fallecimiento prematuro de Chano Piñeiro le impidió interpretar también a un obispo ante las cámaras.

Pero de aquella niñez se queda sobre todo con los veranos en Panxón. «Eran tres meses en bañador. Eramos siete hermanos y mi padre, médico en Ourense, trabajaba como un negro, por lo que solo venía los fines de semana a la playa». De aquellas vacaciones a Fonseca le nació el amor por el mar gracias a un marinero con el que iba toda la familia a pasear en barca. «Con él salí a pescar con casi todas las artes de pesca. Aquellas noches nos daban para conversaciones de todo tipo, para arreglar el país», dice. Y ya nunca dejó de navegar.

Las singladuras por tierra no se quedaban atrás. Su padre, natural de Tui, valoraba los paseos por toda la costa y territorios de Gondomar y O Rosal con su mujer y sus siete hijos, siguiendo también la estela de su progenitor, fabricante de chocolate en la localidad fronteriza.

«Yo era economista», dice tomándose a broma su licenciatura en Santiago. «Creía que estaba preparado hasta que llegaron los intereses negativos». «Tenía la vida resuelta como funcionario», añade, indicando que se jubiló como técnico superior en excedencia del Inem. Entró en Vigo cuando las oficinas de empleo aún eran el Servicio de Empleo y Acción Formativa-Promoción Profesional Obrera (SEAF PPO). «Otra cosa era la política, pero aquello funcionaba mejor que la actual formación profesional», mantiene alegando que encaminaban a los trabajadores de manera muy específica a cada empleo. Fonseca, como responsable de la formación profesional ocupacional, le dio rienda sobre todo a los cursos destinados a mejorar el mundo agrario. Con uno de aquellos formadores, Jesús Requena, que afirma revolucionó en la zona de Cambados el sector del vino, José María se adentró en el que se convertiría en su nuevo mundo. Soñó Terras Gauda, pensando en un vino de calidad, en desterrar la idea de que el vino es una lotería, que unos años sale bien y otros no tanto por los caprichos del destino. Acabó dejando tres años después su plaza de funcionario y una asesoría financiera también para centrarse en la bodega.

«La idea era hacer una viticultura como Dios manda. Arrendamos treinta hectáreas a la comunidad de montes de Goián (Tomiño) para hacer una producción controlada. Al año siguiente vino la comunidad de Eiras y nos ofreció otras treinta. Hicimos el primer vino y fue un bombazo. Fuimos absolutamente rompedores», mantiene Fonseca. «Pegué duro, duro y duro para remarcar en todas partes que hacíamos vino de O Rosal, de O Rosal, de O Rosal, que no era albariño», dice. Ahora ya no entra en batallas para hacer distingos, convencido de que la imagen de marca de Galicia, todo un potencial, advierte, redefinirá un día las denominaciones vinícolas de la comunidad. «Acabará habiendo una denominación Vinos de Galicia, un vino blanco gallego sin más», augura. «El mercado internacional no funciona por pequeñas parcelas. El nombre hay que hacerlo con términos potentes, como lo sería Galicia. Eso le ayudaría más que una denominación de origen. Pero es una opinión, yo no voy a promover nada eso», avisa para que nadie se ponga nervioso en un sector que apunta es dado en ocasiones a las peleas.

Sus bodegas abiertas de Ribera de Duero, La Rioja y El Bierzo «son para apuntalar el edificio», para vender mejor Terras Gauda y de manera conjunta por todo el mundo. «Con el mismo esfuerzo comercial vendes vinos que no compiten entre ellos y divides los costes por cuatro: economía de escala», zanja José María Fonseca, «porque en el mundo de la empresa no puedes estar quieto, si te paras, te adelantan», acuña con su eterna sonrisa encima de la pajarita.

Álbum familiar

EN DETALLE

-¿Primer trabajo?

-Como adjunto a la dirección en la fundición Pereira dos Santos, en el polígono de San Cibrao das Viñas, en Ourense. Era economista. Luego llegaría el hacerme funcionario del servicio de empleo, puesto en el que me jubilé en excedencia.

-¿A qué causa se entregaría?

-Esa pregunta tendría que habérmela hecho cuando era más joven y menos escéptico, mucho menos que ahora.