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«Desde O Bolo hemos logrado posicionar un vino blanco gallego en la élite mundial»

Rubén Nóvoa Pérez
Rubén Nóvoa OURENSE

AGRICULTURA

Rafael Palacios, en los viñedos de As Sortes, en la D. O. Valdeorras
Rafael Palacios, en los viñedos de As Sortes, en la D. O. Valdeorras CEDIDA

El viticultor riojano logró la máxima puntuación de Parker con su cosecha del 2020. «Es la consolidación de un sueño», explicó

03 mar 2022 . Actualizado a las 10:33 h.

El viticultor riojano Rafael Palacios (Alfaro, 1969) abrió de par en par las puertas de la élite mundial de los vinos para Galicia con su cosecha del 2020 del blanco de la D. O. Valdeorras, Sorte O Soro. Su creación recibió los 100 puntos Parker de la prestigiosa publicación estadounidense The Wine Advocate. Entiende que este reconocimiento debe de ser un espaldarazo para el sector en Galicia tras diez años de crecimiento y un empujón definitivo para la variedad godello, que fue la que le llevó a hacer las maletas desde la bodega familiar de la Rioja hasta O Bolo (828 habitantes) en la comarca de Valdeorras.

—¿Qué fue lo primero que se le pasó por la cabeza al conocer que había logrado la máxima valoración de Parker?

—Lo más importante que se me pasó por la cabeza es que el viaje había merecido la pena. Ese viaje fue trasladarme con mi familia y dejar mi tierra por un sueño. Es un hito muy importante que, con un vino blanco, estoy convencido que no lo hubiera logrado en ningún otro lugar de España. Galicia tiene dos factores muy importantes para su elaboración, como son el clima y los suelos.

—La crítica del experto Luis Gutiérrez es contundente, pero si usted tuviera que definir su elaboración cómo lo haría.

—Su principal característica es su dualidad. Es un vino con un doble perfil. Por un lado, tiene una parte muy sedosa, que ya no solo le viene de la uva godello, sino de la propia orientación de la viña que es la única que tenemos menos al norte que el resto de la finca As Sortes, en el valle de Bibei. Eso hace que sea un vino maduro, sedoso y bien hecho, con ese lado oleico y luego tiene la frescura de la brisa con un lado muy cristalino y mineral por el subsuelo. En O Bolo todo lo que trabajamos es granito, pero es una arena de granito muy fina que parece casi arena de playa. Esa dualidad lo convierte en un vino de empaque que limpia rápidamente hacia un lado más fresco, cristalino y salino.

—¿Qué supondrá para su proyecto este reconocimiento?

—Es la consolidación de un sueño. Creo que ya habíamos conseguido un estatus de proyecto serio y de trabajo bien hecho, con la recuperación de la viticultura en O Bolo, que para mí es algo fundamental porque estamos ante unos viñedos con mucha historia. También entiendo que es un paso muy importante para los vinos de Galicia. Llevábamos diez años impresionantes en cuanto a la expectación que creaban los blancos y los tintos gallegos, pero ahora hemos abierto la lata de los grandes vinos, porque hemos logrado posicionar desde O Bolo un blanco gallego en la élite mundial. Imagínate para mí, como elaborador, lo que eso significa.

—¿Qué le hizo dejar su bodega familiar de la Rioja y asentarse en Valdeorras?

—Mi vino más personal en la Rioja era un blanco. Lo hice durante siete años hasta que mi padre falleció y entendí que mi etapa allí había terminado. Después influyó en mi decisión que una botella de godello se cruzó en mi camino. Me marcó muchísimo por ese lado atlántico que tienen todos los vinos gallegos, pero también por la profundidad y el peso en boca. Ese godello me llevó a Valdeorras, a descubrir sus tierras y también su clima cálido, lo que me llevó a buscar zonas más altas e iniciar este proyecto en Santa Cruz. Luego tuve la suerte de encontrar unas parcelas con viñedos con una media de 30 años. Eso me permitió hacer algo ya con identidad desde el primer momento.

—¿Qué diferencia al godello del resto de variedades de blancos que se cultivan en Galicia?

—Tiene, sobre todo, un lado gastronómico que la diferencia del resto de variedades gallegas con las que se pueda comparar. Es una variedad amable, accesible y de sentarse en la mesa a comer. No es el típico blanco de tapeo. El godello tiene la característica de que, dependiendo de donde lo cultives, puedes hacer vinos vulgares, excesivamente pesados, o todo lo contrario con una climatología y un suelo con una buena categoría. Es la variedad que mejor se expresa por ser discreta.