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Las calificaciones «virgen» y «virgen extra» solo podrán usarse para el aceite

miriam garcía roca / m.c. LA VOZ

AGRICULTURA

miguel souto

Una nueva norma endurece su comercialización para garantizar la calidad

01 sep 2021 . Actualizado a las 09:41 h.

Era una vieja reivindicación del sector y ayer, por fin, el Consejo de Ministros dio luz verde a la nueva norma de calidad del aceite y orujo de oliva, un documento que modifica la que rige desde 1983 y que quiere corregir las carencias existentes en la trazabilidad del producto. Con este paso, el Ejecutivo endurece las normas de comercialización del zumo de aceituna para garantizar que lo que pone la etiqueta realmente sea lo que quiere comprar el consumidor. Una vez que la norma sea publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) en los próximos días, solo se podrán utilizar los términos virgen y virgen extra (AOVE) para el aceite, pero no para el resto de grasas vegetales. Según un informe de la consultora Nielsen elaborado para Olimerca, el año pasado se comercializaron 29 millones de litros de aceite virgen y 115,3 millones de virgen extra.

La regulación, que fue recibida con cautela por organizaciones agrarias como UPA, también reforzará la prohibición de mezclar aceite de oliva con otro tipo de aceites. De esta manera, según avanza el Ministerio de Agricultura en un comunicado, quedará prohibido que los alimentos que lleven en su composición esta materia prima no puedan destacar ese ingrediente en su denominación de venta al público, pero sí ha de ponerlo en la lista de productos que forman parte de su composición. Todo con el fin de evitar engaños o la confusión entre los consumidores. Por ejemplo, los aliños o condimentos con base de aceite de oliva no podrán utilizar las menciones «aceite de oliva u orujo de oliva» en su denominación comercial.

Prohibido el «refrescado»

Pero el incremento de la protección de la calidad del aceite empezará ya en la producción. Entre otras cosas, quedará prohibida la práctica de «refrescado», una técnica que consiste en mezclar aceites de oliva vírgenes de la campaña en curso con otros de cosechas precedentes con el objetivo de mejorar las características organolépticas del producto más antiguo.

El sector oleícola contará, además, con un plan nacional específico de control de trazabilidad, coordinado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación que a su vez, será gestionado por las autoridades competentes de las comunidades autónomas.

Otro de los aspectos que también será sometido a un mayor control es el control de los movimientos de aceites a granel. Estos han de ir acompañados de un boletín de análisis que garantice la veracidad de la categoría declarada en su composición. Según el Ministerio de Agricultura, España, como principal productor y exportador de aceite de oliva del mundo (Galicia produce únicamente unos 145.000 kilos de aceituna al año), se convierte en el primer país que exige sistemas de control en la producción de este producto de calidad.

La aprobación de la norma pretende mejorar los procesos de selección y cata de este producto para evitar polémicas como la generada en el 2018 tras hacerse público un informe de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) que tras analizar 41 marcas diferentes de aceite de oliva virgen extra concluía que la mitad no lo eran. Aunque ambos aceites —virgen y virgen extra— han de tener una acidez inferior al 2 %, al primero se le permite alguna imperfección.

Para promover la imagen del AOVE se promoverá un código de buenas prácticas, que será de adhesión voluntaria. Este deberá de estar consensuado por los ministerios de Agricultura y Consumo, además de por las asociaciones representativas del sector productor, la industria, la distribución y los consumidores.

Más allá de la norma, el Ministerio de Agricultura aprovecha para lanzar un recordatorio: los envases de aceite de oliva virgen de los restaurantes no pueden ser rellenables.