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Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación: «No me gusta quien señala con el dedo a mis agricultores y ganaderos»

J. M. Camarero / M. A. Alfonso MADRID / COLPISA

AGRICULTURA

Sandra Alonso

Defiende al sector frente al mensaje «sencillo pero desenfocado» de Garzón

19 jul 2021 . Actualizado a las 14:45 h.

La polémica en torno al consumo de carne ha situado a Luis Planas (Valencia, 1952) en el epicentro de la defensa de los ganaderos y agricultores frente a su compañero de gabinete, el titular de Consumo, Alberto Garzón. El debate ha coincidido con el inicio de las negociaciones del plan estratégico de la Política Agraria Común (PAC) entre el Ministerio de Agricultura y las comunidades. Un plan del que España percibirá más de 47.724 millones de euros hasta el año 2027.

—¿Será posible alcanzar un acuerdo antes de final de año?

—Las comunidades han dado luz verde para proseguir ese proceso que tenemos que entregar a Bruselas. Es verdad que hay una expresión de las posiciones de cada región, que refleja la inmensa diversidad de España. Desde el Cantábrico, con producciones continentales semejantes a las de Francia, hasta Andalucía, con zonas de cultivo subtropical. Mi obligación como ministro es poner sobre la mesa algo que pueda unir en lo fundamental.

—Pero ese encaje de bolillos se antoja complicado, como en la financiación autonómica...

—No hablamos de un fondo autonómico. Esta es una política destinada a agricultores, ganaderos y medio rural. En el pilar del desarrollo rural, hay una atribución autonómica de los fondos. Pero lo básico y más importante es una atribución de las ayudas que va directamente a las personas y los empresarios.

—¿La figura del ‘agricultor activo’ servirá para definir quién puede recibir las ayudas?

—Habrá tres elementos de referencia. Por una parte, estar dado de alta como autónomo. Por otra, un 25 % de los ingresos del agricultor o ganadero deben derivar de su actividad agrícola o ganadera. Había comunidades que plantearon rebajar ese límite al 10 % y otras, elevarlo al 70 %. Y, por último, hay un tope para quienes perciban anualmente 5.000 euros de ayudas comunitarias, que también se encuadran en este colectivo. Este requisito es nuevo porque en España hay una realidad, con regiones donde los agricultores trabajan de forma ocasional o a tiempo parcial. En cualquier caso, el reglamento europeo es muy claro, al indicar que hace falta una actividad productiva y de preservación del medio ambiente. Hay comunidades que quieren un carácter exclusivamente profesional, pero tenemos la obligación de contemplar la diversidad de todo el país.

—El gran temor histórico del campo es que las grandes explotaciones se beneficien de las ayudas, aunque no cultiven.

—En algún caso eso puede ser real. Pero aquí no se demoniza a nadie. Todos los agricultores hacen un gran trabajo, los grandes y los pequeños. Y yo les apoyo. Con la nueva PAC hablamos de un complemento que se basa en dos elementos como es la diferencia de rentabilidad entre el sector primario y el resto, y las condiciones de producción. La PAC es una política necesaria y justa para el sector primario. Por eso hemos intentado afinar mejor las condiciones.

—¿Conseguirá paralizar la despoblación de las zonas rurales?

—La PAC sola no puede frenar este fenómeno demográfico, pero sí constituye un excelente instrumento para ello con sus medidas.

—Los criterios medioambientales y de sostenibilidad también ganan fuerza en esta PAC.

—Esta política agraria tiene que contribuir en la proporción en la que el sector primario emite gases de efecto invernadero. Y la agricultura supone un 11 % del total, de las que un 9 % son del sector ganadero. Pero la inmensa mayoría de las emisiones vienen del transporte, la producción de energía o la industria. La PAC debe contribuir a la lucha del cambio climático, como en el uso de fertilizantes, productos fitosanitarios, reducción de los purines, así como la preservación del suelo, el agua, el aire o la biodiversidad. Ahora bien, a este sector hay que darle el peso que tiene en cuanto a las emisiones. Y a mí no me gusta a quien señala con el dedo a mis agricultores y ganaderos como los mayores emisores, porque no es verdad.

—¿Se refiere a la recomendación del ministro Alberto Garzón sobre la carne?

—No, estoy haciendo una reflexión en voz alta. No niego el debate, lo único que digo de forma muy sencilla es que la alimentación debe basarse en una dieta variada y combinada. ¿Qué es lo que pasa, y por eso mi sorpresa? Que si miramos los datos desde el año 2012, el consumo per cápita de carne en España ha disminuido claramente, salvo en el pico del confinamiento. A mí lo que no me gusta son las palabras gruesas que envían un mensaje sencillo pero desenfocado, sobre todo cuando afecta a personas honradas como nuestros ganaderos.

—Entonces a usted también le gusta el chuletón al punto...

—A mí me gusta todo. Me gusta el buen pescado y también la carne. No vamos a comer chuletón todos los días, pero de vez en cuando es un producto fantástico.

«El estado de alarma era lo responsable en la pandemia»

La última semana ha sido frenética para el Gobierno. El martes prometieron su cargo siete nuevos ministros y el miércoles el Constitucional declaró ilegal el confinamiento del primer estado de alarma. El ministro Planas ha vivido esta situación en primera línea.

—¿Le sorprendió la remodelación del Gobierno?

—Estaba en el ambiente. Era perfectamente lógica la necesidad de afrontar la segunda parte de esta legislatura de cuatro años, sobre todo, tras la pandemia. Hay una renovación claramente generacional en este Gobierno.

—¿Ha hablado con el ya exministro José Luis Ábalos?

—Hemos cruzado mensajes porque somos amigos, pero no he hablado personalmente con él.

—¿No le pareció abrupta su salida también de la secretaría de Organización del partido?

—Hay un Congreso socialista en octubre en Valencia y las tareas se sitúan en relación a ello, pero no estoy en esas interioridades.

—¿Comparte la decisión del Tribunal Constitucional sobre la legalidad del primer estado de alarma de la pandemia?

—La respeto, como no podía ser de otra forma. Pero en las últimas horas he hecho memoria de lo que ocurrió en aquella semana, aquel sábado que adoptamos en Moncloa el estado de alarma. Fueron días y horas de vértigo. Sin querer juzgar el contenido de la sentencia, que ya lo harán los servicios jurídicos del Estado, sí que les quiero decir que era la medida correcta, responsable, frente a la pandemia. Hacía falta dar una respuesta a la situación que se nos venía encima y, como se vio, era de una extrema gravedad. Estoy convencido de que con ese decreto de alarma que aprobamos el 14 de marzo se salvaron miles de vidas.

—Desde el PP les acusan de cuestionar al Constitucional.

—Si alguien intenta aprovechar esta sentencia como un elemento de lucha política comete un gravísimo error. Todos los países del ámbito europeo adoptaron decisiones similares.