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Repollos que alimentan lazos de amistad entre Meis, Irlanda y Azores

Bea Costa
bea costa MEIS / LA VOZ

AGRICULTURA

Martina Miser

Los alumnos extranjeros llegan a Galicia dentro de un programa Erasmus+

23 abr 2022 . Actualizado a las 19:22 h.

Quién iba a decir que el cultivo de repollos serviría para crear lazos de amistad entre chavales de 16 a 18 años de lugares tan dispares como Meis, Galway (Irlanda) y Vilafranca do Campo, en Azores (Portugal). El Programa botánico de selección y mejora participativa de la Unión Europea (Erasmus+) lo ha hecho posible gracias a un intercambio escolar que afronta su recta final en Galicia. Tras dos semanas, la primera en Azores y la segunda en Irlanda, quince alumnos del colegio de Mosteiro volvieron el sábado a su tierra para completar el periplo de convivencia con los alumnos de los otros dos países en los que han compartido casa, tiempo y no pocas experiencias.

La delegación gallega, integrada por alumnos y profesores, ha tenido ocasión de conocer lugares tan icónicos como Diamond Hill y las islas Aran. Ahora les toca a ellos ejercer de anfitriones y acompañar a irlandeses y portugueses en el Camino de Santiago, a conocer la catedral, remar en kayak, adentrarse en una bodega o disfrutar en una feira galega. Sin olvidar la obligada visita a la huerta, en la que se cultivan los repollos que propiciaron este intercambio educativo.

Además de practicar otros idiomas y conocer a otra gente y otras culturas, el objetivo de este programa Erasmus es cosechar nuevas variedades de repollo, más productivas y resistentes al estrés y mejor adaptadas a las condiciones de cada región, para dar con los ejemplares más sabrosos, nutritivos y rentables desde el punto de vista comercial. El proyecto partió de la Fundación Antón Losada Diéguez, de su dirección y supervisión se encarga la Misión Biolóxica de Galicia y a los alumnos les corresponde recabar los datos sobre el tamaño, el diámetro, el número de hojas y el vigor de cada una de las coles para incluirlos en una base de datos y cotejarlos con los de los otros dos centros que participan en el programa. Al experimento todavía le queda un año por delante y mucho por plantar y cultivar. Entre tanto, lo que toca ahora es disfrutar y seguir aprendiendo, sobre repollos y sobre la vida.